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sábado, 1 de noviembre de 2025

1766 - Rock Lobster - The B-52'S


Rock Lobster - The B-52'S

En el panorama musical de finales de los setenta, dominado por el agresivo nihilismo del punk y la frialdad calculada de la new wave, irrumpió un sonido tan excéntrico y colorido como un cóctel tropical. Era la voz de The B-52's, una banda que sonaba a una fiesta en un garaje de los años 60 perdido en el espacio. Y si hubiera que elegir un himno que encapsulara su espíritu surrealista y festivo, ese sería, sin duda, "Rock Lobster". Lanzada inicialmente en 1978 en su primer álbum y luego relanzada con éxito en 1979, esta canción no es solo un tema; es una experiencia sensorial, un viaje psicodélico a una playa de otro mundo.

Desde el primer compás, "Rock Lobster" establece su ADN único. El riff de guitarra surf, nervioso y reverberante, de Ricky Wilson, suena como si Dick Dale hubiera sido abducido por aliens. Es inmediatamente reconocible y crea una atmósfera de ansiedad festiva. La línea de bajo, insistente y casi mecánica, actúa como el motor que impulsa la nave, mientras las voces de Fred Schneider, con su entrega deadpan y casi narradora, nos guían a través del delirio. Pero el verdadero golpe de genialidad llega con los coros de Cindy Wilson y Kate Pierson, cuyos "oohs" y "aahs" no son meros adornos, sino sirenas que cantan desde las rocas de un mar de plástico.

La letra es un catálogo de absurdos marinos que desafía cualquier interpretación literal. No se trata de una protesta ecológica ni de una historia de amor; es un pop-art sonoro. Pasamos de ver a una chica debajo de un sedal a ser testigos de una danza frenética de criaturas como langostas, anguilas, pulpos y peces de cristal. La genialidad reside en cómo la música refleja este caos controlado. La canción se construye sobre un ritmo hipnótico y repetitivo, pero los detalles —el glissando de teclado, los efectos de sonido, los gritos— se acumulan creando una tensión creciente. Es una fiesta en la piscina que, de repente, se llena de fauna prehistórica.

El clímax de la canción es uno de los momentos más gloriosamente extraños de la historia del pop. Las voces de Wilson y Pierson se convierten en un desfile de imitaciones animales: gritos de delfín, cloqueos, chillidos. Lo que podría ser simplemente ridículo se transforma en pura euforia. Se dice que John Lennon, al escuchar esta parte en una discoteca, reconoció en su espíritu libre y absurdo un eco del surrealismo de los primeros Beatles y sintió que el rock aún tenía espacio para la imaginación, un impulso que influiría en su propio regreso a la música.

"Rock Lobster" es, en esencia, la perfecta encarnación de la filosofía de The B-52's: la idea de que la música pop puede ser inteligente, vanguardista y profundamente tonta al mismo tiempo. No es una contradicción, sino una celebración. Rompió las reglas sin la arrogancia del punk, abriendo la puerta a la nueva ola estadounidense y allanando el camino para toda una legión de artistas que no tenían miedo de ser diferentes y divertidos. No es solo una canción; es un viaje de seis minutos a un universo paralelo donde el sol siempre brilla, el mar es de vinilo y las langostas rockeras son las reinas del baile. Una obra maestra del disparate que, décadas después, sigue sonando tan fresca y vital como el primer día.

Daniel 
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jueves, 30 de octubre de 2025

1764 - (Ghost) Riders In The Sky - Johnny Cash


(Ghost) Riders In The Sky - Johnny Cash

En el vasto y polvoriento paisaje de la música country y folk, pocas canciones han cabalgado con tanta fuerza y persistencia como "Ghost) Riders in the Sky". Y de todas las voces que han intentado domar este potro salvaje de una canción, la de Johnny Cash es, quizás, la más autorizada, la que mejor encapsula su esencia ominosa y moral. Su versión, grabada para el álbum "Silver" de 1979, no es solo una interpretación; es una encarnación. Johnny Cash no canta sobre la leyenda, él es el testigo, el viejo vaquero que nos relata, con la urgencia de quien ha visto el abismo, su encuentro sobrenatural.

La narrativa de la canción es puro folklore gótico americano. Un cowboy, en un atardecer eterno y tormentoso, es testigo de una visión dantesca: una horda de cowboys fantasmas, condenados a perseguir eternamente una manada de reses demoníacas a través de un cielo cobrizo. La letra es rica en imaginería apocalíptica: "un resplandor rojo" en las nubes, bestias de ojos ardientes y aliento de azufre, y los jinetes, de rostros demacrados, en una cabalgata que es un eco maldito del Viejo Oeste. El estribillo, con su inolvidable "Yippee-ki-yay, yippee-ki-yoh", no es un grito de alegría, sino un lamento espectral, el sonido de la condena misma.

La genialidad de Johnny Cash reside en cómo dota de una humanidad tremenda a esta historia de terror. Su voz, para 1979, ya era un instrumento desgastado por la vida, una baritono áspera y con la textura de la madera vieja. Cuando canta, no hay duda de que está contando una verdad que lo ha marcado. No hay dramatismo excesivo; hay una solemnidad lúgubre, casi bíblica. Cada palabra pesa, cada pausa está cargada del silbido del viento en el desierto. La producción musical, característica del "Sonido Tennessee" de Johnny Cash, es austera pero poderosa: una guitarra acústica que marca el ritmo como los cascos de los caballos, un bajo constante y grave como los truenos distantes, y un coro de fondo que eleva la escena a un plano casi religioso.

Pero más allá del espectáculo sobrenatural, Johnny Cash enfatiza el mensaje moral en el corazón de la canción. La advertencia del jinete fantasma al protagonista –"¡Debes cambiar tu vida si quieres salvar tu alma!"– es el núcleo de todo. La leyenda no es solo un cuento de fantasmas; es una parábola sobre la redención y las consecuencias de una vida de pecado. En la cosmovisión de Johnny Cash, siempre teñida por su lucha personal entre la luz y la oscuridad, esta advertencia resuena con una fuerza especial. El cowboy no es solo un espectador, es un potencial condenado, y la visión es su última oportunidad para enmendar su camino.

