viernes, 6 de septiembre de 2019

El disco de la semana 143: T. Rex - Electric Warrior



"El destino te encontrará en el camino que tomes para evitarlo". No recuerdo el autor de esta acertada frase, hay cosas que se me olvidan, pero no puedo olvidarme de T. Rex y su excelso Electric Warrior. Hablar de T. Rex es hablar de Marc Bolan, cuyo nombre real era Mark Feld, el apellido  Bolan lo sacó de la contracción del nombre de su gran ídolo Bob Dylan. Centrarse en Bolan no es desmerecer al resto de integrantes del grupo, es que además de ser responsable de la voz y la guitarra, T. Rex era su proyecto y su criatura. Tanto es así, que el grupo desapareció tras su repentina muerte.

El 16 de Septiembre de 1977, el coche que conducía su novia se salió de la carretera, chocando contra un árbol en el distrito londinense de Barnes, y terminando con la vida de este mítico personaje del Glam Rock. El lugar del accidente se convirtió, inmediatamente, en lugar de peregrinación para los fans de su música, que dejan multitud de mensajes colgados de las ramas del árbol. Pronto pasó a conocerse como el Bolan's Rock Shrine y, años después, su hijo agregó un busto de Bolan al creciente santuario.

El declive artístico de Marc Bolan había comenzado ya años antes de su muerte. A pesar de que T. Rex siguió sacando buenos discos, ninguno llegó al nivel de sus dos primeros discos con el nombre reducido. El grupo nació en Londres en 1967, bajo el nombre de Tyrannosaurus Rex, y ya liderados por Marc Bolan publican cuatro discos de estilo folk con toques psicodélicos, que no les granjean repercusión en los círculos musicales del momento. Hay que esperar a 1970, para ver el giro estilístico y de sonido que daría origen al Glam Rock, y que vendrá además acompañado de una ligera modificación en el nombre de la banda, que pasa a denominarse simplemente T. Rex.

Esta nueva etapa comienza con un disco homónimo (T. Rex, 1970), tan rompedor como imprescindible, pero es en el segundo disco (Electric Warrior, 1971) en el que la fresca y nueva fórmula llega a su máxima expresión. Su influencia va más allá del perecedero Glam Rock, y perdura en el tiempo a través de muchos discos de rock posteriores. Ésta influencia puede verse incluso en artistas más alejados del "rock" o el "heavy". Probad a pinchar el disco Dirty Mind (1980) de Prince y veréis que la chisporroteante guitarra de "When you were mine" es un guiño al característico sonido y modo de tocar de Bolan en temas como "Bang a gong (Get it on)".

Electric Warrior sentó las bases del Glam Rock, y preparó el camino para la llegada de Ziggy Stardust, el más representativo personaje de un género tan efímero como interesante. David Bowie tenía una capacidad insaciable para asimilar lo bueno de cada músico al que admiraba, y una habilidad tremenda para adaptarlo, transformarlo y hacerlo suyo, si bien es cierto que, en muchas ocasiones, mejorándolo. El sonido de la banda de las Arañas bebe mucho de los planteamientos de algunas de las canciones del "guerrero eléctrico" de Marc Bolan y su dinosaurio:



ELECTRIC WARRIOR

Mambo Sun es el arranque perfecto para describir la fresca propuesta de Bolan. Llamadlo Glam Rock o soul eléctrico, o cómo queráis llamarle al descaro y la actitud de cantar casi susurrando, acompañado por hipnóticos coros de fondo, mientras la electricidad explota al contacto con las seis cuerdas, en un ritmo tan monótono como pegadizo, aderezado por el mágico punteo que sostiene al tema a lo largo de su recorrido. Todo ello es captado, de manera sublime, por el genio de Toni Visconti, que entrega aquí en la producción uno de sus trabajos más impecables.


