viernes, 6 de agosto de 2021

Disco de la semana 237: Combat Rock, The Clash


Publicado el 14 de mayo de 1982, Combat Rock es el quinto disco de estudio de The Clash, y el último disco relevante de su emblemática e influyente carrera. Etiquetados como grupo punk, The Clash eran mucho más que eso, y este disco es el mejor ejemplo de ello. Sin llegar a poder compararse con los monumentales London Calling o Sandinista, Combat Rock es un disco ecléctico en el que nos regalan un interesante despliegue de dub, funk, rockabilly, rock y, por supuesto, punk.

Con la idea de entregar por tercera vez consecutiva un disco de larga duración (London Calling era doble y Sandinista triple) se encerraron en los Electric Ladyland Studios de Nueva York entre noviembre y diciembre de 1981, y acabaron produciendo 18 canciones para el disco. Finalmente decidieron convertirlo en un solo LP, que quedó como escueto resumen de la versatilidad de la banda en un momento de máxima fertilidad, que a la postre fue el zenit de una banda que empezaría poco después una lenta desintegración interna y transitaría hacia terrenos musicales mucho menos inspirados. Fue el último disco de la formación clásica de la banda, con Joe Strummer (voz, guitarra, armónica), Mick Jones (voz, guitarra. teclados), Paul Simonon (bajo, coros) y Topper Headon a la batería. Este último fue expulsado por sus problemas con las drogas, y las desavenencias entre Strummer y Jones dieron con los huesos de Jones en la cuneta.

Combat Rock se convertiría en poco tiempo en el disco más vendido de la banda, gracias en gran medida a la archiconocida y pegadiza “Should I Stay or Should I Go”, con grandes influencias de The Rolling Stones en el ritmo y las guitarras, pero también a la afilada crítica política de Know your rights, el tema que abre el disco, un certero y abrupto disparo que conjuga lo mejor del rockabilly con leves toques country y reminiscencias del surf rock de los Beach Boys.

Rock the Casbah completa el trío de ases de este disco, otro éxito rotundo de la mítica banda británica, y es además, junto a Overpowered by funk, el tema más sorprendente de un grupo al que, como decía anteriormente, se le cuelga la etiqueta de "punk". Quizá buscaran rebelarse contra esa visión reduccionista, y lo hicieron cambiando la "p" por la "f" y entregando dos curiosas y memorables piezas más cercanas al "funk" que al género con el que todo el mundo les asociaba.

La versatilidad y el abanico de estilos del disco va todavía más allá en temas de ritmo más cercano al dub rock y el reggae en Ghetto Defendant o Red Angel Dragnet (inspirado en la película Taxi Driver y en el asesinato de Frank Melvin, miembro de los Ángeles Guardianes, una conocida organización contra el crimen del Nueva York de los años setenta), o en canciones sorprendentemente melódicas como Inoculated City o Sean Flynn (sobre la misteriosa desaparición del hijo del actor Errol Flynn mientras cubría como fotógrafo la guerra de Vietnam).

La banda va incluso más allá en la experimentación jazz y el recitado de Death is a Star, y en la atmosférica e inspirada Straight to Hell, una de las joyas de este disco y de toda la discografía de The Clash, en una dura reflexión sobre la situación de muchos niños vietnamitas, hijos de soldados estadounidenses, que nunca llegarían a conocer a sus padres tras la guerra de Vietnam. La crudeza de la temática contrasta con la atmósfera calmada del tema, y el toque ecléctico lo pone el aire sutil y tribal de las percusiones.

Me queda por mencionar temas como  Car Jamming, quizá la menos sorprendente pese a su sólida base de rock and roll, y la escueta y anecdótica Atom Tan, el tema menos destacable de un disco inclasificable y cambiante, en el que la crudeza punk desaparece de la instrumentación, para mudarse al contenido de las ácidas y cortantes letras, con la guerra de Vietnam de inspiración y fondo en muchas de las canciones. No es punk, pero es mucho más. Es Rock de Combate.

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