La versión de Johnny Cash de "(Ghost) Riders in the Sky" es, por tanto, la versión definitiva porque logra el equilibrio perfecto. Es una canción de cowboys, con toda la aventura y el vigor que eso implica, pero también es un sermón desde el púlpito de la frontera, un recordatorio de que nuestros actos nos persiguen más allá de la muerte. Es el "Hombre de Negro" enfrentándose a los jinetes más negros que la noche, y en ese enfrentamiento, nos regala una de las baladas más hipnóticas, poderosas y eternamente fascinantes de su vasto y legendario repertorio. Una canción que, como los propios jinetes, parece cabalgar para siempre en la memoria colectiva.

Daniel 
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miércoles, 29 de octubre de 2025

1763 - Lady Writer - Dire Straits


Lady Writer - Dire Straits

Lady Writer” es una de esas canciones que, sin haber alcanzado el estatus de clásico absoluto dentro del repertorio de Dire Straits, encapsula a la perfección la esencia del grupo en su primera etapa: elegancia, sutileza narrativa y un sonido que combina el virtuosismo técnico con una naturalidad casi despreocupada. Publicada en 1979 como segundo sencillo del álbum Communiqué, la canción muestra a una banda ya consolidada tras el éxito de su debut homónimo, pero aún en busca de definir su identidad frente al público y la crítica.

Desde los primeros segundos, el inconfundible estilo de guitarra de Mark Knopfler se impone con claridad. Su toque limpio, preciso y melódico marca el ritmo y la atmósfera, acompañado por la sólida base rítmica de John Illsley en el bajo y Pick Withers en la batería. La producción, a cargo de los legendarios Jerry Wexler y Barry Beckett, mantiene el sonido sobrio y espacioso que caracterizó a Dire Straits desde sus inicios: una mezcla entre rock, blues y un toque de folk urbano.

La letra de “Lady Writer” tiene el sello narrativo típico de Knopfler: observación cotidiana, una historia mínima y una melancolía apenas sugerida. El narrador ve en televisión a una escritora —la “lady writer”— y le recuerda a alguien del pasado, probablemente un amor perdido o una mujer que lo marcó de algún modo. Knopfler evita el sentimentalismo directo, prefiriendo el retrato fugaz y el tono reflexivo. La frase “She’s just another writer / burning herself out” funciona tanto como descripción de la protagonista como una metáfora de la vida creativa, del desgaste que implica vivir de las palabras o de la música.

Musicalmente, “Lady Writer” comparte muchas similitudes con el hit anterior del grupo, “Sultans of Swing”. De hecho, algunos críticos de la época la consideraron una “continuación” de aquel estilo, aunque menos impactante en lo comercial. Sin embargo, donde “Sultans” retrataba el ambiente bohemio de los bares londinenses, “Lady Writer” mira hacia un espacio más íntimo y televisivo, más doméstico, lo que refleja la capacidad de Knopfler para encontrar poesía en lo cotidiano.

Aunque no alcanzó el mismo éxito que su predecesora, “Lady Writer” consolidó la reputación de Dire Straits como una banda con una voz única en un panorama dominado por el punk y la new wave. Su combinación de narrativa cinematográfica, guitarras cristalinas y un tempo contenido sigue siendo un ejemplo del refinado equilibrio que definió a la banda en sus primeros años. Es, en definitiva, una joya discreta del catálogo de Dire Straits: elegante, melódica y profundamente humana.

Daniel 
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martes, 28 de octubre de 2025

1762 - Boys don't cry - The Cure


Boys Don’t Cry – The Cure

Boys Don’t Cry”, lanzada originalmente en 1979, es una de esas canciones que marcaron un antes y un después tanto para The Cure como para la música británica de finales de los setenta. Escrita por Robert Smith, Michael Dempsey y Lol Tolhurst, esta pieza es un manifiesto temprano del sonido que la banda desarrollaría más adelante, una mezcla entre la sensibilidad pop y la melancolía característica del post-punk. A pesar de su aparente ligereza musical, “Boys Don’t Cry” esconde un trasfondo emocional que la convierte en una de las canciones más emblemáticas y universales del grupo.

Desde los primeros acordes de guitarra, el tema se presenta con un ritmo rápido, directo y contagioso. Su estructura pop, con una melodía pegadiza y un estribillo fácil de recordar, contrasta con la letra introspectiva y amarga. Smith canta sobre la dificultad de expresar el dolor y la vulnerabilidad masculina, encapsulada en la frase que da título a la canción: “I try to laugh about it, hiding the tears in my eyes, ‘cause boys don’t cry.” La voz juvenil y algo distante del cantante transmite la contradicción entre el deseo de mostrar los sentimientos y la presión social por ocultarlos.

Musicalmente, “Boys Don’t Cry” es un ejemplo perfecto del estilo minimalista y energético del primer The Cure. La guitarra rítmica de Smith y el bajo melódico de Dempsey crean una atmósfera brillante, mientras la batería de Tolhurst sostiene un pulso firme que invita al movimiento. Es una canción que podría sonar alegre, pero esa alegría es apenas una máscara: debajo hay arrepentimiento, orgullo y una sinceridad dolorosa.

La letra, sencilla pero precisa, refleja un tema universal: la negación emocional como forma de supervivencia. El protagonista intenta mantener la compostura tras perder a alguien importante, pero al final reconoce su impotencia. En una época en la que las normas de masculinidad eran especialmente rígidas, The Cure logró expresar con sutileza un mensaje adelantado a su tiempo: los hombres también sufren, y esconder las lágrimas no los hace más fuertes.

Con el paso de los años, “Boys Don’t Cry” se convirtió en un himno generacional y en una de las canciones más queridas de The Cure. Su mezcla de vulnerabilidad y frescura sigue vigente más de cuatro décadas después. Es una obra que resume el espíritu de la banda: la belleza que surge del dolor, la melancolía disfrazada de pop, y la honestidad emocional como forma de resistencia. En definitiva, una canción que sigue recordándonos que llorar, a veces, también es una forma de ser valiente.

Daniel 
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lunes, 27 de octubre de 2025

1761.- Portobello Belle - Dire Straits


La historia de la canción "Portobello Belle" es de algún modo la historia de un célebre pub llamado "The Duke of Wellington" situado en el 179 de Portobello Road, Londres. El pub era famoso por ser frecuentado por músicos como The Dubliners, Donovan o Jimi Hendrix, entre otros. Mark Knopfler escribió la canción allí, inspirado en la bella hija del manager del local.


