Boys Don’t Cry – The Cure
“Boys Don’t Cry”, lanzada originalmente en 1979, es una de esas canciones que marcaron un antes y un después tanto para The Cure como para la música británica de finales de los setenta. Escrita por Robert Smith, Michael Dempsey y Lol Tolhurst, esta pieza es un manifiesto temprano del sonido que la banda desarrollaría más adelante, una mezcla entre la sensibilidad pop y la melancolía característica del post-punk. A pesar de su aparente ligereza musical, “Boys Don’t Cry” esconde un trasfondo emocional que la convierte en una de las canciones más emblemáticas y universales del grupo.
Desde los primeros acordes de guitarra, el tema se presenta con un ritmo rápido, directo y contagioso. Su estructura pop, con una melodía pegadiza y un estribillo fácil de recordar, contrasta con la letra introspectiva y amarga. Smith canta sobre la dificultad de expresar el dolor y la vulnerabilidad masculina, encapsulada en la frase que da título a la canción: “I try to laugh about it, hiding the tears in my eyes, ‘cause boys don’t cry.” La voz juvenil y algo distante del cantante transmite la contradicción entre el deseo de mostrar los sentimientos y la presión social por ocultarlos.
Musicalmente, “Boys Don’t Cry” es un ejemplo perfecto del estilo minimalista y energético del primer The Cure. La guitarra rítmica de Smith y el bajo melódico de Dempsey crean una atmósfera brillante, mientras la batería de Tolhurst sostiene un pulso firme que invita al movimiento. Es una canción que podría sonar alegre, pero esa alegría es apenas una máscara: debajo hay arrepentimiento, orgullo y una sinceridad dolorosa.
La letra, sencilla pero precisa, refleja un tema universal: la negación emocional como forma de supervivencia. El protagonista intenta mantener la compostura tras perder a alguien importante, pero al final reconoce su impotencia. En una época en la que las normas de masculinidad eran especialmente rígidas, The Cure logró expresar con sutileza un mensaje adelantado a su tiempo: los hombres también sufren, y esconder las lágrimas no los hace más fuertes.
Con el paso de los años, “Boys Don’t Cry” se convirtió en un himno generacional y en una de las canciones más queridas de The Cure. Su mezcla de vulnerabilidad y frescura sigue vigente más de cuatro décadas después. Es una obra que resume el espíritu de la banda: la belleza que surge del dolor, la melancolía disfrazada de pop, y la honestidad emocional como forma de resistencia. En definitiva, una canción que sigue recordándonos que llorar, a veces, también es una forma de ser valiente.
Daniel
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