martes, 2 de septiembre de 2025

1706.- “Da Ya Think I’m Sexy?” - Rod Stewart



Rod Stewart sorprendió al mundo en 1978 con el disco "Blondes have more fun", por el drástico giro de estilo que supuso ese álbum dentro de una carrera discográfica que hasta entonces había estado enmarcada sobre todo en el folk rock, el soul y el blues rock. Cierto es que el experimento fue en general fallido, y que el disco no está ni mucho menos entre sus mejores obras, pero la canción “Da Ya Think I’m Sexy?” si que supuso un éxito rotundo y una audaz incursión en el disco pop que reinaba a finales de los setenta y que contrastaba con su hasta entonces imagen de rockero desenfadado.

Aunque algunos la interpretaron como una parodia del estilo disco, Rod Stewart siempre defendió la autenticidad de “Da Ya Think I’m Sexy?” y su intención de explorar nuevos sonidos. El tema se construye sobre un ritmo disco irresistible, con sintetizadores brillantes, una línea de bajo pegajosa y una pulida producción al más puro estilo de la estética y la tendencia musical de aquel momento. La melodía es simple pero efectiva, diseñada para la pista de baile, y la voz rasposa de Rod Stewart añade un toque de ironía y sensualidad a una letra que narra de manera narcisista, provocadora y superficial un encuentro amoroso. 

Pese a su enorme éxito comercial, “Da Ya Think I’m Sexy?” no estuvo exenta de varias controversias, empezando por el abierto rechazo que inicialmente generó entre sus seguidores más tradicionales, y acabando por las acusaciones de plagio por parte del músico brasileño Jorge Ben Jor, que le acusó de haber copiado el coro de su canción "Taj Mahal". La cosa no fue a mayores, ya que Stewart evitó un pleito en los tribunales admitiendo que había caído en un "plagio inconsciente" tras asistir a un concierto de Ben Jor en el Festival de Río de 1978, y creer después que la melodía que le rondaba la cabeza era una idea propia. Además, decidió donar todas las ganancias del single a UNICEF, en una salomónica decisión que dejó contentas a todas las partes.

lunes, 1 de septiembre de 2025

1705.- Fantasy - Earth, Wind & Fire



Grabada en 1977 como parte de las sesiones de grabación del álbum "All 'N All", y publicada como single en enero de 1978, “Fantasy” es una joya del soul-funk cósmico y psicodélico que caracteriza a los estadounidenses Earth, Wind & Fire. Producida por Maurice White, y escrita por él mismo junto a Eddie del Barrio y Verdine White, es una invitación a escapar de la realidad y sumergirse en un mundo idealizado, lleno de armonía y esperanza.

Desde los primeros compases, “Fantasy” deslumbra con su producción exuberante: sintetizadores brillantes, cuerdas celestiales y una percusión meticulosa que crea una atmósfera etérea e hipnótica en la que White se inspiró tras ver la película "Encuentros en la Tercera Fase" de Steven Spielberg. La voz de Maurice White, suave y poderosa a la vez, lleva el peso de un viaje musical que roza la mística, apoyada en unos coros de aire angelical, que refuerzan el carácter onírico y espiritual del tema.

La letra de "Fantasy" habla sobre alcanzar un estado superior de conciencia, de creer en los sueños y en la posibilidad de vivir en un mundo mejor, en un tono positivo que refleja la filosofía espiritual de la banda, influenciada por el misticismo y la astrología, todo ello envuelto en un manto de sofisticación musical "afro" y futurista que los chicos de Earth, Wind & Fire ejecutan con una elegancia sublime e inigualable.

domingo, 31 de agosto de 2025

1704 - Amii Stewart - Knock on Wood 



Hablar de Knock on Wood en la voz de Amii Stewart es como abrir la puerta de golpe a una pista de baile iluminada por bolas de espejos y neones de finales de los setenta. Esta versión, lanzada en 1979, se convirtió en un himno disco inmediato, un tema que no solo hizo mover los pies sino que también encendió las radios y se clavó en el número uno de las listas de Billboard. Lo curioso es que la canción no era nueva: Eddie Floyd la había grabado en 1966 en clave de soul, con ese pulso clásico de Stax Records. Pero lo que hizo Amii Stewart fue darle una vuelta total, envolviéndola en sintetizadores, beats de batería más marcados y una producción llena de brillo, muy propia de la era dorada de la música disco.

La primera impresión que deja esta versión es pura energía. Arranca con esos acordes electrónicos que parecen anunciar que algo grande va a pasar, casi como si entraras en un club y las luces te golpearan de lleno. Después aparece la voz de Amii Stewart, poderosa, cargada de dramatismo y con ese toque teatral que recuerda a las divas del disco como Donna Summer o Gloria Gaynor. Su interpretación no es tímida ni de fondo: está al frente, mandando la pista, como si fuera una directora de orquesta vestida con lentejuelas.