"Portobello Belle" fue en "Communiqué" (1979), el segundo disco de estudio de Dire Straits, y aunque finalmente el single promocional elegido fue "Lady Writer" (otra canción inspirada en una mujer), este tema sobre una chica de Portobello tiene un encanto especial, ya que no se limita a describir a la muchacha, sino que en la letra se mencionan varios personajes habituales del pintoresco local londinense, transitando con maestría entre el romanticismo y la atmósfera bohemia del típico pub londinense.

Hablamos de una canción injustamente infravalorada, pero para los fans de siempre de Dire Straits, Portobello Belle es una de las mejores canciones escritas por Mark Knopfler, un tema de delicada belleza que te dibuja una sonrisa en el rostro al escucharlo, y que podría decirse que estaría entre las mejores canciones para sonar durante una cita romántica. En definitiva, un tema solo al alcance de la habilidad de Knopfler para la composición de grandes canciones.  

domingo, 26 de octubre de 2025

1760.- Girls Got Rhythm - AC/DC

 

Girls Got Rhythm, AC/DC


     Antes de que el mundo se pusiera serio, antes de que los rockeros se preocuparan por causas sociales y letras introspectivas, ya existía AC/DC. Y en 1979, estos australianos con más electricidad que una tormenta en el Outback (remota y desértica zona interior de Australia), nos regalaron Highway to Hell, que a la par fue el último grito de guerra de su vocalista Bon Scott antes de partir al Olimpo de los grandes artistas. Grabado entre marzo y abril de 1979 en los Roundhouse Studios de Londres, Highway to Hell fue el primer disco de la banda producido por Robert John “Mutt” Lange, un tipo que sabía cómo hacer que los riffs sonaran como martillazos y que las voces se clavaran en tu cráneo. Lange pulió el sonido sin quitarle la mugre, y eso es exactamente lo que necesitaba AC/DC: un poco de orden en medio del caos. Publicado el 27 de julio de 1979 por Atlantic Records, el álbum fue un éxito rotundo. Vendió millones, se convirtió en un clásico instantáneo y, por supuesto, escandalizó a más de un padre preocupado por la salud moral de sus hijos. Menos mal que mucho supieron apreciar que Highway to Hell era una autopista directa al paraíso del rock.

Y entre los himnos que componen este disco, hay una canción que brilla por su ritmo: Girls Got Rhythm, la segunda pista del álbum, la cual fue lanzada como sencillo el 2 de noviembre de 1979. al escucharla, desde segundo uno, ya sabes que te has metido en territorio AC/DC: guitarras afiladas, batería que golpea como si Phil Rudd estuviera enfadado con el mundo, y Bon Scott escupiendo versos como si estuviera narrando una noche de excesos que probablemente ocurrió y no recuerda. Y todo ello ejecutado con una precisión, quirúrjica, milimétrica. La letra es un homenaje descarado a la mujer que, según Bon, tiene más ritmo que una locomotora desbocada. No hay metáforas profundas ni dobles sentidos refinados, ACDC no necesita sutileza porque no ha venido a filosofar, ha venido a sacudirte los huesos. Musicalmente, la canción es un ejemplo perfecto del estilo de la banda: riffs pegajosos, coros que se te quedan pegados como chicle en la suela, y una producción que, gracias a Mutt Lange, añade capas sin perder la crudeza.

Girls Got Rhythm fue una de las últimas canciones escritas por Bon Scott antes de su muerte en febrero de 1980. Y vaya que dejó su huella. La letra es una oda a la satisfacción carnal, pero con ese toque de humor y descaro que solo Bon podía hacer sin que sonara vulgar, bueno, sin sonar demasiado vulgar. La canción no tuvo un gran impacto en las listas, pero caló hondo de los fans, y también en las emisoras de rock AOR (Rock Orientado a Adultos) en Estados Unidos. En Europa, fue lanzada como sencillo, pero no logró posicionarse en la tabla alta, ¿pero acaso Importa? Para AC/DC lo importante era que la gente la escuchara, la cantara, y se sintiera como si estuviera en una fiesta eterna con cerveza, música y los amplificadores a tope.

sábado, 25 de octubre de 2025

1759.- Good Times - Chic

 

God Times, Chic


     En 1979, en pleno reinado de la música disco y con la contraposición de la economía estadounidense desplomándose, Chic lanzó Good Times una canción que se convirtió en un himno generacional. Bajo ese rollo festivo y contagioso que transmite, se esconde una sutil crítica al contexto social de la época.

Fue producida por Nile Rodgers y Bernard Edwards, los cerebros detrás de Chic, y publicada por el sello discográfico Atlantic Records como parte del álbum Risqué. La canción es elegante, la línea de bajo de Edwards (considerada una de las más influyentes de todos los tiempos) crea un groove con una precisión rítmica relajada y a la vez vibrante, y Rodgers, por su parte, aporta su característico estilo de guitarra funk, con acordes entrecortados y limpios que dan cuerpo a la melodía sin saturarla. La producción es sofisticada, pero también minimalista. Los arreglos de cuerda son geniales y añaden un toque de glamour sin caer en la exageración, y la edición, cuidada al detalle, logra que la canción suene fresca incluso décadas después de su lanzamiento.

Líricamente, la canción es una genialidad. La estructura de es sencilla, el reptitivo esgtribillo "Good times / These are the good times", nos quiere convencer de que, a pesar de todo, hay razones para celebrar. Sin embargo, la letra incluye referencias históricas que revelan un sentido más profundo que nos habla de la recuperación tras la Gran Depresión, creando un paralelismo con la situación económica de finales de los años 70, marcada por la inflación, el desempleo y la incertidumbre. A pesar de todo, la canción no cae en el pesimismo, y aunque celebra, no se desliza ingenuamente hacia el olvido de la realidad. Es una celebración consciente, una fiesta con los ojos abiertos. Rodgers y Edwards entendían que la música disco podía ser más que brillo y lentejuelas, podía ser una herramienta para exponer la realidad, pero sin perder nunca el ritmo. Con Good TimesChic logró lo que pocos artistas han conseguido, crear una canción accesible, ligera y eterna, pero al mismo tiempo profunda y crítica.

viernes, 24 de octubre de 2025

1758.- Don´t Bring Me Down - Electric Light Orchestra



“Don’t Bring Me Down”, lanzada en 1979 como parte del álbum "Discovery", es una de las canciones más emblemáticas de la Electric Light Orchestra (ELO), la banda británica liderada por Jeff Lynne. A diferencia de muchas de sus composiciones anteriores, esta canción destaca por prescindir completamente de la casi siempre habitual sección de cuerdas, lo que marcó un giro estilístico hacia un sonido más directo y rockero.

