Harold Eugene Clark nació el 17 de noviembre de 1944 en una
pequeña población del estado de Missouri llamada Tipton. Clark y sus doce
hermanos vivían felices escuchando la guitarra, el banjo y la mandolina de su
padre, un gran aficionado a la música que introdujo su inclinación melómana a
su hijo Gene, en especial los sonidos propios de la zona como el bluegrass y el
country. Sus músicos favoritos por esta primera época eran Hank Williams, Elvis
Presley y los Everly Brothers, de quienes admiraba sus cuidadas melodías y sus
armonías vocales, posteriormente utilizadas profusamente en la mayoría de sus
composiciones. Desde su temprana adolescencia, Gene Clark comenzó a formar
parte de diferentes grupos llamados Joe Meyers & The Sharks, Rum Runners y
The Surf Riders. Con posterioridad, comenzó a sentir apego hacia la música folk
y en los años iniciales de la década de los 60 se unió a una formación
denominada The New Christy Minstrels, con los que grabó un par de LPs.
Tras estos proyectos folk country, Gene se vio tentado, como
muchos otros, por la música de una banda que se expandía como ua plaga por el
mundo: The Beatles. Eso le cambió el panorama y decide emigrar a los Angeles,
en donde conoce a otro fan de la banda, que en ese momento respondía al nombre
de Jim McGuinn. Juntos inician un nuevo proyecto que terminó por convertirse en
The Byrds, Jim adoptaría el nombre de Roger McGuinn. Desgraciadamente, los
problemas internos surgieron entre la banda, debido a que McGuinn tomaba el rol
de vocalista principal en las canciones de Clark, algo que molestaba a este
último, y por otro lado, todos los demás miembros de la agrupación estaban
molestos con Clark, debido a que recibía regalías extras por sus composiciones.
Llegando la década de los 70’s, Clark vuelve a colaborar con
The Byrds, grabando ‘One In A Hundred’ y
‘She’s The Kind Of Girl’, que fueron editadas hasta 1973, en el álbum solista
de Gene, Roadmaster.
Hay algo de trágico en todo lo que rodea la figura de Gene
Clark, el gran impulsor de The Byrds, genio prominente, pero en demasiadas
ocasiones incomprendido, mártir precoz al que el alcohol y demás costumbres
malsanas le costaron la vida en 1991, cuando aún no había cumplido ni 47 años.
Probablemente hoy habría que determinar por consenso que su trabajo en
solitario durante la primera mitad de los setenta fue tan relevante o más que
su decisiva participación en uno de los mejores grupos de la historia.
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