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jueves, 29 de mayo de 2025

Depeche Mode - Playing the Angel (Mes Depeche Mode)







Con cada disco de Depeche Mode, se imprime una historia persona, grupal y musical distinta. Cada disco de Depeche Mode es tan definitorio de una época que han llegado a atravesar a distintas generaciones, tanto con “Black Celebration” como con “Exciter” o “Violator”, la obra cumbre de los británicos, sonando tan diferentes pero tan familiares, y, al mismo tiempo, usando los métodos de cautivación que nos han enredado durante toda la carrera de este fabuloso trío una y otra vez, pero creando paisajes y sensaciones de otros colores. “Playing the Angel” es un álbum consistente, redondo, poderoso, entrañable… en fin, como cualquiera de los adjetivos que evoca Depeche Mode. No son elogios aduladores, en realidad reflejan el espíritu que la banda muestra en los doce temas. Visto de otra forma, su nuevo lanzamiento manifiesta claramente la esencia de estos tres hombres a medio comienzo del milenio, la cual no involucra solo la utilización de tecnologías actuales, sino también de sus historias actuales: Escucharás samples chirriantes y saturados, crujidos de discos y zumbidos eléctricos, zumbidos de amplificadores y gemidos ambientales analógicos en abundancia. En el futuro todo será muy poco convencional en la música pop y con este álbum podemos estar ahí desde el principio. La puerta está abierta: ¡entra!. En primer lugar, David Gahan, cuya voz a menudo sólo se utilizaba como instrumento adicional, ahora por fin puede trabajar como compositor. La dictadura del señor Gore ha terminado. Las tres canciones de Gahan, “Suffer Well”, “I Want it All” y “Nothing’s imposible” no brillan por su fuerza propia, lo hacen dentro de todo el contexto del disco. Cuando vas escuchando una a una no puedes dejar de sentir el golpe, pero “Playing the Angel” está tan bien elaborado, que constituyen un universo total. Musicalmente, lo más utilizado el sintetizador análogo, por otras partes suenan unos riffs muy potentes y también, por supuesto, se destacan unos coros femeninos maravillosos y también la enternecedora voz de Gore.

 “Playing the Angel” comienza con A Pain that I’m Used to, con una guitarra alarmante que da paso a unos beats más suaves y luego a la intensa interpretación de Gahan, que crea el ambiente de una película de estas policiales oscuras, donde se persigue a un asesino, como una urgencia de búsqueda. De fondo, la sierra circular electrónica chirría durante unos segundos, preparándonos para lo que nos espera. La canción se basa en un fondo electrónico pulsante y dinámico, que es reemplazado por riffs ásperos que hacen que la cabeza asienta en el coro, está garantizado que será un éxito incluso en la pista de baile. No en vano fue lanzado como segundo sencillo. En John the Revelator continúa ese juego de Gore de usar referencias apostólicas, la canción en sí, es un ejercicio de simplicidad pero que te impacta de una sola vez: los beats son muy sencillos, Gahan canta como si estuviera en medio de un estadio y para rematar, un coro femenino grandioso, que repite una y otra vez john the revelator… es de estas canciones que uno espera ver en un recital multitudinario, el título religioso y el coro gospel como coros ya indican hasta qué punto Gore tiene que volver a utilizar temas existenciales para expresar adecuadamente su mundo emocional. Suffer Well es una de las tres canciones que salieron de la pluma del Sr. Gahan. Al principio chisporrotea, bala, relumbra y emite un pitido muy agradable, como en los viejos tiempos, Duane Eddie también está de regreso. 

The Sinner in Me es más triste, pero al mismo tiempo, sensual, son esas cosas que solo sabe manejar Depeche Mode, aquí hay mucha más prominencia de la electrónica, aunque también lleva un riff hacia el final de la canción. El single Precious es una obra maestra, muy sofisticada, envolvente, a nivel de cualquiera de los singles del trío, y es ahí donde radica la magia de su música, porque durante toda su trayectoria se han manejado con exactamente las mismas herramientas pero siempre saben experimentar sin caer en lugares comunes ni en autoplagios y así nos hechizan como de la nada, ¿¿cómo lo hacen??Desafortunadamente, el límite de la bailabilidad absoluta se perdió por poco. Una hermosa y triste canción pop, también buena para tocar con una guitarra alrededor de una fogata, si tan solo los acordes no fueran siempre tan difíciles. Las canciones de radio y de las listas de éxitos que conocemos de Depeche Mode rara vez estuvieron entre las mejores de sus álbumes. El aliento de los viejos tiempos industriales envuelve Macro, cantada por Gore, cuando, después de tres minutos, los tambores a vapor irrumpen de repente en la temblorosa elegía suicida.

La composición de I Want It All de Bei Gahan tiene una composición sonora, al igual que "The Cure". Heer no necesita cascadas de ruido demasiado ambiciosas para crear atmósfera. "I Want It All" es una producción pop hipnótica con canciones de los Noventa y Ben Hillier es uno de los mismos números entre los escritores ingleses. En general, me interesaría saber cómo sonarían las primeras demos de Gahan y Gore. Nothing’s Impossible, el último tema creado por Gahan, diría que es la más plana del disco, es solo su voz encima de una base que no tiene muchos cambios y una guitarra electroacústica que aparece por segundos. De todas maneras, cada uno de estos temas suenan muy bien, Gahan ya está inmerso en la mecánica de su banda y compuso sin sobrepasar ni igualar a Gore, pues esa no es la idea, sino que participó como un miembro más que trabaja por el bien de la banda y no por el propio. Con su segunda balada, Damaged People, cuyos sonidos recuerdan definitivamente al álbum "Construction Time Again", Gore resume todo su arte: "Cuando estoy de mi lado / no tengo miedo / tengo miedo de sentir / ya estoy muriendo". La melancolía y la tragedia sobre las que se construye toda la carrera de la banda parecen surgir de esta simple línea, y la melodía, sí, en realidad suena un poco como los buenos viejos tiempos de "Black Celebration". No podría ser mejor. ¿Quizás demasiada teatralidad? Oh, no lo sé. A veces pienso que los chicos nunca habrían podido ser verdaderamente felices con títulos como ese. Hacia el final encontramos el instrumental Introspectre, la bailable ‘Lillian’, que suena a lo más primitivo pero también a lo más nuevo de Depeche Mode, el teclado surge como de lo más antiguo y los beats son de un sonido como el de Radiohead en “Kid A” en general un tema que posee mucha fuerza; finalmente llega The Darkest Star, tema de donde extrajeron el título del disco. Depeche Mode finalmente emerge de las profundidades de la angustia conmovedora, acompañado por coros y un staccato de piano pecaminoso. "No quiero que cambies / Cualquier cosa que hagas / No quiero que seas / Alguien más para mí", dice Gahan. Primero, en la última canción, los Depechies aflojan un poco los tornillos antes de liberarnos de su majestuoso e individual mundo sonoro