La canción se construyó sobre un ritmo de batería grabado previamente, al que Lynne añadió capas de guitarra, bajo y sintetizadores. El resultado es un tema con una energía y ritmo contagiosos, y su potente riff la convirtió rápidamente en un éxito, alcanzando el puesto nº 4 en el Billboard Hot 100 y convirtiéndose en el mayor éxito de la ELO en Estados Unidos.

La letra de “Don’t Bring Me Down” expresa frustración y desilusión en una relación amorosa en la que la otra persona parece estar más interesada en cultivar su vida social que en cuidar de la relación de pareja. La sensación es de desencanto y de ruptura inminente (¿Qué pasó con la chica a la que creía conocer?), y llama la atención el contraste entre la amarga letra y el tono musical alegre de una canción que marcó un punto de inflexión en la carrera de la ELO, permitiéndoles llegar a una mayor audiencia y consolidando a Jeff Lynne como un compositor versátil y abierto a nuevas tendencias y estilos.

jueves, 23 de octubre de 2025

1757.- Cruel to Be Kind - Nick Lowe



Lanzada en 1979 por el músico británico Nick Lowe, e incluida en su álbum "Labour of Lust", "Cruel to Be Kind" es una joya de power pop escrita por el propio Nick Lowe Ian Gomm, que combina una melodía alegre y pegadiza con una letra cargada de ironía. La canción se convirtió en uno de los mayores éxitos de la carrera de Lowe, llegando al puesto nº 12 en las listas de Reino Unido y Estados Unidos.

En lo musical, “Cruel to Be Kind” destaca por su limpia y pulida producción, que combina una instrumentación sencilla de bajo y batería con efectivas guitarras rítmicas, y la mezcla resultante tiene cierto aire de pop de los años 60. Estamos ante un sonido más accesible que el que caracterizó a la música de Lowe en sus comienzos, influenciado por la estética sonora de la new wave y el rock melódico.

La voz de Lowe, cálida y expresiva, transmite una mezcla de resignación y sarcasmo que encaja perfectamente con una letra inspirada parcialmente en el Hamlet de Shakespeare, y que refleja los sentimientos encontrados de alguien que recibe constantemente un trato frío y cruel de una persona que dice comportarse así por amor. El estribillo refleja a la perfección esa contradicción (“Tienes que ser cruel para ser amable, en la justa medida”), en boca de un narrador que no encuentra lógica entre las acciones de su pareja y su supuesto amor hacia él, y se pregunta si realmente es necesario ser cruel para ser amable.

miércoles, 22 de octubre de 2025

1756.- La Leyenda del tiempo - Camarón de la Isla

 

La Leyenda del Tiempo, Camarón de la Isla


     En 1979, Camarón de la Isla publicó un disco que no solo marcó un antes y un después en su carrera, sino que también sacudió los cimientos del flamenco tradicional. Ese disco fue La leyenda del tiempo, un trabajo que puso de manifiesto la unión entre Camarón, Lorca y la revolución del flamenco. Producido por Ricardo Pachón y grabado en los estudios Fonogram de Madrid, el álbum fue editado por Philips Records y contó con una nómina de músicos hoy considerados leyendas: Tomatito a la guitarra, Raimundo Amador, Jorge Pardo, Rubem Dantas, Kiko Veneno y el grupo de rock andaluz Alameda, entre otros. La producción fue ambiciosa, arriesgada y profundamente innovadora, pues por primera vez Camarón se alejaba del flamenco tradicional para abrazar sonidos eléctricos, sintetizadores, bajo eléctrico y batería, fusionando el flamenco con el rock progresivo, el jazz y la psicodelia.

La grabación se desarrolló en un clima de efervescencia creativa, pero también de incertidumbre. Camarón era consciente de que estaba rompiendo con una tradición centenaria, llegando a decir: “Esto no lo va a entender nadie ahora, pero algún día lo entenderán.” Su intuición fue certera. En su momento, el disco fue recibido con mucha frialdad por los puristas del flamenco, y muchos seguidores se sintieron desconcertados. Sin embargo, con el paso del tiempo, La leyenda del tiempo ha sido reivindicado como una obra maestra, un punto de inflexión que abrió las puertas a nuevas generaciones de artistas y a una concepción más libre y expansiva del flamenco.

La canción que da título al disco, La leyenda del tiempo, es el eje y el corazón del proyecto. Se basa en un poema de Federico García Lorca, extraído de su obra teatral Así que pasen cinco años. La letra rememora la transformación, el misterio y la fugacidad de la existencia, y Camarón la entona con una voz que brota como lava de lo profundo, ascendiendo como un suspiro hacia lo invisible. Su voz nace con la crudeza de un quejío ancestral y se eleva como un eco que atraviesa el alma. La musicalización del poema, a cargo de Ricardo Pachón, convierte los versos lorquianos en un himno flamenco-psicodélico, donde la guitarra eléctrica convive con el cajón, el bajo con el cante jondo, y la poesía con la improvisación sonora.

El encuentro entre Lorca y Camarón, dos genios andaluces separados por décadas pero unidos por una sensibilidad trágica y luminosa, es uno de los grandes logros del disco. Lorca, que ya había explorado el flamenco en su Poema del cante jondo, encuentra en Camarón un intérprete visceral, intuitivo y profundamente moderno. La canción honra la palabra del poeta y la transforma en toda una experiencia, en un rito contemporáneo. Es como si Camarón, al cantar a Lorca, se convirtiera en médium de una Andalucía eterna y renovada. La estructura de la canción rompe con los esquemas tradicionales del flamenco. No hay palos definidos ni compás cerrado. En su lugar, hay atmósferas, texturas, silencios y explosiones. La voz de Camarón se desliza entre lo melódico y lo desgarrado, mientras los instrumentos construyen sonidos que por momentos abrazan el rock para volver al pulso de una bulería descompuesta. Esta libertad formal, incomprendida en su momento, es hoy reconocida como una de las claves de su grandeza.

martes, 21 de octubre de 2025

1755.- Boys Keep Swinging - David Bowie



“Boys Keep Swinging”, pieza clave del disco "Lodger" (1979) de David Bowie, es un provocador ejercicio de glam rock, ironía y crítica social que desafió las marcadas normas de género y de identidad masculina de finales de los setenta. Escrita junto a Brian Eno y producida por Tony Visconti, se encuadra en sonido y experimentación en la llamada "trilogía de Berlín", aunque como el resto de "Lodger" fue grabada en Suiza y Estados Unidos, con el músico ya de vuelta del celebrado y prolífico exilio en Berlín.

