
La canción, la quinta y última del disco, es un idílico vehículo en el que tienen cabida orquestas, bufones, marionetas, flautistas púrpuras y suaves coros interpretando canciones de cuna, una pieza épica y solemne con la que termina un disco enorme. Lección magistral y vehículo experimental a partes iguales, se convirtió de inmediato en el tema más reconocido, y reconocible, de la banda de Robert Fripp. Revestido de grandilocuentes coros, y de densas y evocadoras florituras de mellotrón y flauta, es el final majestuoso que habría encandilado al más exigente de los reyes. El Rey Carmesí.
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