Con cada disco de Depeche Mode, se imprime una historia persona, grupal y musical distinta. Cada disco de Depeche Mode es tan definitorio de una época que han llegado a atravesar a distintas generaciones, tanto con “Black Celebration” como con “Exciter” o “Violator”, la obra cumbre de los británicos, sonando tan diferentes pero tan familiares, y, al mismo tiempo, usando los métodos de cautivación que nos han enredado durante toda la carrera de este fabuloso trío una y otra vez, pero creando paisajes y sensaciones de otros colores. “Playing the Angel” es un álbum consistente, redondo, poderoso, entrañable… en fin, como cualquiera de los adjetivos que evoca Depeche Mode. No son elogios aduladores, en realidad reflejan el espíritu que la banda muestra en los doce temas. Visto de otra forma, su nuevo lanzamiento manifiesta claramente la esencia de estos tres hombres a medio comienzo del milenio, la cual no involucra solo la utilización de tecnologías actuales, sino también de sus historias actuales: Escucharás samples chirriantes y saturados, crujidos de discos y zumbidos eléctricos, zumbidos de amplificadores y gemidos ambientales analógicos en abundancia. En el futuro todo será muy poco convencional en la música pop y con este álbum podemos estar ahí desde el principio. La puerta está abierta: ¡entra!. En primer lugar, David Gahan, cuya voz a menudo sólo se utilizaba como instrumento adicional, ahora por fin puede trabajar como compositor. La dictadura del señor Gore ha terminado. Las tres canciones de Gahan, “Suffer Well”, “I Want it All” y “Nothing’s imposible” no brillan por su fuerza propia, lo hacen dentro de todo el contexto del disco. Cuando vas escuchando una a una no puedes dejar de sentir el golpe, pero “Playing the Angel” está tan bien elaborado, que constituyen un universo total. Musicalmente, lo más utilizado el sintetizador análogo, por otras partes suenan unos riffs muy potentes y también, por supuesto, se destacan unos coros femeninos maravillosos y también la enternecedora voz de Gore.
jueves, 29 de mayo de 2025
Depeche Mode - Playing the Angel (Mes Depeche Mode)
domingo, 25 de mayo de 2025
Exciter: La Reinvención Íntima de Depeche Mode
miércoles, 21 de mayo de 2025
Depeche Mode - Ultra - (Mes Depeche Mode)
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"Ultra" (1997) puede considerarse un álbum de transición en la carrera de Depeche Mode, aunque los británicos consiguieron evitar la connotación negativa que suele acompañar a los discos a los que se les pone esa etiqueta. No fue fácil facturar el disco siguiente a un álbum tan excelso como "Songs of faith and devotion" (1993), y hacerlo tras la marcha de Alan Wilder, que había sido clave en la producción y sonido del grupo en ese anterior disco y en el aún más brillante Violator (1990). Además, "Ultra" se gestó en un periodo de lo más turbulento para la banda, con Dave Gahan afrontando serios problemas de salud motivados por sus adicciones, pero a pesar de todas estas complicaciones, el disco resultante sorprendió a propios y ajenos por su calidad y por la oscuridad y sofisticación de su sonido.
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domingo, 18 de mayo de 2025
Violator - Depeche Mode (Mes Depeche Mode)
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Violator, Depeche Mode |
El disco se inicia con World in My Eyes, un himno tecnopop donde se puede apreciar la influencia de Kraftwerk, pero impregnado de una sensualidad casi alienígena. La voz de Gahan nos invita a explorar un universo donde el placer es la única moneda con su ritmo bailable que oculta una oscuridad latente. Martin Gore, el arquitecto lírico, confesó que la canción es una propuesta hedonista, un canto a la conexión física en un mundo deshumanizado. Sweetest Perfection es un tema con un inicio minimalista que crece hasta un coro grandilocuente. La canción explora la búsqueda de plenitud a través de medios artificiales. Destaca su carácter progresivo, con ecos de rock psicodélico en su estructura pulsante. La inspiración de Gore podría estar ligada a la lucha interna por la autenticidad en un mundo de simulacros. La voz de Gore contrasta con los sintetizadores fríos, como si una inteligencia artificial confesara su deseo de sentir, como si se tratase del lamento de un androide que anhela la imperfección humana. Personal Jesus, la canción que me voló la cabeza cuando tenía 17 años, uno de los grandes momentos del álbum, irrumpe como un relámpago en un cielo metálico. Con su riff de guitarra bluesy y su percusión industrial, la canción es una sátira mordaz a la comercialización de la fe, inspirada en la relación entre Elvis y Priscilla Presley. Gore explicó que la canción trata de ser "un Jesús para alguien más, alguien que ofrezca esperanza y cuidado". El videomusical de la canción fue dirigido por Anton Corbijn. La canción fue un éxito pionero, fusionando rock y electrónica de manera que podría considerarse un anticipo al grunge. Halo emerge como un oasis de luz en la penumbra, con su atmósfera etérea y su narrativa de amor redentor. Estamos ante una de las joyas menos obvias del álbum, con arreglos de teclado que crean un equilibrio entre lo gótico y lo romántico. Las letras de Gore hablan de rendición y esperanza, como si un viajero espacial encontrara refugio tras una tormenta cósmica. La canción tiene una producción impecable, con capas de sintetizadores que envuelven la voz de Gahan en un halo de melancolía, un momento de introspección donde los protagonistas enfrentan las consecuencias de sus deseos y buscan la absolución. Cierra la cara A Waiting for the Night, una pieza minimalista con su ritmo hipnótico y sus texturas ambientales. Gore y Gahan cantan al unísono, creando una sensación de unidad en la desolación. Sigue el carácter introspectivo del álbum, con letras que exploran la espera de un cambio trascendental.