Musicalmente, “Boys Keep Swinging” se caracteriza por un estilo de glam rock  y pop con tintes de garage rock. Fieles a la locura experimental que implicó la grabación de los discos de la trilogía, Bowie y Eno decidieron que en “Boys Keep Swinging” los músicos intercambiaran sus instrumentos habituales para tocar otros con los que estuvieran menos familiarizados y lograr así un sonido más crudo y espontáneo, y eso se refleja en la energía desordenada y juvenil que tiene la canción, que combina guitarras distorsionadas con un ritmo sencillo de batería.

La voz de Bowie suena firme y teatral, acompañando de manera brillante a la satírica letra de la canción, que pone de manifiesto los privilegios que la sociedad concede al género masculino ("El cielo te adora, las nubes se separan para darte paso, nada se interpone en tu camino, cuando eres un chico") enumerando las múltiples ventajas de ser hombre en un tono de himno marcial y de celebración que es en realidad una obra maestra del sarcasmo y la ironía que tiene aún más valor si tenemos en cuenta la época y la situación social y cultural en la que la canción fue lanzada.

Aunque no fue un éxito masivo en su momento, “Boys Keep Swinging” ha ganado reconocimiento como una de las obras más audaces, visionarias y reivindicativas de David Bowie, con un marcado tono experimental y una potente crítica social que la convierten en una pieza clave dentro de su aclamando repertorio. Mirando hacia atrás en el tiempo, estamos ante una canción que anticipó debates contemporáneos sobre género e identidad, y que reafirma la importancia de Bowie no solo como músico o cantante, sino como agente de cambio social e imprescindible referencia cultural.

lunes, 20 de octubre de 2025

1754.- News - Dire Straits

 

Communiqué, Dire Straits


     En una época marcada por la efervescencia del punk, el auge del disco y la irrupción del new wave, Dire Straits optó por seguir su propio compás. El cuarteto británico liderado por Mark Knopfler lanzó Communiqué, su segundo álbum de estudio, apenas un año después del éxito arrollador de su debut homónimo. Grabado entre noviembre de 1978 y enero de 1979 en los Compass Point Studios de Nassau, Bahamas, el disco llegó como una declaración de principios: sobriedad, elegancia y una narrativa musical que abrazaba la introspección. Bajo la producción de dos leyendas, Jerry Wexler y Barry BeckettCommuniqué se presentó como una obra más pulida que su predecesora. La mezcla es limpia y permite que cada instrumento tenga su lugar. El bajo de John Illsley y la batería de Pick Withers sostienen las composiciones mientras las guitarras de los hermanos Knopfler se entrelazan en un diálogo constante, sin alardes pero con una precisión milimétrica. El álbum mantenía el estilo roots rock que caracterizaba a la banda, pero con un tono más refinado. Si el primer disco era una carta de presentación, Communiqué es una invitación a sentarse y escuchar con atención, y en ese contexto aparecía uno de sus temas: News.

La tercera pista del álbum, News, se despliega como una noticia íntima, una columna escrita desde el rincón más vulnerable del alma. La melodía es sencilla, pero está cargada de intención. No hay adornos innecesarios, cada nota parece colocada con la precisión de un editor que revisa titulares. La letra, como es habitual en Knopfler, narra una historia con economía de palabras y riqueza de matices. El protagonista espera noticias de alguien que se ha ido, y lo hace con una mezcla de resignación y esperanza. La canción no explota, no se desborda, no lo necesita para tenernos enganchados, se mantiene en un tono bajo, como una conversación que se tiene en voz baja para no despertar viejos fantasmas mientras Mark Knopfler nos transmite ese sentimento de espera, de incertidumbre, del deseo de saber, sin caer en el sentimentalismo. La canción es como una carta que llega sin remitente pero que uno sabe que es para él. News es una de las canciones más delicadas del repertorio de la banda. No es un hit, ni pretende serlo. Es una pieza que se cuela en el corazón del oyente sin hacer ruido, como esas noticias que no salen en portada y que aparecen en las pequeñas columnas de las últimas páginas de un periódico, pero que cambian la vida de quien las recibe.

domingo, 19 de octubre de 2025

1753.- DJ - David Bowie


“D.J.”
es una de las canciones principales del disco "Lodger" que cerraba en 1979 la conocida como trilogía berlinesa de David Bowie, aunque en realidad se grabó a caballo entre Montreux y Nueva York, y era ya un disco que transitaba hacia la accesibilidad musical que supuso la siguiente etapa del camaleónico músico. Sin embargo, se sigue encuadrando a "Lodger" junto a los otros dos discos "berlineses" porque aun contenía algunas canciones que emparentaban directamente con el sonido vanguardista y experimental de esa época inmediatamente anterior, y "D.J" es una de ellas.

En la letra de "D.J", David Bowie juega con la crítica social a la superficialidad de la vida nocturna y el desmedido encumbramiento y culto a los discjockeys del momento, narrando en primera persona las desventuras de un cínico personaje que está tirado en casa porque ha perdido su trabajo y se encuentra mal, pero que se aferra a su rol nocturno de D.J ("Yo soy el D.J, yo soy lo que pincho") para evitar enfrentarse a la cruda realidad. En su interpretación vocal, Bowie imita deliberadamente el estilo vocal de David Byrne de Talking Heads, logrando un nivel superior de teatralidad y locura en el personaje.  

"D.J" destaca también poderosamente en lo musical, porque supone una nueva entrega de la experimentación sonora y vanguardista de sus dos obras anteriores ("Low" y "Heroes"), abordando un estilo new wave con una base rítmica marcada por el bajo y la batería, sintetizadores atmosféricos y un solo de guitarra distorsionado a cargo de Adrian Belew, construido en base a la mezcla de fragmentos de las diferentes tomas que el guitarrista grabó en el estudio, para lograr un efecto caótico y fragmentado que reflejara el estado mental del protagonista de la canción.

