Escrita y compuesta por Bernie Wayne y Lee Morris en 1950,
"Blue Velvet” fue uno de los primeros éxitos de Tony Bennett que la
interpreto en 1951. Desde entonces, la canción ha sido pieza de muchos intérpretes,
despues de la versión de Tony Bennet, Blue Velvet fue grabada por los Clovers
para su álbum del mismo nombre y publicada en 1955 a través de Atlantic Records
pero nosotros nos vamos a detener en la versión de 1963 que hizo Bobby Vinton y
que alcanzó el no. 1.
El nacimiento de la canción se produjo cuando en la visita a
unos amigos en Richmond, Virginia, el compositor Bernie Wayne se hospedó en el
Jefferson Hotel, y fue la visión de una mujer en una fiesta celebrada en el
Jefferson lo que inspiró a Wayne a escribir la letra de "Blue Velvet". Y llegamos a la interpretación
más exitosa la publicada por Bobby Vinton en 1963, llegando al numero 1 en
el Billboard Hot 100 donde se mantuvo durante las
siguientes dos semanas. Stanley Robert "Bobby" Vinton, Jr. es un
cantante y compositor estadounidense. En los círculos de la música pop, se hizo
conocido como "El príncipe polaco de Poch", ya que su música rinde
homenaje a su herencia polaca. Conocido por su voz angelical en las canciones
de amor, la cancion "Blue Velvet", la interpret por casualidad, todo
vino porque decidió grabar un álbum de canciones "Blue" ("Blue Moon",
"Blue Hawaii", "Am I Blue", etc.). Mientras estaba
comprando partituras en Nashville, Vinton recibió un regalo del editor Al
Gallico. La canción encajaba muy bien con el proyecto de Vinton,
La canción apareció en la banda sonora de Blue Velvet, película
dirigida por David Lynch, que si bien constaba de una banda sonora instrumental
realizada por Angelo Badalamenti que crea un ambiente totalmente oscuro, aunque
también aparecen canciones de los años 60 entre las que se incluyen este Blue
Velvet o In dreams de Roy Orbison. Cuando rodaba en 1986 'Blue velvet', a Lynch
se le puso en las narices que quería la canción de Vinton en la banda sonora.
"Demasiado caro", le dijo Dino de Laurentiis. Bueno, pues para eso
tenía Lynch a Angelo Badalamenti, que se marcó una cuasicopia instrumental.
Luego se invitó a Bobby al estudio para regrabar las voces, y adiós a los
leoninos derechos de autor. Problema: resultó que Vinton, ya cincuentón, era
incapaz de llegar a los agudos, así que Baladamenti tuvo que bajar todo un par
de tonos. Se repitieron y repitieron tomas, pero entonces Lynch empezó a torcer
el morro: aquel no era el terciopelo azul que él quería (y lo quería para
envolver la noche). De Laurentiis no dudó. Se imaginó una nueva catarata de
neuras del director y cortó por lo sano: aflojó la pasta por la versión
original y a correr.
Así fue como quedaron indisolublemente unidos uno de los cantantes
más inocentes de los 60 y uno de los cineastas más culpables de la Historia:
culpable de trastornarnos a todos con sus insoportables sueños, culpable de
crear un increíble y penetrante universo onírico, culpable de inventarse un
cine abstracto -por algo empezó pintando- que lo mismo atrae que cabrea.