Abre la cara B Enjoy the Silence es el corazón pulsante de Violator, un himno que trasciende el tiempo y el espacio. Se convirtió en todo un éxito mundial, alcanzando el top 10 en Reino Unido y Estados Unidos. Gore escribió la letra como una reflexión sobre la paz encontrada en el silencio, pero la producción de Flood la transformó en un coloso electrónico con un gancho melódico irresistible. contiene un más que destacable interludio oculto, Interlude #2 (Crucified), que añade un toque siniestro al final de la versión del álbum. La canción refleja la lucha de Gore con la comunicación en un mundo ruidoso. Policy of Truth es un relato de consecuencias, con su ritmo hipnótico y su tono cínico. La canción, con un gancho pesado y una producción, alcanzó el número 1 en la lista estadounidense Modern Rock Tracks de Billboard. Estamos ante una pista que equilibra lo bailable con lo melancólico mientras explora las mentiras que sostienen las relaciones humanas, sobre las verdades que hieren. Blue Dress es una de las pistas más enigmáticas del álbum, con su ritmo lento y su atmósfera sensual. Las letras de Gore podrían aludir a una obsesión romántica o a la idealización de un objeto de deseo. La canción, al igual que Enjoy the Silence, incluye una pista, el Interlude #3, una función sintética a modo operístico en donde los propios cuatro integrantes del grupo hacen un vocalización coral solo puesta en práctica anteriormente en el excepcional tema Pimpf del álbum Music for the Masses de 1987. Éste interludio es en realidad muy corto, pues al cabo de la vocalización comienzan a escucharse una especie de ronroneos animales que es el verdadero punto en donde da inicio el tema el último tema del álbum, Clean, una pieza que marca la "caída completa en la oscuridad". Con su ritmo inquietante y su tono introspectivo, la canción es un canto de redención personal, como si los protagonistas hubieran sobrevivido a una catástrofe cósmica. Refleja la lucha de Gahan con sus demonios personales, un tema que se intensificaría en el siguiente álbum, Songs of Faith and Devotion (1993).
miércoles, 14 de mayo de 2025
Depeche Mode - 101 (Mes Depeche Mode)
Mis compis me han puesto a prueba con el Mes Depeche Mode, adolescente con hermano adolescente, rivalidad músical y rivalidad por la cadena musical, mientras yo le machacaba con Michael Jackson y Sting, él me machacaba con Gun’s and Roses y Depeche Mode, había que odiar esos grupos porque con 14 años la rivalidad entre hermanos es lo que prima en ese momento, pero Depeche era importante para mi e incluso para el grupo de amigos comunes entre los que encontramos a Nevermind y Jorky, pero había que hacerse el machote y escucharlo a escondidas y decir que lo que escuchaba mi hermano era basura. Más tarde empecé a ir al instituto y estaba rodeado de personas que llevaban estas camisetas de Depeche Mode y me rendí a mi hermano. Tambien maduré.