Uno de los grandes aciertos de la producción es cómo mezcla los elementos: guitarras funky, sintetizadores que parecen chispas eléctricas, y una sección rítmica que no da respiro. Todo está diseñado para que nadie se quede sentado. Además, la canción tiene esa cualidad hipnótica típica del disco: cuando piensas que ya se ha repetido bastante, aparece un quiebre instrumental que vuelve a engancharte, como si el tema respirara por sí mismo y te empujara a seguir bailando.

Lo interesante de este Knock on Wood es que, más allá de ser un cover, logró eclipsar al original en la memoria popular. No es que la versión de Eddie Floyd haya pasado al olvido, pero la reinterpretación de Amii Stewart se convirtió en la referencia cuando se habla de esta canción. En cierto modo, encapsula lo que hacía tan potente a la cultura disco: la capacidad de agarrar materiales previos del soul o del funk y transformarlos en un torbellino bailable con un aura futurista.

Amii Stewart, con su extravagante estilo y vestuario (sí, ese famoso traje de plumas futuristas que llevó en televisión todavía se recuerda), ayudó a darle un toque visual inolvidable al tema. Porque en esa época no bastaba con sonar bien: había que parecer salido de otro planeta. Y Stewart lo entendió a la perfección, convirtiéndose con Knock on Wood en una figura imprescindible del imaginario disco, aunque luego su carrera no siguiera con el mismo nivel de éxito.

Daniel 
Instagram storyboy 


sábado, 30 de agosto de 2025

1703.- Sister Sledge - He's the greatest dancer



En 1979, Sister Sledge estaba en la cima gracias al álbum We Are Family, producido nada menos que por Nile Rodgers y Bernard Edwards, los genios de Chic. Entre todos los temazos de ese disco aparece “He’s the Greatest Dancer”, una canción que resume a la perfección la vibra disco: elegante, bailable y con mucho estilo.

Lo primero que engancha es el bajo, con ese groove que parece imposible de soltar, acompañado por la guitarra funky de Rodgers, que corta el aire con precisión quirúrgica. La base rítmica es hipnótica y cada detalle instrumental parece pensado para que no haya escapatoria: estás obligado a moverte. La producción es limpia, sin excesos, pero al mismo tiempo brillante y lujosa. Es la clase de tema que suena en un club y automáticamente te hace sentir dentro de una película de los setenta.

La voz de Kathy Sledge le da el toque perfecto. Canta con frescura y complicidad, como si realmente estuviera narrando la escena de un tipo que entra a la pista y deja a todos boquiabiertos. El personaje del “greatest dancer” no es solo un bailarín: es el que brilla, el que tiene confianza de sobra, el que convierte la pista en su reino. En una época donde el disco era sinónimo de libertad, de moda llamativa y de romper con lo cotidiano, esa figura representaba todo lo que la gente quería ser por una noche.

Otro punto interesante es cómo esta canción muestra la inteligencia musical de Rodgers y Edwards. No es un simple tema para bailar: hay un trabajo fino en la estructura, en los ganchos, en la manera en que se repiten ciertas frases hasta volverse irresistibles. Es disco con mucha clase, el tipo de sonido que después influenció al funk, al R&B y hasta al pop de los ochenta y noventa.

Cuando salió, “He’s the Greatest Dancer” pegó fuerte en las listas de música disco y R&B, ayudando a que Sister Sledge pasara de ser un grupo prometedor a convertirse en un nombre clave de la época. Y lo curioso es que, aunque pasaron más de cuarenta años, todavía suena fresco. Lo pones en una fiesta hoy y la reacción es la misma: la gente empieza a mover la cabeza, el pie, hasta que alguien se anima y va directo a la pista.

Es ese tipo de canción que no envejece porque no depende de la nostalgia, sino de la energía que transmite. Y esa energía, al final, es la esencia de la música disco.

Daniel 
Instagram storyboy 

viernes, 29 de agosto de 2025

Disco de la semana 445: Ilegales - Ilegales

Ilegales




     Cuando en 1983 el vinilo homónimo de Ilegales aterrizó en las tiendas, España no estaba lista para lo que se le venía encima. Este álbum de la banda asturiana Ilegales, liderada por el irreverente Jorge Martínez, no fue solo un disco: fue una patada en la puerta del rock español, una declaración de guerra al conformismo y un puñetazo en la mesa de una escena musical que, en plena Movida Madrileña, a veces se perdía en postureo y sintetizadores. Con un sonido crudo, unas letras escépticas y una actitud de “me importa todo un carajo”, el disco Ilegales se convirtió en un clásico, un disco que aún hoy huele a gasolina, cuero y noches de garito.