Aunque “D.J.” no fue un gran éxito comercial, llegando solo al puesto 29 en las listas británicas, recibió críticas positivas por su audacia y su enfoque satírico, y hoy en día es una de las canciones más valoradas y reconocibles de su etapa más experimental, y una poderosa muestra del ingenio y el nivel de riesgo y de experimentación que Bowie tenía al afrontar tanto la composición como la interpretación de su trabajo, retorciéndose y reinventándose aprovechando las particularidades de la cultura que le rodeaba, sin perder por ello su esencia artística.

sábado, 18 de octubre de 2025

1752 - Disorder - Joy Division


Disorder - Joy Division

Disorder, el tema que abre el icónico álbum debut de Joy Division, Unknown Pleasures (1979), es una muestra cruda y contundente de la singularidad sonora de la banda. Desde los primeros segundos, la canción establece un ambiente de tensión y urgencia, característico del post-punk británico de finales de los años setenta. Ian Curtis, con su voz profunda y casi espectral, introduce un tono de alienación que se convierte en la columna vertebral de la lírica y de la identidad de Joy Division.

Musicalmente, Disorder es un estudio de contrastes. La batería de Stephen Morris, mecánica y precisa, marca un ritmo insistente que se siente tanto hipnótico como ansioso. Este patrón repetitivo se entrelaza con las líneas de bajo de Peter Hook, que destacan por su prominencia en la mezcla y su textura melódica, aportando una sensación de gravedad y movimiento a la vez. Bernard Sumner, en la guitarra, emplea un estilo minimalista y etéreo, con acordes arpegiados y efectos sutiles de delay que generan una atmósfera fría y distante, casi industrial, anticipando los paisajes sonoros que dominarían el post-punk y el new wave de la década siguiente.

La letra de Disorder refleja la lucha interna y la ansiedad existencial que marcaban la vida de Curtis, así como los temas recurrentes de alienación y desarraigo en la obra de Joy Division. Frases como “I've been waiting for a guide to come and take me by the hand” transmiten una sensación de búsqueda desesperada de dirección o sentido, resonando con la generación de jóvenes británicos que experimentaban incertidumbre social y económica en los años posteriores a la crisis industrial. La entrega vocal de Curtis, a veces contenida y otras intensamente emotiva, añade una capa de vulnerabilidad que hace que la canción sea a la vez personal y universal.

Disorder también destaca por su estructura no convencional. La canción evita los estribillos tradicionales, optando por un flujo que combina repetición hipnótica con variaciones sutiles en ritmo y textura sonora. Esto contribuye a un efecto inquietante y atrapante, donde la tensión se mantiene hasta el último segundo, dejando al oyente en un estado de anticipación y reflexión.

En términos históricos, Disorder no solo presenta a Joy Division como innovadores del post-punk, sino que también sienta las bases de lo que sería su influencia duradera en géneros como el indie, el goth rock y el synth-pop. Su capacidad para combinar minimalismo instrumental, emociones crudas y una estética sombría la convierte en una obra seminal, recordada como un punto de partida esencial para entender la música alternativa de finales del siglo XX.

Disorder es más que una simple canción de apertura; es una declaración de intenciones, un reflejo del desasosiego existencial y una exhibición del talento único de Joy Division para transformar la angustia en arte sonoro. Su impacto perdura, consolidando a la banda como uno de los pilares del post-punk y un referente ineludible para generaciones de músicos y oyentes.

Daniel
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viernes, 17 de octubre de 2025

1751.- Paseando por la Mezquita - Medina Azahara

 

Paseando por la Mezquita, Medina Azahara


     El sol comienza a descender mientas doy mi habitual paseo, y ahora suena en mis auriculares Paseando por la Mezquita, una delicia del rock andaluz que Medina Azahara lanzó en 1979, y que hoy me acompaña como banda sonora de un paseo que, para mí, se ha convertido en un rito. La canción la escucho, la vivo y la respiro mientras camino. La guitarra eléctrica se funde con los teclados,. el ritmo, hipnótico, me envuelve y me lleva por una calle donde las sombras de los balcones se proyectan como versos mudos sobre las fachadas. La voz de Manuel Martínez tiene esa mezcla de melancolía y fuerza, como si estuviera confesando algo íntimo a las paredes de la ciudad.

La letra se convierte en espejo de quien la escucha. Habla de humillaciones, de heridas invisibles, de una búsqueda espiritual que se entrelaza con la historia de un pueblo. Y mientras la canción avanza, me siento como si estuviera cruzando el arco de la Puerta del Perdón, sintiendo que cada nota me empuja hacia dentro. La Mezquita-Catedral se alza majestuosa, con sus columnas infinitas y sus arcos laten al compás del bajo de la canción. Los teclados se han conviertido en un susurro que acaricia los muros, como si la música quisiera pedir permiso para entrar. Y lo hace. Porque Paseando por la Mezquita no es solo una canción: es una plegaria eléctrica, un lamento que con el paso del tempo se ha convertido en un himno. 

Mientras recorro el Patio de los Naranjos, la melodía se vuelve más introspectiva y la letra insiste en el sufrimiento, pero no hay derrota en la voz, sino una dignidad que se eleva como la torre de la mezquita: “Sí, hemos sufrido, pero seguimos caminando”. Y yo sigo caminando también, con los ojos húmedos y el corazón encendido. Al salir por la puerta de Alhaken II, la canción llega a su clímax. La guitarra se desborda, la voz se eleva, y todo parece confluir en una especie de catarsis sonora. En ese momento el dolor se transforma en arte, y la historia personal se funde con la historia de un pueblo. Y de repente, el silencio. El tema termina, pero el eco permanece. Me imagino parado frente al río Guadalquivir, y me doy cuenta de que Paseando por la Mezquita no es solo una canción sobre Córdoba, es una canción sobre todos nosotros, sobre nuestras heridas, nuestras búsquedas y nuestras esperanzas, y Medina Azahara nos invita a caminar, a mirar hacia dentro y a reconciliarnos con lo que fuimos y lo que somos.

Medina Azahara logra fusionar el rock con el alma del flamenco, y suena auténtico. Hay riffs potentes, pero también hay duende. El grupo consigue honrar la tradición andaluza,  Y en ese homenaje, la canción se convierte en un puente entre lo moderno y lo ancestral, entre el dolor íntimo y la memoria colectiva. La producción del tema, para ser de finales de los 70, es sorprendentemente buena. Cada instrumento tiene su espacio. El teclado de Pablo Rabadán aporta una atmósfera envolvente, casi mística, mientras la batería de José Antonio Molina marca el pulso de un corazón que no se rinde. Es imposible no dejarse llevar, no sentir que uno también está paseando por la mezquita, aunque esté a kilómetros de distancia. 