 No esperes un nuevo “Violator” ni menos un nuevo “Songs of Faith and Devotion” ni un “Ultra” ni un “Exciter”. No es necesario. Cada uno es tan importante como individuo, porque cada uno cuenta con una identidad específica y con su propio hilo conductor, que tienes que ver a este disco como un “Playing the Angel”, tal como los discos anteriores de Depeche Mode, es único, es un hito en el trayecto de la banda y tiene una personalidad infranqueable. Es una experiencia magnífica y revolucionaria. Este álbum marcará una vez más una nueva generación de música influyente, pero esto sólo se hará evidente en el contexto de los años.

domingo, 25 de mayo de 2025

Exciter: La Reinvención Íntima de Depeche Mode


Exciter: La Reinvención Íntima de Depeche Mode 

#mesDepecheMode

Mayo es el mes de Depeche Mode en este blog, y después de repasar algunos de sus trabajos más icónicos como Violator (1990), Songs of Faith and Devotion (1993) y Ultra (1997), es momento de adentrarnos en Exciter (2001), un álbum que marcó un giro radical en su sonido. Producido por Mark Bell (de Björk y LFO), este disco destaca por su minimalismo electrónico, alejándose de la densidad oscura de sus predecesores para explorar texturas más sutiles y atmosféricas.  

Aunque Exciter no tuvo el mismo impacto comercial que sus obras cumbre, es un trabajo fascinante que refleja una banda en constante evolución, experimentando con sonidos orgánicos y electrónicos en una época donde el rock alternativo y el pop electrónico estaban en plena efervescencia.  

Tras el turbulento período de Ultra (grabado en medio de adicciones y la salida de Alan Wilder), Exciter llegó en un momento de relativa calma para la banda. Dave Gahan, ya recuperado de sus problemas personales, aportó una voz más madura y emotiva, mientras que Martin Gore continuó explorando temas espirituales y relaciones humanas en sus letras.  

La inclusión de Mark Bell como productor fue clave: su enfoque en sonidos glitch, beats hipnóticos y ambientes envolventes dio a Exciter una identidad única dentro del catálogo de DM. A diferencia de Violator (donde la electrónica era fría y pulsante) o SOFAD (dominado por guitarras y gospel), aquí predomina una paleta de sintetizadores orgánicos, ritmos desnudos y guitarras acústicas que se entrelazan con lo digital.  

1. "Dream On"  
El primer single del álbum es engañosamente accesible: un beat trip-hop y una guitarra acústica crean una base sencilla, pero la voz de Gahan transmite urgencia y melancolía. La letra ("Dream on, dream on, boy, and make it real") suena como un mantra de esperanza y desesperación. Un inicio prometedor.  

2. "Shine" 
Una de las joyas ocultas del disco. Con arreglos de cuerda y un bajo profundo, la canción tiene un aire cinematográfico. Gore canta con delicadeza sobre la fragilidad humana, mientras los sintetizadores crean un paisaje sonoro etéreo.  

3. "The Sweetest Condition"
Aquí la electrónica se vuelve más industrial, con un ritmo mecánico y distorsiones que recuerdan a Ultra. Gahan interpreta con sensualidad líneas como "I like the way you look, I like the way you breathe", dando un tono seductor a la oscuridad del tema.  

4. "When the Body Speaks" 
Una balada acústica con un toque casi folk. Gore y Gahan intercambian voces en una canción que habla de conexión física y emocional. Las guitarras y los pads atmosféricos la convierten en una de las piezas más conmovedoras del álbum.  

5. "The Dead of Night"
El tema más "arriesgado" del disco: un beat pulsante y letras explícitas ("Let me hear you moan") lo acercan al techno oscuro. No es la mejor canción de DM, pero muestra su voluntad de experimentar.  

6. "Lovetheme"
Un interludio instrumental con influencias de ambient y IDM. Funciona como un respiro antes de la segunda mitad del álbum.  

7. "Freelove" 
El segundo single es una de las canciones más redondas de Exciter. El bajo prominente y los coros de Gore crean una atmósfera sensual y melancólica. La versión del álbum es buena, pero la posterior "Flood Mix" (incluida en The Best Of) la llevó a otro nivel.  

8. "Comatose"
Gore vuelve a tomar la voz principal en este tema hipnótico, con un ritmo lento y sintetizadores que flotan en el espacio. Letras como "*I’m in a coma, but I’m still breathing*" reflejan una mezcla de ensoñación y desapego.  

9. "I Feel Loved"
El tercer single es una de las pocas canciones dance del disco, con un beat contundente y un bajo que recuerda al EBM. La letra ("Your light shines on my soul") contrasta con la producción fría, creando una dualidad interesante.  

10. "Breathe" 
Otra balada acústica, con Gore en voz principal. El ambiente es íntimo, casi como una canción de cuna electrónica.  

11. "Easy Tiger"
Un experimento en ritmos rotos y sonidos glitch. No es el tema más memorable, pero suma a la diversidad del álbum.  

12. "I Am You"  
Una canción minimalista y espiritual. Gore y Gahan cantan en armonía sobre la fusión de dos almas, mientras los sintetizadores se desvanecen lentamente.  

13. "Goodnight Lovers"
El cierre perfecto para el álbum. Una balada coral con aires de gospel electrónico, donde Gore y Gahan entrelazan voces en un himno sobre el amor como redención ("*You’ll be angels tonight*"). La producción minimalista, con pianos sutiles y un ritmo pulsante, le da un aire casi espiritual. Curiosamente, esta fue la única canción del álbum incluida en la gira *Exciter Tour*, demostrando su impacto en vivo.  

Exciter fue recibido con opiniones divididas. Algunos fans lo consideraron "demasiado suave" después de la intensidad de Ultra, mientras que otros lo celebraron por su madurez y experimentación. Comercialmente, no fue un fracaso (#9 en UK, #8 en EE.UU.), pero no generó hits masivos como sus predecesores.  

Sin embargo, con el tiempo, Exciter ha sido revalorizado. Su influencia se nota en artistas como Massive Attack, Radiohead (en su fase Kid A) e incluso en el posterior synth-pop de los 2010s. Canciones como Freelove y Goodnight Lovers siguen resonando en sus giras, demostrando que, pese a su recepción inicial tibia, este disco sembró semillas para su evolución futura."