En 1989 publicaron 101, lo que no sabíamos en ese momento era que 101 era más que un álbum en vivo, sino que también sería un documental que seguiría a la banda mientras conquistaba los EE. UU. en su gira Music for the Masses que culminó en esta actuación en el Rose Bowl, su espectáculo número 101. Seguir la estela de U2 puede ser (artísticamente) peligroso y es lo que algunos reprochan a Depeche por este proyecto que (aparentemente) copia el concepto del Rattle & Hum (88) de los irlandeses. De hecho algo de eso hay y sería una constante en el futuro, como por ejemplo: Songs of Faith and Devotion (93) respecto a Achtung Baby (91) y su siguiente gira mundial. Este álbum comparte con el proyecto multimedia (película, disco y libro) de U2 tanto su multiformato como una cualidad espantosamente monumental, aunque, siendo honestos, deberíamos hacer una distinción. Mientras los irlandeses se refugiaban en un sospechoso retorno a las raíces y en la a menudo manida y sobrevalorada autenticidad , los de Basildon se sumergieron en un retrato en vivo del (dulce) momento que vivieron. Un fiel reflejo de los conciertos que ofrecieron en esa época, auténticos rituales de masas que los elevaron desde ese mismo momento a actos multitudinarios en estadios. La parte documental en esencia, ayudó a inventar el mundo de los realities. La cuestión del formato documental, el acceso permitido o no, y lo que podría no reflejarse en el resultado final, especialmente si se trata de una producción oficial, son puntos axiomáticos que no necesitan profundizarse. La película se siente tosca, un poco improvisada, porque Pennebaker (, quien previamente había filmado documentales de rock sobre Dylan y Bowie) ya había ayudado a codificar ese enfoque. Compararlo con el ahora refinado mundo de los realities tal como lo conocemos, desde concursos hasta dramas de la vida real, puede parecer exagerado. Pero el punto de conexión no es el estilo, sino los fans. Cuando en las notas de la primera aparición de la película en DVD en 2003, Pennebaker escribió: «Se ha dicho que esta fue la primera de las historias del mundo real al estilo MTV», refiriéndose a la serie que comenzó poco después del estreno de la película, podría haber sido presuntuoso o quizás falso, pero aun así tenía toda la razón.La película 101 fue un emocionante viaje por carretera, realzado por la participación de un ecléctico grupo de fans que siguieron a la banda en su propio autobús de gira. Precursora de los reality shows sobre viajes por carretera, 101 (el documental) resultó cautivadora y entretenida, combinando diversas actuaciones en vivo con los "chicos del autobús" de gira. Entonces, siendo la película una experiencia totalmente inmersiva y visceral, ¿cómo se compara el álbum en vivo? Después de todo, los álbumes en vivo solo pueden capturar la mitad de la experiencia de ir a un concierto; perderse la interpretación visual del espectáculo puede encubrir un mundo de defectos auditivos. Y para Depeche, sus conciertos en vivo se caracterizaban por una iluminación tenue y una peonza que representaba al líder Dave Gahan. A pesar de la maestría musical de Martin Gore , Alan Wilder y un Andy Fletcher que hacía gestos con los brazos, Gahan era el centro de atención. Su energía, sus giros, su estridente griterío, cautivaban al público noche tras noche. Así que lo que 101 hace bien es aprovechar esto, a pesar de lo que vemos en los diversos clips de la prensa local y los entrevistadores preguntando a la banda qué estaba pasando. En aquel entonces, llenar el Rose Bowl era, de hecho, un evento muy poco común para cualquier evento que no fuera deportivo: aún no eran realmente famosos, todavía estaban escalando posiciones; se les notaba un poco de hambre en la mirada. Al mismo tiempo, había un agotamiento evidente, que se apreciaba con mayor claridad en las secuencias donde David Gahan parecía estar al límite de sus fuerzas. No era ni de lejos tan malo como en los 90, y no todo eran nubarrones, pero aun así era inquietante verlo.
Con muy poca variación en la producción de canciones provenientes de grabaciones de estudio o mezclas extendidas de 12", los elementos en vivo de la voz de Gahan, el ocasional toque de guitarra de Gore y la emoción del público son lo que impulsa a 101 y lo convierte en una escucha divertida y placentera. El álbum también actúa como un detonante sonoro para tus momentos favoritos de la película 101. La expectación en el prólogo musical de "Pimpf" y el rugido ensordecedor que da la bienvenida a la canción que abre el show, "Behind the Wheel", con Gore a la guitarra, te acompañan a lo largo del álbum. Cuando escuchas "Never Let Me Down", te imaginas un estadio de brazos que se mecen de un lado a otro. Cuando escuchas "Somebody" o "The Things You Said", te imaginas a un dócil Martin L. Gore saliendo de la seguridad de sus sintetizadores hacia el centro de atención, y no solo escuchas, sino que ves su vulnerabilidad. El repertorio está repleto de los favoritos del público, desde "Stripped" hasta "Everything Counts" y "People are People", lo que aumenta el frenesí del público con cada nueva canción. La emoción del público al estrenar un nuevo tema es embriagadora, vibrando desde los altavoces hasta el cuerpo. Son sus gritos y estallidos de alegría los que le dan a 101 su energía en vivo.Tras esta gira, Depeche Mode experimentaría con la incorporación de más instrumentos en vivo en sus grabaciones de estudio y giras, y como resultado, los lanzamientos en vivo posteriores ofrecen una experiencia auditiva superior. Pero 101 siempre será un delicioso éxito nostálgico de una banda que se hizo famosa en una escena musical que no era nada receptiva a los proyectos basados en sintetizadores. Canciones hieráticas cuyos personajes son estatuas de mármol con corazón y alma; sueños fríos y húmedos en edificios de vidrio y acero; Kraftwerk comprando algunas flores para el cadáver de Marlene Dietrich... La vida y su cáscara de metal vistas en una obra faraónica pero esencial. O al menos necesaria.