La canción ha terminado y vuelvo a la realidad, Pero sé que volveré a escucharla porque hay paseos que no se olvidan, y hay canciones que, como esta, se convierten en parte del alma.

martes, 14 de octubre de 2025

1748.- My Sharonna - The Knack

 

My Sharonna, Thee Knack



     The Knack fue un grupo fundado en Los Ángeles, California (Estados Unidos) a finales de los años 70, formado en sus inicios por Doug Fieger (vocalista), Berton Averre (guitarra), Prescott Niles (bajo) y Bruce Gary (percusión), sus estilos musicales fueron desde el New Wave, pop, power pop hasta el pop rock, aunque también tantearon más estilos cómo el punk, el hip hop y el heavy metalEn 1979 publicaron su primer álbum, de título Get the Knack, un disco con el que alcanzaron la fama de forma inmediata, ocupando el puesto número 1 en las listas de ventas durante 6 semanas y consiguiendo doble disco de platino en ventas. Gran parte de culpa del éxito de éste disco la tiene uno de los temas que contiene éste, My Sharona, el cuál como sencillo alcanzó el puesto número uno en la famosa lista de Billboard Hot 100, y además alcanzó el disco de oro tan sólo 8 semanas después de su publicación.

 El tema está compuesto por Doug Fieger y Berton AverreBerton se encargó de componer la música, la cuál que incluye ese famoso y mítico riff de guitarra, y de la letra se encargó DougPara la composición de la letra Doug se inspiró en una chica a la que vió por primera vez en una tienda de ropa. Doug entró en dicha tienda de ropa con su novia, con la que mantenía por entonces una seria relación, entonces se fijó en una chica que trabajaba allí y de la cuál quedó prendado al instante. Esa chica se llamaba Sharona Alperin y por entonces estudiaba secundaria. Doug no perdió la ocasión, y aunque estaba su novia delante se acercó a Sharona y la invitó a un concierto de su grupo The knack, Sharona aceptó y se presentó a aquel concierto con su novio. 
Poco después de aquello Doug dejó su relación con su novia, y a pesar de que él tenía ocho años más que ella consiguió que Sharona saliera con él, manteniendo ambos una relación que duró unos cuatro años, justo cuando la vida de Doug estaba entrando en una espiral de rock, drogas y alcohol. No obstante Sharona y Doug mantuvieron su amistad hasta la muerte de este en 2010 a causa de un cancer de pulmón. La persona que posa en la portada del sencillo es la propia Sharona, aunque por entonces todavía no estaban saliendo con Doug.

lunes, 13 de octubre de 2025

1747.- Last Train to London - Electric Light Orchestra

Last Train to London, ELO

 


     En 1979, Electric Light Orchestra lanzó Discovery, un álbum que marcó un giro estilístico en la trayectoria de la banda. Tras el éxito de Out of the Blue (1977), Jeff Lynne decidió explorar terrenos más cercanos al pop y al disco, sin abandonar del todo la sofisticación sinfónica que había definido a ELO. Discovery fue recibido con un gran entusiasmo comercial, merced a éxitos como Shine a Little Love o Don’t Bring Me Down, pero también con cierta controversia entre los fans más aferrados al rock progresivo debido a ese giro de sonido que la banda da. Era un disco más accesible, más rítmico, más directo, sin embargo, entre sus surcos se escondía una melancólica joya: Lost Train to London.

Lost Train to London no busca el protagonismo, su atmósfera, su narrativa y su producción lo convierten en una pieza única dentro del universo ELO: un viaje nocturno entre la niebla, un lamento ferroviario que mezcla nostalgia y misterio con una gran precisión musical. Comienza la canción con un ritmo pausado, casi espectral. La percusión simula el traqueteo de un tren en la distancia, mientras una línea de bajo profunda y envolvente marca el compás de un viaje sin destino. La guitarra acústica entra con unos acordes suaves, y la voz de Jeff Lynne, más introspectiva, más grave de lo habitual, narra una historia de espera, de pérdida, de estaciones que ya no existen. No hay coros grandilocuentes ni arreglos orquestales exuberantes: todo está contenido, como si la canción se desarrollara en un vagón solitario bajo la lluvia.

Musicalmente, el tema se apoya en una estructura sencilla. La progresión armónica nos recuerda a los trabajos más introspectivos de George Harrison, con quien Lynne colaboraría años después en los Traveling Wilburys. Hay un uso sutil de teclados que simulan ecos ferroviarios, y un solo de guitarra eléctrica que aparece brevemente, como un faro en la niebla. La producción es minimalista, es una canción que respira, que deja espacio al silencio, que se mueve como un tren fantasma entre recuerdos. La letra es deliberadamente ambigua. No se sabe quién perdió el tren, ni por qué, Pero sí se siente en el ambiente el peso de esa ausencia. Un reloj detenido, una promesa rota, una ciudad que duerme. La canción no busca respuestas, sino transmitir una emoción: la de haber perdido algo que no se puede recuperar. Hay mil formas de interpetarlo, como el tren como símbolo del tiempo, del amor, de las oportunidades que se escapan, como una reflexión sobre los cambios estilísticos de la banda, sobre los caminos que ya no se recorren, sobre los sonidos que se dejan atrás, como una postal melancólica... Y eso es lo fascinante de esta canción, que cada cual elija la suya...

sábado, 11 de octubre de 2025

1745.- Three Imaginary Boys - The Cure

 


"10:15 Saturday Night", del grupo británico de post-punk The Cure, fue la cara B de su sencillo "Killing an Arab" y la canción que abría su disco de debut "Three Imaginary Boys" (1979). Dado su gancho comercial en el momento, fue también lanzada en Francia como sencillo con la canción "Accuracy" en la cara B. Desde su lanzamiento, se convirtió en uno de los temas imprescindibles en los directos de la banda capitaneada por el siempre emblemático Robert Smith, autor de la canción.

Robert Smith escribió "10:15 Saturday Night" con apenas dieciséis años en la cocina de su casa, mientras tomaba una cerveza con su padre, y fue precisamente la maqueta de esta canción la que convenció al productor Chris Parry de firmar un contrato a aquel nuevo grupo en el también recién estrenado sello discográfico Fiction Records.