Goodnight Lovers se convirtió en un momento destacado en sus conciertos, y su estilo hymnal anticipó el tono de álbumes posteriores como Playing the Angel (2005). Hoy, muchos fans la recuerdan como una de las canciones más emotivas de su catálogo tardío."  

Exciter no es el álbum más poderoso de Depeche Mode, pero sí uno de los más valientes. En lugar de repetir fórmulas, la banda optó por explorar nuevos territorios: electrónica ambiental, folk oscuro y beats glitch. No todas las apuestas funcionan, pero el resultado es un disco íntimo, sensual y atmosférico que merece una segunda escucha.  

Si Violator fue su obra maestra y Ultra su renacimiento, Exciter es el disco que demuestra que DM nunca dejó de evolucionar. En un mes dedicado a ellos, es justo celebrar también estos momentos menos obvios, pero igualmente fascinantes, de su carrera.  

Daniel 
Instagram storyboy 

miércoles, 21 de mayo de 2025

Depeche Mode - Ultra - (Mes Depeche Mode)

 


"Ultra" (1997) puede considerarse un álbum de transición en la carrera de Depeche Mode, aunque los británicos consiguieron evitar la connotación negativa que suele acompañar a los discos a los que se les pone esa etiqueta. No fue fácil facturar el disco siguiente a un álbum tan excelso como "Songs of faith and devotion" (1993), y hacerlo tras la marcha de Alan Wilder, que había sido clave en la producción y sonido del grupo en ese anterior disco y en el aún más brillante Violator (1990). Además, "Ultra" se gestó en un periodo de lo más turbulento para la banda, con Dave Gahan afrontando serios problemas de salud motivados por sus adicciones, pero a pesar de todas estas complicaciones, el disco resultante sorprendió a propios y ajenos por su calidad y por la oscuridad y sofisticación de su sonido.

Siendo menos luminoso que los citados discos anteriores, el gran punto fuerte de Ultra es su carácter oscuro y profundamente introspectivo, un disco de profunda exploración introspectiva que puso sobre la mesa un gran despliegue de emociones tanto en las letras como en las atmósferas de sonido, haciendo del complicado punto de inflexión y de crisis interna que suponía este noveno disco de estudio uno de los momentos más interesantes de su discografía. La salida de Alan Wilder dejó a Martin Gore como único responsable de la composición de las letras y de la dirección musical de la banda, y su propuesta fue una intensa obra de rock electrónico con aires industriales y de trip-hop, que combinó a la perfección la oscuridad de las letras y de la música.

En Ultra, como en "Songs of faith and devotion", las guitarras vuelven a ser relevantes, ya desde el inicio con "Barrel of a Gun", poseedora de uno de los mejores riffs de su discografía. Es un comienzo agresivo y a la vez oscuro, con una destacable e intensa interpretación vocal por parte de Dave Gahan, quizá motivada por una letra que describía de manera cruda el infierno de adicciones que atravesaba a nivel personal. Es también Ultra un disco de contrastes, porque tras este enérgico comienzo, un tema como "The Love Thieves" nos lleva a terrenos más etéreos y envolventes, y a la escucha de una instrumentación mucho más delicada, lo cual no impide que, de nuevo, Gahan se luzca en la profunda interpretación vocal, como lo hace también Martin Gore en "Home", una melancólica balada que, apoyada en unos impactantes arreglos orquestales, se erige como uno de los momentos más intensos y elaborados del disco. En las letras, "Home" es una esperanzadora vuelta a casa, tras un período de angustia y de dolor emocional, y de nuevo un ejemplo de como la situación de los miembros de la banda se filtra a borbotones en la temática y los sonidos del disco.

El disco no admite tregua en este primer tramo, y a continuación llega el turno de "It's No Good", aparentemente el tema más alegre y luminoso de "Ultra",  sensación conseguida a través de su intenso e hipnótico ritmo de sintetizadores y su brillante producción, que lo convierten en uno de los singles clásicos de Depeche Mode. Sin embargo, si nos detenemos a analizar la letra, vemos que el sonido oculta de nuevo una amargura latente, en este caso por el final de una relación sentimental. Tras este gran tema, nos encontramos con la primera de las canciones que dan fuerza a los que acusan a "Ultra" de no llegar a ser excelso por tener demasiado "relleno", y aunque es cierto que un tema minimalista e instrumental como "Uselink" podría resultar prescindible, en su defensa podemos decir que contribuye a la atmósfera oscura del disco, y funciona como intermedio o puente hacia la segunda parte del álbum.

El segundo bloque da comienzo con fuerza con "Useless", en la que vuelven las guitarras distorsionadas y los riffs contundentes, sobre una base rítmica de aire industrial. El esquema parece repetirse, porque después de un tema enérgico y contundente, llega una nueva balada lenta y oscura con "Sister of Night", que en esta ocasión sí que baja un poco el listón del disco. "Jazz Thieves" es otro de los puntos destacables de la segunda mitad del disco, un tema experimental con evidentes influencias del sonido trip-hop, y a diferencia de los otros temas instrumentales de "Ultra", es un cambio estilístico que aporta frescura y variedad sonora al álbum, en lugar de acentuar su oscura e introspectiva atmósfera. A partir de aquí, encontramos buenos temas como Freestate, algo más convencional y optimista, y "The Bottom Line", un tema de sorprendente guitarra slide, que aporta al disco una inesperada influencia blues.

El disco cierra con "Insight" en tono de nuevo atmosférico e introspectivo, y dejando un leve atisbo de esperanza ante tanta oscuridad, y poniendo un efectivo broche final a un disco Ultracomplicado y Ultraintrospectivo, pero a la vez Ultramaduro y Ultrabrillante, que ofrece un buen puñado de buenas canciones con las que disfrutar del genio de Gahan, Gore y compañía, una banda mítica que, paradójicamente, y sin dejar de hacer buenos discos, cuando sus historias vitales se estabilizaron y su vida personal se volvió más centrada, ya nunca volvió a rayar al mismo nivel musical ni compositivo.

domingo, 18 de mayo de 2025

Violator - Depeche Mode (Mes Depeche Mode)

Violator, Depeche Mode



     Año 1990, yo era un chaval de 17 años absorbido por el mundo del heavy metal y algún que otro artista de géneros musicales más comerciales. Depeche Mode, para mí, no era más que un nombre que sonaba en la radio, una banda de sintetizadores que no encajaba en mi estilo. Todo cambió una tarde, cuando en la radio empezó a sonar Personal Jesus. Esa mezcla de pulsos electrónicos, oscuros y seductores, era como entrar en un mundo nuevo, uno donde la música no solo se escuchaba, sino que se sentía en las entrañas. Fue toda una revelación escuchar esa melodía simple pero hipnótica. Este disco me ayudó a descubrir y entender que existía otro tipo de música que no necesitaba guitarras estridentes para ser intensa.