domingo, 11 de mayo de 2025
Depeche Mode - Music for the Masses (Mes Depeche Mode)
En mi caso, de todos menos de uno, porque ya conocía anteriormente el tema Never let me down again de una impactante escena de la serie 21 Jump Street (En España la llamaron "Jóvenes Policías"), uno de los primeros trabajos de un por entonces veinteañero Johnny Depp. Aquella canción, pieza clave del álbum Music for the Masses (1987), contribuía poderosamente a la intensidad de la escena, en la que dos coches conducían uno junto al otro a toda velocidad por una carretera de doble sentido, mientras una problemática adolescente jugaba con el riesgo "surfeando" las olas del viento con un pie en la ventanilla de cada coche.
Impactado por la intensidad que transmitía aquella canción, busqué el disco Music for the Masses (1987) y comprobé ilusionado que Never let me down again era, como no podía ser de otra manera, el tema con el que el disco arrancaba. Un himno a la amistad y la confianza, y un intenso viaje sonoro a base de coros apocalípticos, rotundos sintetizadores y una poderosa percusión. Como la chica de la escena, de algún modo me excitaba el riesgo que suponía haber comprado ese disco, sin saber si el resto de canciones me acabarían gustando (eran los ochenta una época en la que había que asumir esos riesgos, no existía Spotify ni Youtube Music, ni móviles ni nada por el estilo).
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La instrumentación vuelve a ser grandiosa e intrigante en temas como Sacred, que precede a Little 15, otro de los singles promocionales del álbum, y uno de los temas más sombríos de Music for the Masses, con su minimalismo instrumental y su misteriosa atmósfera. Ambas contribuyen a la oscura ambientación del disco, y sirven de puente hacia el tercer tema clave de una obra icónica e imprescindible: Behind the Wheel. Incluida también en 101, destaca por su poderosa línea de bajo y por la hipnótica y oscura atmósfera marca de la casa y tónica habitual del disco.
Con semejante nivel de calidad, no es criticable que el disco pueda tener algunos momentos valle como en I want you know, una canción íntima y apasionada que vuelve al minimalismo y juega en una segunda división comparada con los grandes himnos que contiene un disco como Music for the Masses. La sensación de tramo medio, menos intenso y brillante desaparece rápidamente con To Have and to Hold, un tema tan breve como poderoso, de agresiva instrumentación y una atmósfera de los más opresiva.
Llega entonces el turno de Nothing, una de las canciones más enérgicas del álbum, en la que la producción brilla y el dinámico y optimista ritmo consiguen elevarte de nuevo y a tiempo para disfrutar en lo más alto con la excelsa Pimpf, que curiosamente en 101 sirve de dramática y poderosa entrada, y aquí es el apoteósico cierre coral e instrumental de un álbum top, como si el final de este disco y de esta etapa fueran intencionadamente el punto de partida del álbum en directo, que retomaba las cosas donde Music for the Masses las había dejado, para mostrarle al mundo lo mejor de esa primera época, y cerrar de algún modo ese brillante período para abrir otro no menos luminoso.

miércoles, 7 de mayo de 2025
Depeche Mode - Black Celebration (Mes Depeche Mode)
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Black Celebration, Depeche Mode |
Tras el éxito de Some Great Reward (1984), Depeche Mode ya no eran los chicos tímidos de Basildon (Essex, Inglaterra) que jugaban con sintetizadores en garajes. Habían conquistado charts, pero también habían despertado críticas, su sonido había evolucionado de un pop electrónico burbujeante a algo más audaz, con letras que exploraban la ambigüedad moral y la sensualidad. Sin embargo, el mundo aún los veía como un producto de la moda new wave, y ellos estaban decididos a romper esa percepción.