Retrocedemos a finales de los 70 en Oviedo, una ciudad que no era precisamente el epicentro del rock’n’roll. Jorge Martínez, un tipo descarado, formó en 1977 el trío Madson junto a su hermano Juan Carlos y David Alonso. Dos años después, se rebautizaron como Los Metálicos, pero cuando Juan Carlos se largó, Íñigo Ayestarán entró al bajo y el nombre cambió a Ilegales. Así empezó todo: tres chavales con ganas de liarla y un puñado de canciones que destilaban rabia y displicencia por lo establecido. 
En 1981, Ilegales ganó el concurso de rock Ciudad de Oviedo, lo que les dio la oportunidad de grabar tres temas: Europa ha muerto, La Fiesta y Princesa equivocada para el disco colectivo Primera Muestra de Pop Rock en Asturias. Ese pequeño triunfo les puso en el radar, y los dueños de la compañía discográfica Estudios Norte, donde grabaron, que habían comprobado el talento de la banda, les propusieron grabar un álbum completo. El productor Paco Martín se hizo con los derechos, y en 1982, Ilegales entró al estudio para dar forma a su primer zarpazo discográfico. El resultado, publicado en 1983 por la compañía Hi-Fi Electrónica, filial de Ariola, fue un disco que no pidió permiso ni perdón. 


Ilegales no es un álbum para cobardes. Las 12 canciones de la edición original son un viaje urbano donde se pasean la delincuencia, las drogas y la violencia, todo envuelto en un sonido que mezcla punk, rock y un toque de new wave, pero con su estilo inconfundiblemente asturiano. Jorge Martínez, con su voz afilada y su guitarra con sus riffs cortantes como una navaja, lidera el asalto junto a David Alonso en la batería y Willy Vijande, quien reemplazó a Ayestarán al bajo poco antes de la grabación. Las letras son directas y sin florituras, todo un reflejo de la vida en los márgenes: historias de perdedores, rebeldes y tipos que no encajan en ningún molde.

El disco arranca con Tiempos nuevos, tiempos salvajes, un himno de tres minutos que te escupe en la cara. La canción es la carta de presentación perfecta: “Vivimos tiempos nuevos, tiempos salvajes / donde nadie sabe lo que va a pasar”; es el grito de una generación desencantada, pero que no se rinde. Esta canción capturó la esencia de una España en transición, atrapada entre el franquismo reciente y una modernidad incierta. La canción combinaba la urgencia del punk con una producción lo suficientemente pulida para sonar en la radio pero sin perder su filo. Otros cortes como Yo soy quien espía los juegos de los niños, con un sonido siniestro y una letra inquietante, es puro Martínez, un relato que mezcla ironía, crítica social y un toque de humor negro. Jorge Martínez lo tenía muy claro: “esas canciones no eran para agradar, eran para incomodar. Queríamos que la gente se sintiera señalada, que se mirara al espejo y no le gustara lo que veía”La casa del misterio muestra la versatilidad del grupo: podían ser punk, pero también coquetear con el pop o incluso con el proto-postpunk. Heil Hitler! es una provocación deliberada, una sátira que, según Jorge en una entrevista, “se malinterpretó porque la gente no pillaba la ironía”. Y luego está Problema sexual, un tema que mezcla humor y crudeza para hablar de las frustraciones de la juventud. La edición original en vinilo de 1983 incluía 12 temas, aunque algunas reediciones añadieron bonus tracks como La pasta en la mano o Princesa equivocada. Estamos ante un disco que no pide disculpas, que no busca ser políticamente correcto, y precisamente ese es su fuerte y por eso sigue siendo relevante.



La grabación del álbum no fue un paseo por el parque. En los Estudios Norte la banda trabajó con un presupuesto ajustado y un equipo que, aunque profesional, no estaba preparado para la energía desbocada de estos asturianos. El proceso fue caótico: Jorge, obsesionado con capturar la crudeza del directo, chocaba constantemente con los técnicos, que querían pulir el sonido para hacerlo más “comercial”. Al final, el disco logró un equilibrio perfecto: suena sucio pero no amateur; agresivo pero no ininteligible. El productor Paco Martín fue clave para que el disco viera la luz, pues aunque no era un fanático del punk, reconoció el potencial de Ilegales y peleó por llevar el álbum a Hi-Fi Electrónica. La guinda fue la icónica portada diseñada por Ouka Leele, una artista clave de la Movida. La foto, con su estética colorida y provocadora, es casi tan legendaria como el propio disco. Esa portada se convirtió en un símbolo del grupo y de la época, fiel reflejo de la actitud desafiante de la banda. 

Cuando Ilegales llegó a las tiendas en 1983, el impacto fue inmediato. Gracias a la difusión de Jesús Ordovás en Radio 3, canciones como Tiempos nuevos, tiempos salvajes, se convirtieron en himnos para una juventud harta de convencionalismos. El álbum consiguió capturar la rabia de una generación que no encontraba su lugar en una España en cambio constante. El disco además de ser un éxito comercial, algo muy raro para un debut de rock en esa época, también puso a Ilegales en el mapa como una de las bandas más auténticas y peligrosas del panorama. Pero no todo fue un camino de rosas; las letras de Ilegales, cargadas de referencias a la marginalidad y con un tono a menudo cínico, no sentaron bien a todo el mundo. Jorge Martínez ha contado en más de una ocasión cómo algunos sectores de la prensa los acusaron de glorificar la violencia o de ser demasiado oscuros. Su respuesta siempre fue la misma: “Si no te gusta, no lo escuches. Nosotros no hacemos música para complacer”. Esa actitud macarra, lejos de perjudicarlos, los convirtió en todo un referente para los inadaptados y los rebeldes. Ilegales ya no era una banda, era una forma de vida. 