En el año 1990, en un mundo donde los sintetizadores reinaban como heraldos de un futuro incierto, Depeche Mode lanzó Violator, su séptimo álbum de estudio. Producido por Flood (pseudónimo de Mark Ellis) y mezclado por François Kevorkian, Violator no fue solo un disco, sino un portal a un universo paralelo donde la melancolía, el deseo y la redención se entrelazaban en frecuencias electrónicas. Con un enfoque innovador que rompió con su fórmula previa, el cuarteto de Basildon (David Gahan, Martin Gore, Alan Wilder y Andrew Fletcher) creó una obra que fusionaba synth-pop, rock gótico y blues electrónico y que les catapultaría al estrellato mundial.


El álbum no tiene una línea argumental definida, como si la tuvieron sus antecesores, y la diversidad de temas que aborda impide hablar de una temática única aunque así pueda parecer por las historias que se tejen entre canciones. Violator hila una narrativa digna de una novela de ciencia ficción, donde cada tema es un capítulo de una saga distópica.



El disco se inicia con
World in My Eyes, un himno tecnopop donde se puede apreciar la influencia de Kraftwerk, pero impregnado de una sensualidad casi alienígena. La voz de Gahan nos invita a explorar un universo donde el placer es la única moneda con su ritmo bailable que oculta una oscuridad latente. Martin Gore, el arquitecto lírico, confesó que la canción es una propuesta hedonista, un canto a la conexión física en un mundo deshumanizado. Sweetest Perfection es un tema con un inicio minimalista que crece hasta un coro grandilocuente. La canción explora la búsqueda de plenitud a través de medios artificiales. Destaca su carácter progresivo, con ecos de rock psicodélico en su estructura pulsante. La inspiración de Gore podría estar ligada a la lucha interna por la autenticidad en un mundo de simulacros. La voz de Gore contrasta con los sintetizadores fríos, como si una inteligencia artificial confesara su deseo de sentir, como si se tratase del lamento de un androide que anhela la imperfección humana. Personal Jesus, la canción que me voló la cabeza cuando tenía 17 años, uno de los grandes momentos del álbum, irrumpe como un relámpago en un cielo metálico. Con su riff de guitarra bluesy y su percusión industrial, la canción es una sátira mordaz a la comercialización de la fe, inspirada en la relación entre Elvis y Priscilla Presley. Gore explicó que la canción trata de ser "un Jesús para alguien más, alguien que ofrezca esperanza y cuidado". El videomusical de la canción fue dirigido por Anton Corbijn. La canción fue un éxito pionero, fusionando rock y electrónica de manera que podría considerarse un anticipo al grunge. Halo emerge como un oasis de luz en la penumbra, con su atmósfera etérea y su narrativa de amor redentor. Estamos ante una de las joyas menos obvias del álbum, con arreglos de teclado que crean un equilibrio entre lo gótico y lo romántico. Las letras de Gore hablan de rendición y esperanza, como si un viajero espacial encontrara refugio tras una tormenta cósmica. La canción tiene una producción impecable, con capas de sintetizadores que envuelven la voz de Gahan en un halo de melancolía, un momento de introspección donde los protagonistas enfrentan las consecuencias de sus deseos y buscan la absolución. Cierra la cara A Waiting for the Night, una pieza minimalista con su ritmo hipnótico y sus texturas ambientales. Gore y Gahan cantan al unísono, creando una sensación de unidad en la desolación. Sigue el carácter introspectivo del álbum, con letras que exploran la espera de un cambio trascendental.



Abre la cara B 
Enjoy the Silence es el corazón pulsante de Violator, un himno que trasciende el tiempo y el espacio. Se convirtió en todo un éxito mundial, alcanzando el top 10 en Reino Unido y Estados Unidos. Gore escribió la letra como una reflexión sobre la paz encontrada en el silencio, pero la producción de Flood la transformó en un coloso electrónico con un gancho melódico irresistible. contiene un más que destacable interludio oculto, Interlude #2 (Crucified), que añade un toque siniestro al final de la versión del álbum. La canción refleja la lucha de Gore con la comunicación en un mundo ruidosoPolicy of Truth es un relato de consecuencias, con su ritmo hipnótico y su tono cínico. La canción, con un gancho pesado y una  producción, alcanzó el número 1 en la lista estadounidense Modern Rock Tracks de Billboard. Estamos ante una pista que equilibra lo bailable con lo melancólico mientras explora las mentiras que sostienen las relaciones humanas, sobre las verdades que hieren. Blue Dress es una de las pistas más enigmáticas del álbum, con su ritmo lento y su atmósfera sensual. Las letras de Gore podrían aludir a una obsesión romántica o a la idealización de un objeto de deseo. La canción, al igual que Enjoy the Silence, incluye una pista, el  Interlude  #3, una función sintética a modo operístico en donde los propios cuatro integrantes del grupo hacen un vocalización coral solo puesta en práctica anteriormente en el excepcional tema Pimpf del álbum Music for the Masses de 1987. Éste interludio es en realidad muy corto, pues al cabo de la vocalización comienzan a escucharse una especie de ronroneos animales que es el verdadero punto en donde da inicio el tema el último tema del álbum, Clean, una pieza que marca la "caída completa en la oscuridad". Con su ritmo inquietante y su tono introspectivo, la canción es un canto de redención personal, como si los protagonistas hubieran sobrevivido a una catástrofe cósmica. Refleja la lucha de Gahan con sus demonios personales, un tema que se intensificaría en el siguiente álbum, Songs of Faith and Devotion (1993).