El sencillo fue lanzando en junio de 1979, y a pesar de su buena acogida en el Reino Unido, no fue hasta 1980 cuando con el lanzamiento de una versión modificada del álbum "Three Imaginary Boys" la canción logró también popularidad en Estados Unidos. Mirando hacia atrás, quizá no sea la mejor canción de una banda que ha logrado con su carrera discográfica ser reconocida entre las mas grandes de la historia, pero "10:15 Saturday Night" fue la gran culpable de que el universo The Cure despegara en los siempre difíciles comienzos.

viernes, 10 de octubre de 2025

1744.- Boogie Wonderland - Earth, Wind & Fire 


“Boogie Wonderland” – Earth, Wind & Fire

Lanzada en 1979, “Boogie Wonderland” es una de las canciones más representativas de la era disco y un verdadero himno de la pista de baile. Interpretada por Earth, Wind & Fire junto al grupo vocal femenino The Emotions, esta pieza no solo consolidó a la banda dentro del género, sino que también se convirtió en un clásico atemporal que sigue transmitiendo energía y optimismo más de cuatro décadas después de su aparición.

El tema fue incluido en el álbum I Am, uno de los discos más exitosos de Earth, Wind & Fire, y se caracteriza por su mezcla de ritmos irresistibles, arreglos sofisticados y un groove que invita inevitablemente a moverse. Desde los primeros compases, la canción marca un pulso vibrante con su bajo contagioso, líneas de guitarra funk y una percusión precisa que se entrelaza con la sección de metales, siempre poderosa en las producciones de la banda. La colaboración con The Emotions le aporta además un toque vocal distintivo, con armonías que refuerzan el carácter festivo y expansivo de la pieza.

A nivel lírico, “Boogie Wonderland” describe la liberación que supone sumergirse en el baile, donde las preocupaciones del día a día se disipan bajo las luces de la discoteca. La pista de baile se presenta como un espacio de catarsis y comunión, un lugar en el que la música se convierte en refugio y celebración. Aunque a primera vista las palabras pueden parecer simples, en realidad reflejan con precisión el espíritu de la época: el deseo de dejar atrás las tensiones sociales y personales a través de la cultura del club y la música disco.

Uno de los aspectos más notables de la canción es cómo logra combinar una producción de gran riqueza instrumental con una accesibilidad inmediata. Maurice White y Al McKay, miembros fundamentales de la banda, supieron equilibrar la sofisticación musical con la inmediatez del ritmo, generando una experiencia sonora que atrapaba tanto a oyentes casuales como a músicos atentos a los detalles. No es casualidad que la canción haya alcanzado el Top 10 de las listas en Estados Unidos y otros países, consolidándose como uno de los mayores éxitos de la formación.

Con el paso del tiempo, “Boogie Wonderland” ha trascendido su contexto original. Ha aparecido en películas, series y recopilatorios, convirtiéndose en sinónimo de celebración, fiesta y energía positiva. Su influencia se percibe en artistas posteriores que han retomado el legado del funk y la música disco, y continúa sonando en discotecas y fiestas, confirmando su vigencia.

Boogie Wonderland” no es solo una canción para bailar: es un símbolo de una época dorada de la música, un recordatorio del poder de la pista de baile como lugar de encuentro y liberación. Earth, Wind & Fire, junto a The Emotions, lograron encapsular en poco más de cuatro minutos toda la vitalidad, el glamour y la esperanza que definieron al movimiento disco.

Daniel 
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jueves, 9 de octubre de 2025

1743.- Let's lynch the landlord - The Dead Kennedys


Let's lynch the landlord - The Dead Kennedys

Dentro del universo del punk californiano de finales de los años setenta, pocas bandas lograron capturar con tanta crudeza y sarcasmo la rabia social como los Dead Kennedys. Su álbum debut Fresh Fruit for Rotting Vegetables (1980) es un manifiesto en sí mismo, y entre sus piezas destaca “Let’s Lynch the Landlord”, una canción que mezcla humor negro, crítica social y una energía corrosiva que se convirtió en marca registrada del grupo.

A primera vista, el título parece una provocación sin más, un grito incendiario contra los caseros. Sin embargo, como suele suceder con las letras escritas por Jello Biafra, hay más capas detrás del eslogan. El tema retrata con ironía las condiciones de vida precarias en que se encontraban muchos jóvenes en ciudades como San Francisco: edificios en ruinas, alquileres abusivos y una sensación constante de abandono por parte de quienes deberían garantizar un lugar digno para vivir. En ese sentido, “Let’s Lynch the Landlord” no es solo un chiste macabro, sino una forma de exponer la tensión entre los inquilinos explotados y los propietarios indiferentes.

Musicalmente, la canción se aparta un poco del esquema más acelerado y caótico del hardcore que la banda también exploraba. Aquí el ritmo es más contenido, con un aire casi de surf punk, sostenido por la guitarra de East Bay Ray, que aporta riffs vibrantes y reverb cargada, recordando a la tradición de la música californiana de los años 60 pero envenenada con la actitud punk. El bajo de Klaus Flouride y la batería de Ted acompañan con solidez, creando un contraste entre la ligereza instrumental y la dureza del mensaje.

La interpretación de Biafra, exagerada y teatral, potencia el tono satírico de la canción. No se trata de un llamado literal a la violencia, sino de un recurso expresivo que combina desesperación, ironía y un deseo de sacudir conciencias. Su voz nasal y su manera de acentuar cada frase convierten a “Let’s Lynch the Landlord” en una especie de caricatura sonora, una farsa que al mismo tiempo refleja una realidad amarga.

El impacto del tema se entiende mejor dentro del contexto de su época. A finales de los 70, San Francisco enfrentaba problemas de vivienda y desigualdad que empujaban a la juventud hacia una vida marginal. El punk, como movimiento, encontró en esa rabia un terreno fértil para expresarse. Dead Kennedys, con su estilo mordaz, supieron transformar quejas cotidianas en himnos de inconformidad que aún hoy mantienen vigencia, especialmente en debates actuales sobre gentrificación y crisis habitacional.

En definitiva, “Let’s Lynch the Landlord” es una canción que combina humor, denuncia y un estilo musical que se aparta de lo obvio, demostrando que el punk no siempre tiene que ser velocidad y ruido: también puede ser sátira inteligente y reflexión incómoda disfrazada de estribillo pegadizo.

Daniel 
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