Ilegales es un manifiesto, el sonido de una banda que no se arrodilló ante nadie, que escupió en la cara de las convenciones y que, con un puñado de canciones, marcó un antes y un después en el rock español. Jorge Martínez lo definió a la perfección “Hicimos este disco para nosotros, no para el público. Si te gusta, bien. Si no, que te jodan”. Así que, lo mejor que puedes hacer es ponerte este disco y subir el volumen, porque es puro rock’n’roll sin domesticar.

1702 - Sister Sledge - We Are Family


1702 - Sister Sledge - We Are Family

Sister Sledge – We Are Family: un himno que nunca pasa de moda

En la historia de la música disco, pocas canciones han logrado trascender tanto como We Are Family de Sister Sledge. Lanzada en 1979, esta pieza no solo se convirtió en un éxito inmediato en las pistas de baile, sino que también se transformó en un verdadero himno cultural, símbolo de unión, alegría y orgullo. Escrita y producida por Nile Rodgers y Bernard Edwards, la dupla creativa detrás de Chic, la canción condensa la esencia del espíritu disco: ritmo contagioso, líneas de bajo irresistibles y un mensaje positivo que conecta con cualquier generación.

Desde los primeros segundos, la introducción marca un clima festivo, con el bajo de Edwards llevando la melodía hacia un terreno en el que resulta imposible quedarse quieto. Sobre esa base sólida, se suman los arreglos de guitarra funky de Rodgers y una percusión que evoca el bullicio alegre de la discoteca. Sin embargo, lo que eleva la canción a otro nivel es la interpretación vocal de Kathy Sledge, quien con apenas 19 años dio vida a una de las interpretaciones más memorables de la época. Su voz transmite entusiasmo, frescura y un sentido de pertenencia que convierte la canción en algo más que un simple número bailable.

El tema central de la letra es claro: la familia, tanto la biológica como la elegida, es fuente de fuerza y felicidad. En un momento en que el mundo atravesaba transformaciones culturales y sociales, We Are Family ofreció un mensaje simple pero poderoso: juntos somos más fuertes. Ese sentimiento de comunidad ha permitido que la canción trascienda el contexto de los setenta y siga siendo un himno en celebraciones, eventos deportivos, campañas políticas y, por supuesto, en las pistas de baile.

El impacto de la canción fue inmediato. Alcanzó el número 2 en el Billboard Hot 100 y se convirtió en el primer gran éxito de Sister Sledge, catapultando al grupo al estrellato internacional. Más allá de su éxito comercial, el tema se transformó en una declaración de identidad: fue adoptado por movimientos sociales, comunidades marginadas y hasta por equipos deportivos como el de los Pittsburgh Pirates, que la usaron como himno durante su victoria en la Serie Mundial de 1979.

Hoy, más de cuatro décadas después, We Are Family mantiene intacta su energía. Es una de esas canciones que no necesitan presentación: basta con que suene el primer acorde para que el ambiente se ilumine y la gente sonría. Su espíritu optimista sigue siendo tan relevante como el día en que salió, recordándonos que la música no solo está hecha para bailar, sino también para unirnos.

We Are Family es mucho más que una canción disco: es un clásico universal, un recordatorio eterno de que la unión y la alegría compartida son la mejor forma de celebrar la vida.

Daniel 
Instagram storyboy 

jueves, 28 de agosto de 2025

1701 - Elvis Costello - Accidents Will Happen


1701 - Elvis Costello - Accidents Will Happen

Elvis Costello y la perfección accidental de Accidents Will Happen

Cuando Elvis Costello lanzó Accidents Will Happen en 1979 como tema de apertura de su álbum Armed Forces, dejó claro que no tenía intención de repetir fórmulas ni de acomodarse al éxito recién alcanzado con This Year’s Model. En lugar de abrir el disco con la energía furiosa del punk y la new wave que lo había caracterizado hasta entonces, decidió sorprender con una canción que comienza a capela, sin instrumentos, como si quisiera desarmar al oyente desde el primer segundo. Esa elección, lejos de ser un accidente, se convirtió en una de las declaraciones más contundentes de su carrera.

La canción es un ejemplo brillante de cómo Elvis Costello domina la ironía y el doble filo en sus letras. A primera escucha, Accidents Will Happen puede sonar como una reflexión ligera sobre las equivocaciones inevitables en una relación. Sin embargo, bajo esa superficie se esconde un retrato mucho más ácido: la traición, la infidelidad y la dificultad de manejar la culpa. Y Elvis Costello no se limita a narrar una historia de engaños; la reviste de frases ambiguas y juegos de palabras que dejan espacio a múltiples interpretaciones, algo que lo convierte en un letrista excepcional dentro de su generación.