Violator no fue solo un álbum; fue una supernova que redefinió el paisaje musical de los 90. Con más de un millón de copias vendidas en Estados Unidos y una gira mundial que atrajo a 1.2 millones de fans, Depeche Mode se convirtió en un fenómeno global. Estamos ante el manifiesto de una civilización al borde del colapso, un testimonio de la capacidad humana para encontrar belleza en la oscuridad. Como dijo Gore en una entrevista de 1990: "Lo llamamos Violator como una broma, pero nadie entendió el chiste". Y en esa ironía radica su poder: un disco que violaría mis expectativas y dejaría marcado para siempre a aquel chaval de 17 años...

miércoles, 14 de mayo de 2025

Depeche Mode - 101 (Mes Depeche Mode)

Mis compis me han puesto a prueba con el Mes Depeche Mode, adolescente con hermano adolescente, rivalidad músical y rivalidad por la cadena musical, mientras yo le machacaba con Michael Jackson y Sting, él me machacaba con Gun’s and Roses y Depeche Mode, había que odiar esos grupos porque con 14 años la rivalidad entre hermanos es lo que prima en ese momento, pero Depeche era importante para mi e incluso para el grupo de amigos comunes entre los que encontramos a Nevermind y Jorky, pero había que hacerse el machote y escucharlo a escondidas y decir que lo que escuchaba mi hermano era basura. Más tarde empecé a ir al instituto y estaba rodeado de personas que llevaban estas camisetas de Depeche Mode y me rendí a mi hermano. Tambien maduré.

En 1989 publicaron 101, lo que no sabíamos en ese momento era que 101 era más que un álbum en vivo, sino que también sería un documental que seguiría a la banda mientras conquistaba los EE. UU. en su gira Music for the Masses que culminó en esta actuación en el Rose Bowl, su espectáculo número 101. Seguir la estela de U2 puede ser (artísticamente) peligroso y es lo que algunos reprochan a Depeche por este proyecto que (aparentemente) copia el concepto del Rattle & Hum (88) de los irlandeses. De hecho algo de eso hay y sería una constante en el futuro, como por ejemplo: Songs of Faith and Devotion (93) respecto a Achtung Baby (91) y su siguiente gira mundial. Este álbum comparte con el proyecto multimedia (película, disco y libro) de U2 tanto su multiformato como una cualidad espantosamente monumental, aunque, siendo honestos, deberíamos hacer una distinción. Mientras los irlandeses se refugiaban en un sospechoso retorno a las raíces y en la a menudo manida y sobrevalorada autenticidad , los de Basildon se sumergieron en un retrato en vivo del (dulce) momento que vivieron. Un fiel reflejo de los conciertos que ofrecieron en esa época, auténticos rituales de masas que los elevaron desde ese mismo momento a actos multitudinarios en estadios. La parte documental en esencia, ayudó a inventar el mundo de los realities. La cuestión del formato documental, el acceso permitido o no, y lo que podría no reflejarse en el resultado final, especialmente si se trata de una producción oficial, son puntos axiomáticos que no necesitan profundizarse. La película se siente tosca, un poco improvisada, porque Pennebaker (, quien previamente había filmado documentales de rock sobre Dylan y Bowie) ya había ayudado a codificar ese enfoque. Compararlo con el ahora refinado mundo de los realities tal como lo conocemos, desde concursos hasta dramas de la vida real, puede parecer exagerado. Pero el punto de conexión no es el estilo, sino los fans. Cuando en las notas de la primera aparición de la película en DVD en 2003, Pennebaker escribió: «Se ha dicho que esta fue la primera de las historias del mundo real al estilo MTV», refiriéndose a la serie que comenzó poco después del estreno de la película, podría haber sido presuntuoso o quizás falso, pero aun así tenía toda la razón.

La película 101 fue un emocionante viaje por carretera, realzado por la participación de un ecléctico grupo de fans que siguieron a la banda en su propio autobús de gira. Precursora de los reality shows sobre viajes por carretera, 101 (el documental) resultó cautivadora y entretenida, combinando diversas actuaciones en vivo con los "chicos del autobús" de gira. Entonces, siendo la película una experiencia totalmente inmersiva y visceral, ¿cómo se compara el álbum en vivo? Después de todo, los álbumes en vivo solo pueden capturar la mitad de la experiencia de ir a un concierto; perderse la interpretación visual del espectáculo puede encubrir un mundo de defectos auditivos. Y para Depeche, sus conciertos en vivo se caracterizaban por una iluminación tenue y una peonza que representaba al líder Dave Gahan. A pesar de la maestría musical de Martin Gore , Alan Wilder y un Andy Fletcher que hacía gestos con los brazos, Gahan era el centro de atención. Su energía, sus giros, su estridente griterío, cautivaban al público noche tras noche. Así que lo que 101 hace bien es aprovechar esto, a pesar de lo que vemos en los diversos clips de la prensa local y los entrevistadores preguntando a la banda qué estaba pasando. En aquel entonces, llenar el Rose Bowl era, de hecho, un evento muy poco común para cualquier evento que no fuera deportivo: aún no eran realmente famosos, todavía estaban escalando posiciones; se les notaba un poco de hambre en la mirada. Al mismo tiempo, había un agotamiento evidente, que se apreciaba con mayor claridad en las secuencias donde David Gahan parecía estar al límite de sus fuerzas. No era ni de lejos tan malo como en los 90, y no todo eran nubarrones, pero aun así era inquietante verlo.

Con muy poca variación en la producción de canciones provenientes de grabaciones de estudio o mezclas extendidas de 12", los elementos en vivo de la voz de Gahan, el ocasional toque de guitarra de Gore y la emoción del público son lo que impulsa a 101 y lo convierte en una escucha divertida y placentera. El álbum también actúa como un detonante sonoro para tus momentos favoritos de la película 101. La expectación en el prólogo musical de "Pimpf" y el rugido ensordecedor que da la bienvenida a la canción que abre el show, "Behind the Wheel", con Gore a la guitarra, te acompañan a lo largo del álbum. Cuando escuchas "Never Let Me Down", te imaginas un estadio de brazos que se mecen de un lado a otro. Cuando escuchas "Somebody" o "The Things You Said", te imaginas a un dócil Martin L. Gore saliendo de la seguridad de sus sintetizadores hacia el centro de atención, y no solo escuchas, sino que ves su vulnerabilidad. El repertorio está repleto de los favoritos del público, desde "Stripped" hasta "Everything Counts" y "People are People", lo que aumenta el frenesí del público con cada nueva canción. La emoción del público al estrenar un nuevo tema es embriagadora, vibrando desde los altavoces hasta el cuerpo. Son sus gritos y estallidos de alegría los que le dan a 101 su energía en vivo.

