En Stand by me (Quédate junto a mí) podemos, en primer lugar, deleitarnos con la escucha de la que seguramente sea la línea inicial de bajo más adictiva y reconocible de los años sesenta, y quién sabe si de la historia de la música. La canción tiene, además, su propia historia, marcada por los avatares del destino, que hizo que pese a estar planificada parar ser parte del repertorio de The Drifters, tras el rechazo por parte del manager del grupo, acabara siendo interpretada por Ben E. King, que había compuesto el tema junto a la pareja Leiber-Stoller (los compositores habituales de las canciones de Elvis Presley, entre otros).
En segundo lugar, Stand by Me es una de las composiciones que mejor han reflejado el sentimiento de la amistad, y la lealtad que conlleva, en los versos de una canción. El mítico e intenso Darling, Darling! del estribillo nos hace cantar a voz en grito, y con los ojos cerrados, en cada escucha de la canción, pero también nos lleva al error de pensar que es una canción de amor. Puede serlo, en honor a la verdad, pero sobre todo es un canto a la amistad y el compañerismo, un You'll never walk alone en modo soul.