Musicalmente, el tema se distancia del sonido agresivo de sus trabajos anteriores. Aquí encontramos una base más pop sofisticada, con arreglos de teclado que recuerdan a la tradición de la música británica de los años 60, aunque con un aire más sombrío. Steve Nieve, tecladista de The Attractions, aporta una atmósfera casi cinematográfica, mientras que la voz de Elvis Costello se mantiene contenida pero cargada de tensión emocional. No es un desgarro visceral, sino un cinismo frío y calculado, lo que refuerza la sensación de inevitabilidad que transmite la canción.

Otro aspecto notable es cómo Accidents Will Happen se convirtió rápidamente en un favorito en los conciertos. Aunque no es un tema de tempo rápido, logra mantener una intensidad dramática que en vivo adquiere un peso distinto. Incluso el video promocional de la canción, uno de los primeros realizados con animación computarizada en la era pre-MTV, subraya el carácter innovador y visionario de Elvis Costello.

Más de cuatro décadas después, la canción sigue sonando actual. Su mensaje sobre los errores inevitables, las rupturas y la autodestrucción emocional continúa resonando porque se apoya en verdades humanas universales. Además, muestra una de las facetas más interesantes de Elvis Costello su capacidad para fusionar la inteligencia lírica con una producción musical que desafía etiquetas fáciles.

Accidents Will Happen no es solo una joya dentro de la discografía de Elvis Costello, sino también un himno a la fragilidad de las relaciones humanas y a la certeza de que, por más que intentemos controlarlo todo, siempre habrá accidentes en el camino.

Daniel 
Instagram storyboy 


miércoles, 27 de agosto de 2025

1700.- Here, My Dear - Marvin Gaye

Here, My Dear, Marvin Gaye

 


     Marvin Gaye, uno de los artistas más influyentes de la música soul, publicó en 1978 uno de sus álbumes más personales, Here, My Dear. Este doble LP, publicado bajo el sello Tamla Records, subisidiario de Motown Records, fue un reflejo de su tumultuosa vida personal, centrándose específicamente en su divorcio de Anna Gordy Gaye. A través de este disco, Marvin, con mucha honestidad, exploró temas de amor, pérdida, ira y redención.

Here, My Dear se gestó a partir de una obligación contractual y personal. En 1976, Marvin Gaye atravesaba un divorcio complicado con Anna Gordy, hermana del fundador del potente sello discográfico Motown Records, Berry Gordy. Como parte del acuerdo de divorcio, Gaye debía entregar a Anna la mitad de las regalías de su próximo álbum. Inicialmente, el artista se planteó grabar un disco poco inspirado para cumplir con el compromiso, pero su enfoque cambió. El resultado fue un proyecto profundamente introspectivo, donde volcó sus emociones más crudas sobre su matrimonio fallido. El álbum fue grabado entre 1977 y 1978 en los estudios de grabación de Gaye en Los Ángeles. El proceso creativo fue caótico, reflejando el estado mental del artista, quien lidiaba con problemas financieros, adicciones y tensiones con Motown Records. A pesar de estas dificultades, Gaye fue capaz de asumir el control casi total del proyecto, actuando como vocalista, compositor, arreglista y productor. El resultado fue un álbum con un sonido innovador que combinaba soul, jazz y funk, con una producción densa y texturas instrumentales que contrastaban con unas letras introspecrtivas y muy vulnerables.

Estamos ante un álbum conceptual que narra la relación de Gaye con Anna, desde el enamoramiento hasta la amargura del divorcio. Las canciones funcionan como capítulos de una historia, con un enfoque practicamente cinematográfico. En el apartado musical, el diso es muy complejo, ya que incorpora elementos de jazz y funk con arreglos orquestales. En el álbum se utilizaron técnicas de grabación innovadoras para la época, como capas de voces superpuestas y efectos de estudio para crear una atmósfera introspectiva. Cuando el álbum Here, My Dear fue lanzado en diciembre de 1978, no fue bien recibido. Tanto los críticos como buena parte del público lo consideraron demasiado personal y difícil de digerir, y las ventas fueron decepcionantes. Motown Records, que esperaba un éxito comercial, apenas promocionó el álbum; sn embargo, con el tiempo, la percepción del disco fue cambiando, llegando a ser considerado como “una obra maestra subestimada” que capturaba la esencia del soul como un medio para la catarsis personal.

Incluído en el disco se encuentra la canción que da título al mismo, Here, My Dear, la cual es cierto que no es un sencillo destacado como otras canciones de su carrera, pero es una pieza clave que, además de servir de obertura, define la atmósfera emocional y la temática del disco. La canción refleja los sentimientos de Marvin Gaye hacia su exesposa, Anna Gordy, en el contexto de su divorcio y las obligaciones financieras que lo llevaron a crear este álbum. La letra de la canción combina amor, resentimiento y resignación; Gaye se está dirigiendo directamente a Anna, expresándole tanto el cariño que aún siente como la frustración por el colapso de su matrimonio. La canción es suave a la vez que melancólica, con arreglos que combinan el soul característico de Gaye con toques de jazz y funk.

martes, 26 de agosto de 2025

1699.- Hamburger Lady - Throbbing Gristle

 

Hamburger Lady Throbbing Gristle


     Nos vamos a centrar en esta ocasión en un grupo trangresor, considerados como los pioneros e inventores de la música industrial: Throbbing Gristle, banda británica cuyo nombre en jerga británica se utiliza para referirse a un pene erecto. Sus presentaciones en vivo, altamente confrontacionales, solían usar imágenes perturbadoras (incluyendo pornografía) y fotos de campos de concentración del régimen nazi, dándole al grupo una notable reputación.