Tras esta gira, Depeche Mode experimentaría con la incorporación de más instrumentos en vivo en sus grabaciones de estudio y giras, y como resultado, los lanzamientos en vivo posteriores ofrecen una experiencia auditiva superior. Pero 101 siempre será un delicioso éxito nostálgico de una banda que se hizo famosa en una escena musical que no era nada receptiva a los proyectos basados en sintetizadores. Canciones hieráticas cuyos personajes son estatuas de mármol con corazón y alma; sueños fríos y húmedos en edificios de vidrio y acero; Kraftwerk comprando algunas flores para el cadáver de Marlene Dietrich... La vida y su cáscara de metal vistas en una obra faraónica pero esencial. O al menos necesaria.


domingo, 11 de mayo de 2025

Depeche Mode - Music for the Masses (Mes Depeche Mode)



Descubrí a Depeche Mode como muchas personas de mi generación, con ese disco doble sublime en directo que es "101" (1989), que de alguna manera resumía en una sola obra lo mejor de sus primeros discos. Fue ese disco para mí como uno de esos menús de degustación de los restaurantes de una estrella Michelín, de los que sales encantado de haber probado ocho exquisitos platos coloridos y diferentes, y algo achispado por los diferentes vinos con los que los expertos los han maridado, pero con el paso del tiempo, inevitablemente olvidas los ingredientes y los sabores de la inmensa mayoría de aquellos platos.

En mi caso, de todos menos de uno, porque ya conocía anteriormente el tema Never let me down again de una impactante escena de la serie 21 Jump Street (En España la llamaron "Jóvenes Policías"), uno de los primeros trabajos de un por entonces veinteañero Johnny Depp. Aquella canción, pieza clave del álbum Music for the Masses (1987), contribuía poderosamente a la intensidad de la escena, en la que dos coches conducían uno junto al otro a toda velocidad por una carretera de doble sentido, mientras una problemática adolescente jugaba con el riesgo "surfeando" las olas del viento con un pie en la ventanilla de cada coche.

Impactado por la intensidad que transmitía aquella canción, busqué el disco Music for the Masses (1987) y comprobé ilusionado que Never let me down again era, como no podía ser de otra manera, el tema con el que el disco arrancaba. Un himno a la amistad y la confianza, y un intenso viaje sonoro a base de coros apocalípticos, rotundos sintetizadores y una poderosa percusión. Como la chica de la escena, de algún modo me excitaba el riesgo que suponía haber comprado ese disco, sin saber si el resto de canciones me acabarían gustando (eran los ochenta una época en la que había que asumir esos riesgos, no existía Spotify ni Youtube Music, ni móviles ni nada por el estilo).

Pronto comprobé que la arriesgada apuesta me había salido bien, y de la excitación pasé a la satisfacción por la sofisticada producción del disco y las oscuras pero accesibles atmósferas que Depeche Mode creaban en temas como el minimalista y melancólico The things you said, o la intensa pieza de hipnótico ritmo que es Strangelove, otro de los temas incluidos en "101" y uno de los sencillos más relevantes de Music for the Masses y de la discografía de Depeche Mode.

La instrumentación vuelve a ser grandiosa e intrigante en temas como Sacred, que precede a Little 15, otro de los singles promocionales del álbum, y uno de los temas más sombríos de Music for the Masses, con su minimalismo instrumental y su misteriosa atmósfera. Ambas contribuyen a la oscura ambientación del disco, y sirven de puente hacia el tercer tema clave de una obra icónica e imprescindible: Behind the Wheel. Incluida también en 101, destaca por su poderosa línea de bajo y por la hipnótica y oscura atmósfera marca de la casa y tónica habitual del disco. 

Con semejante nivel de calidad, no es criticable que el disco pueda tener algunos momentos valle como en I want you know, una canción íntima y apasionada que vuelve al minimalismo y juega en una segunda división comparada con los grandes himnos que contiene un disco como Music for the Masses. La sensación de tramo medio, menos intenso y brillante desaparece rápidamente con To Have and to Hold, un tema tan breve como poderoso, de agresiva instrumentación y una atmósfera de los más opresiva.

Llega entonces el turno de Nothing, una de las canciones más enérgicas del álbum, en la que la producción brilla y el dinámico y optimista ritmo consiguen elevarte de nuevo y a tiempo para disfrutar en lo más alto con la excelsa Pimpf, que curiosamente en 101 sirve de dramática y poderosa entrada, y aquí es el apoteósico cierre coral e instrumental de un álbum top, como si el final de este disco y de esta etapa fueran intencionadamente el punto de partida del álbum en directo, que retomaba las cosas donde Music for the Masses las había dejado, para mostrarle al mundo lo mejor de esa primera época, y cerrar de algún modo ese brillante período para abrir otro no menos luminoso.

En los noventa, Depeche Mode volverían a impresionarnos con obras como Violator (1990) o Songs of Faith and Devotion (1993), que tendrán también su espacio en el #MesDepecheMode de 7días7notas, en un menú degustación del que ya le hemos hincado el diente a Music for the Masses, una de sus primeras obras maestras de synth-pop y rock electrónico, y un álbum que captura la esencia de Depeche Mode en su mejor momento, cuando escucharles era como surfear las olas del viento a toda velocidad por una carretera solitaria, disfrutando del riesgo y de la intensidad de una época en la que el término "música para las masas" era positivo e implicaba todo lo contrario a lo que hoy en día suponen los productos construidos para el consumo masivo. 

miércoles, 7 de mayo de 2025

Depeche Mode - Black Celebration (Mes Depeche Mode)

Black Celebration, Depeche Mode




     Londres, 1986, la niebla se desliza por las calles como un susurro, envolviendo los edificios en un abrazo frío. En un estudio de grabación, bajo la luz tenue de lámparas parpadeantes, cuatro figuras se mueven entre cables, sintetizadores y el humo de cigarrillos. Son Depeche Mode, y están a punto de dar vida a algo que definirá su carrera, y sonará en multitud de reproductores de oyentes. Black Celebration, su quinto álbum, supuso, una declaración, un lienzo pintado, un grito que se alza desde las profundidades de la modernidad.



Tras el éxito de
Some Great Reward (1984), Depeche Mode ya no eran los chicos tímidos de Basildon (Essex, Inglaterra) que jugaban con sintetizadores en garajes. Habían conquistado charts, pero también habían despertado críticas, su sonido había evolucionado de un pop electrónico burbujeante a algo más audaz, con letras que exploraban la ambigüedad moral y la sensualidad. Sin embargo, el mundo aún los veía como un producto de la moda new wave, y ellos estaban decididos a romper esa percepción.