El proceso de grabación no fue sencillo, el grupo experimentó con técnicas de sampling, capturando sonidos cotidianos (el chirrido de una puerta, el golpe de un martillo) para integrarlos en las pistas. En Hansa Tonstudio, cerca del Muro de Berlín, el ambiente opresivo de la ciudad dividida se coló en el disco. Las paredes del estudio, cargadas de historia, parecían susurrar, y canciones. Desde los primeros acordes de la pista homónima, Black Celebration te arrastra a un mundo donde la luz apenas se filtra. La canción abre con un sintetizador que suena como un latido distante, mientras la voz de Gahan murmura. Es una invitación a abrazar lo sombrío, a bailar en la penumbra. Además de ser el comienzo del álbum, esta pieza establece el tono del mismo: un equilibrio entre lo industrial y lo emocional, con texturas que evocan tanto la frialdad de una fábrica como el calor de un corazón roto. La melodía principal, ejecutada con teclados graves por Alan Wilder, recuerda a Tubular Bells de Mike Oldfield (usada en la película El Exorcista), lo que aporta una atmósfera siniestra, aunque algunos críticos señalan esta similitud como falta de originalidad. La canción dio nombre a la gira Black Celebration Tour de la banda. Fly on the Windscreen seguía absorbiendo esa tensión latente. Esta pista, originalmente un lado B, fue regrabada para el álbum con un ritmo más pesado y una letra que medita sobre la mortalidad, la inevitabilidad de la muerte. La versión Final regrabada es más pulida que la original, con un arreglo más robusto para encajar en el tono del álbum. A Question of Lust es una balada electrónica.. La voz de Gore, más suave que la de Gahan, ayuda a transmitir el lirismo de la letra, explorar un amor intenso pero frágil, con matices de devoción y duda. Fue una de las primeras colaboraciones con el productor Flood, quien luego trabajó en Violator. El video marcó el inicio de la relación con el director Anton Corbijn. Sometimes es una joya subestimada, un lamento minimalista donde Gahan canta sobre los malentendidos en una relación. La simplicidad de los arreglos de piano y el coro gospel introduce un contraste inesperado con el tono oscuro del disco. Cierra la cara A It Doesn't Matter Two, con una melodía que flota en el ambiente como un suspiro, es otro de los momentos introspectivos del álbum. Utiliza un efecto electrónico repetitivo que crea una atmósfera hipnótica, complementada por la voz susurrante de Gore refleja la tendencia de Gore a explorar temas existenciales, un sello de su escritura en esta etapa.
Abre la cara B con el ritmo frenético de A Question of Time, que al igual que A Question of Lust, explora temas de deseo, poder y vulnerabilidad. Es uno de los temas más enérgicos y bailables, con un sonido industrial y una letra provocativa sobre los peligros al que se enfrentan las mujeres jóvenes ante posibles abusos. En la edición estadounidense, el sencillo tuvo un error de masterización que repite el intro. Stripped, el sencillo principal, es quizás el alma del álbum. Su introducción, con el sonido de un motor de motocicleta sampleado, da paso a un ritmo hipnótico. Gore escribió la canción como un himno a la vulneración, a despojarse de las máscaras sociales. Estamos, quizás, ante una de las composiciones más icónicas de Depeche Mode. El video, filmado en blanco y negro, refuerza esa estética austera y minimalista, mostrando al grupo destrozando un coche en un acto de catarsis. Here Is the House Una pieza pop bailable con una melodía optimista y armonías vocales, que contrasta con el tono sombrío del álbum. La letra reflexiona sobre la soledad inherente a las relaciones humanas. Hay quien definió esta canción como una "pieza pop perfecta" por su equilibrio entre melodía y emoción, y razón no le falta. World Full of Nothing es una delicada canción cantada por Gore, con una letra que explora la soledad y la vacío emocional. La instrumentación, minimalista, con teclados suaves y un tono introspectivo prosigue con el guion minimalista establecido del álbum. Dressed in Black es una pieza teatral con un tono catastrofista, que describe a una figura femenina "vestida de negro" como símbolo de pérdida o fatalidad. La canción apela al ficticio mundo gótico de la época, conectando con la subcultura que comenzaba a abrazar a la banda. New Dress critica la superficialidad de los medios, con Gore cuestionando por qué el mundo se obsesiona con la moda mientras ignora tragedias. Es una rareza en el disco, con un tono casi punk en su indignación, pero encaja en la narrativa de un álbum que no duda señalar las contradicciones humanas. Esta canción es, junto con The Queen Is Dead de The Smiths, una de las mejores canciones que reflejan el descontento de la juventud británica de la década de los 80, con la monarquía británica.