Cosmic Dancer es un medio tiempo que combina el ritmo pausado y acústico de la guitarra con una sección de cuerdas, y con esa mezcla construyen una de las canciones épicas del disco, quizá en la que más se evidencia el germen del sonido que David Bowie moldeó después para algunos temas de la época Ziggy. Este tema alcanzó gran popularidad tras ser incluido en la banda sonora de la película Billy Elliot.


La electricidad y la velocidad vuelven con Jeepster, a ritmo de guitarra y palmas, en uno de los temas más populares del grupo y que, como buena canción de carretera, ha aparecido en muchas películas, sirva como ejemplo el Death Proof del venerado Quentin Tarantino. La pasión por los coches es patente en muchas canciones de T. Rex, y ésta es una de las más características.

Monolith es la pieza más densa de esta oda a la música rock directa y sin grandes artificios. Toques soul y gospel mezclados con una guitarra brillante y cierto aire al rock épico de grandes bandas de los 50-60, para un tema de ciencia ficción inspirado en el monolito de "2001 Odisea del Espacio" de Stanley  Kubrick.

Son varios los estilos que, de refilón, se tocan en el disco, y le toca el turno al blues americano y oscuro en Lean Woman Blues, en la que Bolan nos sorprende de nuevo con fraseos y punteos de aire sureño que consiguen buena nota en un estilo alejado del que podemos considerar como suyo.


Con el dulce sabor de boca de una cara A brillante, el comienzo de la segunda nos sacude y nos agita al mítico y pegadizo ritmo de Bang a gong (Get it on), archiconocida y, aún hoy en día, machacada sin descanso en muchas emisoras de radio. Inspirada en "Little Queenie", un viejo tema de Chuck Berry, contiene el electrificante y entrecortado sonido de guitarra característico del disco, y un ritmo y melodía tan pegadizos que la han elevado a la categoría de himno.

Le sigue Planet Queen, con toques gospel en los coros, y plagada de las referencias y arreglos "espaciales" habituales del género. Como curiosidad para el público argentino, la letra contiene la frase "Ella usó mi cabeza como un revolver", que Soda Stereo utilizó posteriormente como título de uno de sus grandes temas.

Es turno después para Girl, el momento más calmado y sencillo del disco. Un suave tema acústico, que tiene la particularidad de contener arreglos de viento, en lugar de los predominantes arreglos de cuerda del resto de medios tiempos del disco.

The Motivator tiene una estructura demasiado similar a la de Bang a gong (Get it on), con mínimas variaciones y careciendo de estribillo. Más bien parece una evolución de esa canción que una canción nueva, lo cual le resta brillo a la propuesta. La frase "Me gusta la manera en la que tu ojo brilla como un rubí egipcio" parece una referencia a David Bowie, lo cual es posible ya que ambos artistas compartían a la vez rivalidad y amistad. La prueba de esa fuerte amistad, a pesar del choque de egos, es que Bowie se hizo cargo de los gastos de manutención de su viuda y su hijo tras el accidente, pagando los mejores colegios hasta que el pequeño fue mayor de edad.

Life's a gas transita por terrenos más pop que los temas anteriores, pero no desentona del conjunto, y funciona bien como manera de descargar tensión, antes de afrontar el cierre del disco con la atrevida Rip Off. Poco más de tres minutos de actitud chulesca, descarga eléctricas, vientos crecientes y un desatado saxo que tiene unos segundos de gloria en un solo literal, tras casi apagarse el resto de instrumentos. Uno de los temas más rotundos del álbum, con un final en el que el acople de guitarra y los vientos sostenidos rozan la psicodelia.

Gran aficionado al mundo de los coches, Bolan se autodenomina en la letra de esta canción como "El Rey de la Carretera", lo que inevitablemente nos hace pensar en la macabra paradoja del destino. Su miedo patológico a morir en un accidente acabó siendo una triste premonición. Fue un rey de la carretera que nunca tuvo carnet de conducir, tomó esa decisión como camino para evitar a la muerte, pero el destino encontró al guerrero eléctrico a bordo de un coche que él no conducía, justo en el camino que tomó para evitar el fatal encuentro.

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