Black Celebration nació en un momento de transición, Dave Gahan, el carismático vocalista, se sumergía en un torbellino personal, mientras Martin Gore, el cerebro lírico, canalizaba sus emociones en letras más introspectivas. Alan Wilder, el perfeccionista, y Andrew Fletcher, el ancla emocional, completaban un cuarteto que trabajaba bajo la presión de reinventarse. Contrataron nuevamente al productor Daniel Miller y al ingeniero Gareth Jones, pero esta vez el ambiente era diferente. Las sesiones en los estudios Westside de Londres y Hansa Tonstudio en Berlín Occidental estaban impregnadas de una urgencia casi palpable. El título, Black Celebration, surgió de una idea de Gore. No era solo un guiño a lo gótico, sino una reflexión sobre la dualidad de la vida: la celebración que coexiste con la melancolía. El álbum marcó un punto de inflexión, abrazando un sonido más oscuro y atmosférico que influyó en el goth y el synth-pop posterior.


El proceso de grabación no fue sencillo, el grupo experimentó con técnicas de sampling, capturando sonidos cotidianos (el chirrido de una puerta, el golpe de un martillo) para integrarlos en las pistas. En Hansa Tonstudio, cerca del Muro de Berlín, el ambiente opresivo de la ciudad dividida se coló en el disco. Las paredes del estudio, cargadas de historia, parecían susurrar, y canciones. 
Desde los primeros acordes de la pista homónima, Black Celebration te arrastra a un mundo donde la luz apenas se filtra. La canción abre con un sintetizador que suena como un latido distante, mientras la voz de Gahan murmura. Es una invitación a abrazar lo sombrío, a bailar en la penumbra. Además de ser el comienzo del álbum, esta pieza establece el tono del mismo: un equilibrio entre lo industrial y lo emocional, con texturas que evocan tanto la frialdad de una fábrica como el calor de un corazón roto. 
La melodía principal, ejecutada con teclados graves por Alan Wilder, recuerda a Tubular Bells de Mike Oldfield (usada en la película El Exorcista), lo que aporta una atmósfera siniestra, aunque algunos críticos señalan esta similitud como falta de originalidad. La canción dio nombre a la gira Black Celebration Tour de la banda. Fly on the Windscreen seguía absorbiendo esa tensión latente. Esta pista, originalmente un lado B, fue regrabada para el álbum con un ritmo más pesado y una letra que medita sobre la mortalidad, la inevitabilidad de la muerte. La versión Final regrabada es más pulida que la original, con un arreglo más robusto para encajar en el tono del álbum.  A Question of Lust  es una balada electrónica.. La voz de Gore, más suave que la de Gahan, ayuda a transmitir el lirismo de la letra, explorar un amor intenso pero frágil, con matices de devoción y duda. Fue una de las primeras colaboraciones con el productor Flood, quien luego trabajó en Violator. El video marcó el inicio de la relación con el director Anton CorbijnSometimes es una joya subestimada, un lamento minimalista donde Gahan canta sobre los malentendidos en una relación. La simplicidad de los arreglos de piano y el coro gospel  introduce un contraste inesperado con el tono oscuro del disco. Cierra la cara A It Doesn't Matter Two, con una melodía que flota en el ambiente como un suspiro, es otro de los momentos introspectivos del álbum. Utiliza un efecto electrónico repetitivo que crea una atmósfera hipnótica, complementada por la voz susurrante de Gore refleja la tendencia de Gore a explorar temas existenciales, un sello de su escritura en esta etapa.



Abre la cara B con el ritmo frenético de A Question of Time, que al igual que A Question of Lust, explora temas de deseo, poder y vulnerabilidad. Es uno de los temas más enérgicos y bailables, con un sonido industrial y una letra provocativa sobre los peligros al que se enfrentan las mujeres jóvenes ante posibles abusos. En la edición estadounidense, el sencillo tuvo un error de masterización que repite el intro. Stripped, el sencillo principal, es quizás el alma del álbum. Su introducción, con el sonido de un motor de motocicleta sampleado, da paso a un ritmo hipnótico. Gore escribió la canción como un himno a la vulneración, a despojarse de las máscaras sociales. Estamos, quizás, ante una de las composiciones más icónicas de Depeche Mode. El video, filmado en blanco y negro, refuerza esa estética austera y minimalista, mostrando al grupo destrozando un coche en un acto de catarsis. Here Is the House Una pieza pop bailable con una melodía optimista y armonías vocales, que contrasta con el tono sombrío del álbum. La letra reflexiona sobre la soledad inherente a las relaciones humanas. Hay quien definió esta canción como una "pieza pop perfecta" por su equilibrio entre melodía y emoción, y razón no le falta. World Full of Nothing es una delicada canción cantada por Gore, con una letra que explora la soledad y la vacío emocional. La instrumentación, minimalista, con teclados suaves y un tono introspectivo prosigue con el guion minimalista establecido del álbum. Dressed in Black es una pieza teatral con un tono catastrofista, que describe a una figura femenina "vestida de negro" como símbolo de pérdida o fatalidad. La canción apela al ficticio mundo gótico de la época, conectando con la subcultura que comenzaba a abrazar a la banda. New Dress critica la superficialidad de los medios, con Gore cuestionando por qué el mundo se obsesiona con la moda mientras ignora tragedias. Es una rareza en el disco, con un tono casi punk en su indignación, pero encaja en la narrativa de un álbum que no duda señalar las contradicciones humanas. Esta canción es, junto con The Queen Is Dead de The Smiths, una de las mejores canciones que reflejan el descontento de la juventud británica de la década de los 80, con la monarquía británica.


Cuando salió al mercado el 17 de marzo de 1986, no fue un éxito inmediato, alcanzando unas modesta cifras si lo comparamos con sus trabajos posteriores. Los críticos estaban divididos: algunos elogiaron su audacia, mientras otros lo consideraron demasiado sombrío. Sin embargo el tiempo dio la razón a los primeros, y el álbum se convirtió en un clásico de culto. Su influencia es innegable: bandas como Nine Inch Nails, The Cure y hasta artistas modernos como The Weeknd han citado el álbum Black Celebration como inspiración. Estamos ante el disco donde Depeche Mode encontró su voz definitiva, un puente entre el pop electrónico y el rock gótico.
El álbum también marcó un antes y un después en la relación de la banda con sus fans. Las giras de 1986 y 1987 mostraron a un Depeche Mode más teatral, con Gahan transformándose en un frontman magnético. Las imágenes en blanco y negro de los conciertos, con multitudes ondeando en éxtasis, capturan la fiebre que Black Celebration desató. 