Hamburger Lady, lanzada en 1978 en su segundo álbum, D.O.A.: The Third and Final Report of Throbbing Gristle, es un descenso de cuatro minutos a los rincones más oscuros del sufrimiento humano. La canción llegó a ser calificada por la crítica espcializada como “probablemente la mejor canción de Throbbing Gristle” y una “obra maestra nauseabunda”. Estamos ante una de las piedras angulares de la música industrial, un género que la banda creó en 1977 con su provocadora mezcla de electrónica avant-garde, musique concrète y confrontación directa.

Formada en 1975 por Genesis P-Orridge, Cosey Fanni Tutti, Peter “Sleazy” Christopherson y Chris Carter, Throbbing Gristle nació de las cenizas del colectivo de performance artística COUM Transmissions, que tenía una identidad centrada en desafiar las normas sociales a través del sonido y las imágenes. Hamburger Lady se inspiró en una carta del artista postal y escritor estadounidense Blaster Al Ackerman; es una representación desgarradora de una víctima de quemaduras (apodada así por su estado carbonizado e irreconocible) atrapada en una existencia incipiente de dolor y sedación. Ackerman, médico, detalló su sufrimiento en una carta que impactó profundamente a la banda. La narración canaliza esta angustia con una frialdad escalofriante: “Está muriendo, está quemada de la cintura para arriba”.

La canción es una clase magistral de minimalismo y amenaza. El sintetizador modular de Chris Carter se asemeja a un latido cardíaco, que imita tanto la vida como una amenaza inminente, mientras que la guitarra de Cosey (modificada y recortada a un palo y tocada con un slide a través de un Gristleizer) produce un zumbido industrial que parece maquinaria rozando contra carne. El lamento agudo de P-Orridge, creado con un silbato de llamada de pato y un Roland Space Echo, atraviesa la mezcla, evocando el tormento semi-consciente de la paciente. “Hay un zumbido, el cuerno de pato, la voz y un latido”, dijo Carter a la publicación Far Out Magazine, “Es bastante básico, pero tiene esta sensación de amenaza”.

La producción, manejada por la banda en su estudio de Hackney, The Death Factory, refleja el ethos DIY (significa 'Hazlo Tú Mismo', y es una filosofía que promueve la autosuficiencia y la independencia. Se refiere a la práctica de realizar tareas, proyectos o creaciones por uno mismo, sin depender de expertos, profesionales o empresas comerciales) de la banda. Rodeados por el estruendo industrial de las fábricas y los arcos ferroviarios del este de Londres, la banda creó un sonido que era tanto un producto de su entorno como de su visión radical. “Era nuestro mundo”... "Esos sonidos eran la banda sonora de cómo nos sentíamos”, afirmaba Cosey. La calidad cruda amplifica e intensifica la atmósfera claustrofóbica de la canción, como si nos encontrásemos en una sala de hospital donde la esperanza ha colapsado.

La canción fue tanto criticada como venerada por la crítica especializada. The Montreal Star comparó el álbum D.O.A. con “el sonido que hace tu refrigerador cuando se corta”; Treble calificó la canción como una “obra maestra del horror”, comparando su inquietud persistente con la película de terror Eraserhead (1977) de David Lynch. AllMusic elogió su “manipulación sónica escalofriante”, destacando su simplicidad como clave para su impacto visceral; y publicaciones como Science of Noise y Songtell resaltaron su exploración del sufrimiento humano, destacando su homenaje a la resistencia en medio del dolor implacable.

Hamburger Lady es un rugido crudo y visceral sin ningún tipo de sutilieza, contra la sociedad educada, todo un llamamiento a la rebelión cultural. Y hay quien se hará la siguiente pregunta: ¿es esto arte, horror o ambos?. Que cada uno decida, aunque para Throbbing Gistle la respuesta esta claro que es tan inquietante como la canción misma.

lunes, 25 de agosto de 2025

1698 - Suzi Quatro - Stumblin’ In


1698 - Suzi Quatro - Stumblin’ In

Cuando pensamos en Suzi Quatro, lo primero que se nos viene a la cabeza es su bajo colgado al hombro, su cuero ajustado y esa actitud de pionera del glam rock que rompía esquemas en los setenta. Sin embargo, en 1978 sorprendió al mundo con algo muy distinto: una balada romántica llamada “Stumblin’ In”, grabada junto a Chris Norman, cantante de Smokie. Y lo curioso es que, lejos de chocar con su imagen rebelde, esta canción terminó convirtiéndose en uno de los grandes clásicos de su carrera.