Es Black Celebration un disco que no envejece, porque sus temas (el deseo, la mortalidad, la lucha interna) son eternos. En cada nota, en cada palabra, hay un pedazo de aquellos cuatro chicos de Basildon que soñaban con algo más grande, que encontraron en la oscuridad un lienzo para pintar su verdad. Y Mientras la niebla se disipa en las calles de Londres, el eco de Black Celebration permanece como un recordatorio de que, incluso en los momentos más sombríos, hay belleza en celebrar lo que somos. Y en algún rincón del mundo, alguien enciende un viejo tocadiscos, cierra los ojos y deja que el sintetizador los transporte.

domingo, 4 de mayo de 2025

Some Great Reward de Depeche Mode – La oscuridad electrónica que definió una era (Mes Depeche Mode)


Some Great Reward de Depeche Mode – La oscuridad electrónica que definió una era #MesDepecheMode

Mayo es, oficialmente, el mes de Depeche Mode. A lo largo de las próximas semanas, desmenuzaremos su discografía, desde los días alegres del synth-pop hasta su reinvención como pioneros del rock electrónico sombrío. Y qué mejor manera de comenzar este viaje que con Some Great Reward (1984), el cuarto álbum de estudio de la banda y una obra que marcó un antes y después no solo en su carrera, sino en la música electrónica de los 80.  

Para entender la importancia de Some Great Reward, hay que retroceder un poco. A principios de los 80, Depeche Mode era visto como un grupo de synth-pop bailable, con éxitos como Just Can’t Get Enough (1981). Sin embargo, tras la salida de Vince Clarke (el principal compositor en sus inicios), Martin Gore tomó las riendas creativas y la banda comenzó a explorar temas más oscuros y sonidos experimentales.  

Con Construction Time Again (1983), ya habían dado un paso hacia lo industrial, incorporando samplers de sonidos mecánicos y letras más críticas. Pero fue con Some Great Reward donde todo encajó: la oscuridad lírica, la innovación sonora y el éxito comercial.  

El álbum fue producido por Daniel Miller (fundador de Mute Records) y Gareth Jones, quienes llevaron a Depeche Mode a nuevos terrenos sonoros. Una de las técnicas más revolucionarias fue la grabación de samples en un depósito de chatarra en Berlín, donde capturaron golpes de metal, martillazos y otros ruidos industriales que luego integraron en canciones como Master and Servant.  

El uso del Emulator II (uno de los primeros samplers digitales) permitió crear texturas nunca antes escuchadas en el pop. Además, las voces de Dave Gahan (profundas y cargadas de dramatismo) y Martin Gore (delicadas y emotivas) se complementaron como nunca.  

Entre el synth-pop y la oscuridad industrial

* El lado bailable (pero perverso) del álbum

- "People Are People" – El mayor éxito comercial del disco, una canción contra el racismo y la intolerancia con un ritmo pegajoso y un bajo electrónico poderoso. Fue su primer top 20 en EE.UU.  
- "Master and Servant" – Una fusión de synth-pop y ritmos industriales, con una letra que juega con el BDSM como metáfora de las estructuras de poder en la sociedad.  
- "Something to Do" – Una de las canciones más infravaloradas, con un ritmo frenético y letras sobre el aburrimiento y la necesidad de distracción.  

* Las baladas y el lado más introspectivo

- "Somebody" – Una de las canciones más emotivas de la banda, con Martin Gore en la voz principal. Un piano melancólico y letras sobre la soledad y el deseo de amor verdadero.  
- "It Doesn’t Matter" – Una pieza atmosférica con sintetizadores que flotan en el aire, casi como un presagio del sonido de Black Celebration.  
- "Stories of Old" – Una canción hipnótica con un coro que se repite como un mantra, explorando la idea del engaño en las relaciones.  

* La canción más polémica: "Blasphemous Rumours"

Una de las canciones más controvertidas de su carrera. Con una línea de bajo ominosa y letras que cuestionan la existencia de Dios ("I don’t want to start any blasphemous rumours / But I think that God’s got a sick sense of humor"), la banda narra la historia de una chica que sobrevive a un suicidio… solo para morir en un accidente días después.  

En una época donde la religión aún era un tema delicado en la música pop, esta canción fue censurada en varias radios y generó debates sobre si Depeche Mode era una banda "peligrosa".  

Si hay algo que define Some Great Reward, es su mirada crítica hacia la sociedad y las relaciones humanas:  

- Dinámicas de poder ("Master and Servant", "People Are People")  
- Religión y escepticismo ("Blasphemous Rumours")  
- Amor y desilusión ("Somebody", "Lie to Me")  
- Alienación y aburrimiento ("Something to Do")  

Martin Gore, en entrevistas posteriores, admitió que muchas de estas letras venían de su propia inestabilidad emocional y su fascinación por las relaciones tóxicas.  

Recepción crítica y legado

1. La recepción en su momento  

Aunque el álbum fue un éxito comercial (llegó al #5 en UK y al #51 en EE.UU., un logro para una banda de synth en esa época), la crítica no fue unánime. Algunos lo llamaron "demasiado deprimente", mientras que otros elogiaron su audacia.  

2. Influencia en la música posterior  

Con los años, Some Great Reward ha sido reivindicado como:  
- Un puente entre el synth-pop y el rock electrónico oscuro de los 90.  
- Una influencia clave para bandas como Nine Inch Nails, Marilyn Manson y incluso Radiohead.  
- El primer álbum "adulto" de Depeche Mode, dejando atrás su imagen juvenil.  

¿Por qué sigue siendo relevante hoy?

1. Sus temas son atemporales – La crítica social, la hipocresía religiosa y las relaciones complicadas siguen siendo temas vigentes.  
2. Su producción innovadora – El uso de samplers y sonidos industriales fue revolucionario para 1984.  
3. El equilibrio perfecto entre lo comercial y lo oscuro – Pocos discos logran ser tan pegajosos y a la vez tan profundos.  

Las 5 mejores canciones del álbum 

1. "Blasphemous Rumours" (Por su impacto lírico y sonido tenebroso)  
2. "Master and Servant" (Por su atrevimiento y ritmo adictivo)  
3. "Somebody" (Por su belleza melancólica)  
4. "People Are People" (Por ser un himno contra la discriminación)  
5. "Lie to Me" (Por su energía y cinismo)  

Un disco que definió el futuro de Depeche Mode 

Some Great Reward no fue solo un éxito comercial, sino el momento en que Depeche Mode dejó de ser una banda de synth-pop para convertirse en algo más grande. Fue el primer paso hacia obras maestras como Black Celebration y Violator, y su influencia aún se siente en la música electrónica y alternativa.  

Un disco esencial no solo para fans de Depeche Mode, sino para cualquier amante de la música electrónica con profundidad. 

Daniel 
Instagram storyboy