Stumblin’ In” es de esas canciones que parecen sencillas, pero tienen un encanto inmediato. No necesita fuegos artificiales: con un ritmo suave, guitarras acústicas y un aire cálido, se crea el escenario perfecto para que las voces de Suzi Quatro y Chris Norman brillen. La combinación funciona de maravilla. Ella pone esa fuerza rasgada, con un toque roquero que nunca abandona, mientras él aporta dulzura y suavidad. El resultado es un diálogo musical que transmite complicidad y cercanía.

La letra habla de algo muy real: el amor que aparece sin planearlo, de golpe, con sus tropiezos y contradicciones. Eso de “entrar tropezando” en una relación resume perfecto la sensación de lanzarse al vacío sin pensarlo demasiado, dejando que la pasión haga lo suyo. Y tal vez ahí está la clave de por qué conecta tanto: todos, en algún momento, nos hemos visto atrapados en un romance inesperado.

El tema fue escrito por Mike Chapman y Nicky Chinn, dos gigantes del pop setentero responsables de muchos hits de la época. Y vaya que supieron darle en el clavo: “Stumblin’ In” escaló rápidamente en los rankings, llegando al top 10 en Estados Unidos y sonando con fuerza en Europa. Para Suzi Quatro fue una especie de consagración más allá del rock, demostrando que también podía conquistar con un estilo suave y romántico. Para Chris Norman, fue la puerta de entrada a una carrera solista que se consolidaría después.

Lo más interesante es cómo la canción ha sobrevivido al paso de los años. No importa que hayan pasado décadas, sigue sonando fresca, entrañable, y aparece cada tanto en playlists de clásicos de los setenta o en recopilatorios. Es uno de esos temas que, cuando lo escuchas, te transporta inmediatamente a otra época, con un aire nostálgico pero también cálido.

“Stumblin’ In” no solo es una balada setentera más: es la prueba de que incluso los artistas más rockeros tienen un costado sensible. Y, en el caso de Suzi Quatro, es también una muestra de su versatilidad y de su capacidad para emocionar más allá de la distorsión y el glam. Una joya que vale la pena redescubrir cada tanto.

Daniel 
Instagram storyboy 

domingo, 24 de agosto de 2025

1697.- Pedro Navaja - Rubén Blades y Willie Colón

 


Con la icónica Pedro Navaja se escribió la primera página en las historias urbanas y las letras de contenido social en la música latina, fue el nacimiento de la denominada salsa intelectual, cuando en 1978 Rubén Blades y Willie Colón presentaron al sello Fania el proyecto del disco «Siembra», los directivos de Fania le pusieron problemas a una de las canciones del álbum presentado, se trataba de «Pedro Navaja», tema que trata los últimos momentos de vida de un delicuente y una prostituta. Para empezar la canción tenia una duración de siete minutos con 20 segundos, una canción considerada muy larga para los creativos de Fania. La canción tiene todo lo que necesita una buena historia: personajes creíbles, solidez argumental, drama y, por, sobre todo, sabiduría narrativa y precisión en el uso y el sucederse de las palabras. La primera parte narra, en un crescendo lírico y musical, el encuentro ocasional de un gangster y una prostituta en una desierta avenida de Nueva York (“El Barrio” latino del este de Harlem, según todos los indicios, o el Bajo Manhattan, según el reporte radial en el final de la versión en vivo de 1989). Unas manos ambiguas en el bolsillo del gabán, unas zapatillas estratégicas y el diente de oro relumbrante describen al matón; un viejo abrigo y una cartera con una botella de aguardiente y un revolver para su defensa personal, a la callejera. Un encuentro inoportuno, unas decisiones erróneas y el sino trágico de la historia llevan al funesto desenlace y desencadenan, en el alegre coro del borracho que tropezó con los cuerpos, una segunda parte profusa en refranes, moralejas y consejos (“el mensaje de mi canción”), bajo la consigna general de que “la vida te da sorpresas”. El origen de la canción es claramente el tema Mack The Knife y sin duda Blades se había inspirado en el título compuesto en 1928 por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht, en alguna entrevista confirmo cuando comento que había escuchado esa canción cuando tenía como ocho o nueve años de edad. Bobby Darin la grabó. Recuerdo que la cantaba en fiestas, hacía la mímica y me daban una moneda o algo, era una melodía embrujante, cuenta el cantautor panameño y con once años empecé a escribir un borrador de lo que fue la canción, durante su adolescencia y juventud el salsero istmeño fue recogiendo detalles que le llamaron la atención, recreando una de las mejores historias de la música latina. “En Panamá recogí las zapatillas negras y el diente de oro de dos pandillas que había en ese tiempo, a finales de los años 50, el gabán y el sombrero en la 42, allá en Nueva York, es decir, vas tomando pedacitos de las cosas y los vas uniendo», rememora Blades. Pese a la negativa inicial los representantes de Fania accedieron y «Siembra» se grabó.

Alli se juntó con Willie Colón, para Rubén era primordial hacer algo diferente, con un mensaje social, y encontró en el «malo del Bronx» al aliado perfecto, cuenta Colón que para ese instante Rubén no tenía mucha experiencia. “Yo tenía mucha experiencia en el estudio, Yo fui básicamente el productor. Rubén sabía todas las cosas que quería meter en la canción. Yo podía entender lo que él quería hacer” Willie Colón viene del sur del Bronx. Las relaciones son intensas. Las condiciones son semejantes a las del tercer mundo, vio el potencial y le dio la oportunidad de enfocar la canción en esa dirección. Una vez grabado el LP fue presentado a varios programadores, pero las opiniones no fueron nada alentadoras. Los hombres de radio consideraban que ‘Siembra’ sería un rotundo fracaso, pensaban que no iba a pegar porque la letra era muy complicada, las canciones eran muy largas, sobre todo ‘Plástico’ y ‘Pedro Navaja’. Sin embargo, contra todo pronóstico, la innovación narrativa y musical se impusieron: «Siembra» superó las expectativas y se convirtió en el disco más vendido en la historia de la salsa, fue un «terremoto» en toda América. Pedro Navaja se convirtió en un emblema de las melodías latinas y catapultó a Blades, quien tiempo después sería bautizado como el «Poeta de la Salsa».

sábado, 23 de agosto de 2025

1696.- What a Fool Believes - The Doobie Brothers

 

What a Fool Believes, The Doobie Brothers


     San Francisco, finales de los setenta. nos encontramos con un lugar en plena efervescencia musical. En medio de este torbellino creativo, The Doobie Brothers, una banda que ya había sido capaz de conquistar las listas con su fusión de rock, soul y boogie, estaban a punto de dar vida otra gran canción: What a Fool Believes. Vamos a ver cómo un encuentro fortuito y una melodía pegajosa acabaron dando como redultado todo un referente de la música pop.

Corría 1978, y The Doobie Brothers estaban en una encrucijada. Tras el éxito de álbumes como Toulouse Street (1972) o Takin' It to the Streets (1976), la banda había evolucionado de su sonido rockero inicial hacia un terreno más suave, influenciado por el soul y el R&B. Michael McDonald, el tecladista y vocalista de voz aterciopelada, se había convertido en el timón creativo del grupo. Pero What a Fool Believes no nació en un ensayo de la banda, sino en un momento de inspiración casi accidental. McDonald relata que estaba jugueteando con una melodía en su piano cuando Kenny Loggins, amigo y colaborador ocasional, entró en escena. Ambos comenzaron a improvisar, y de esa chispa surgió la idea inicial de la canción. Loggins, sin embargo, no se quedó para terminarla, fue McDonald quien, junto al productor Ted Templeman, moldeó aquel boceto hasta convertirlo en una canción.

La letra, coescrita por McDonald y Loggins, es un relato agridulce sobre desamor y el autoengaño. Narra la historia de un hombre que se aferra a la ilusión de un amor pasado, incapaz de aceptar que su antigua amante ha seguido adelante. La canción tiene ese toque de soft rock de la época, pero con una profundidad que hace que destaque por encima de sus contemporáneas. Es como si McDonald hubiera destilado el dolor de una ruptura en una melodía que, a pesar de su tristeza, te hace querer bailar.

El proceso de grabación fue un ejercicio de precisión. Grabada para el álbum Minute by Minute (1978), la canción se benefició del talento de los músicos de sesión de élite que rodeaban a los Doobies. Jeff “Skunk” Baxter aportó un toque de guitarra sutil, mientras que el bajo de Tiran Porter y la batería de John Hartman crearon un consistente ritmo. Pero uno de los puntos fuertes de What a Fool Believes es el teclado de McDonald, con unos acordes que parecen flotar como nubes en un atardecer californiano. Templeman, conocido por su obsesión con los detalles, pulió cada capa hasta lograr un sonido que presentaba un perfecto equilibrio entre lo sofisticado y lo accesible.

Cuando la canción llegó a las radios en 1979, el impacto fue inmediato. Alcanzó el número 1 en la lista estadounidense Billboard Hot 100 y ganó dos premios Grammy: "Canción del Año" y "Grabación del Año". Este éxito, además de consolidar a The Doobie Brothers como gigantes del soft rock, supuso el cenit de la carrera de McDonald con la banda. Sin embargo, no todo fue color de rosa. La presión del éxito y las tensiones internas llevaron a la salida de McDonald poco después, dejando un legado agridulce.

viernes, 22 de agosto de 2025

Disco de la semana 444: Lost In The Dream - The War on Drugs

 

Hay un tiempo y un lugar donde Lost In The Dream pertenece. Para ser honesto, aún no he descubierto exactamente dónde está, pero sé que está ahí. Como Untrue de Burial siempre sonará a las 2 a. m. en una ciudad ajetreada después de una noche de fiesta, o Illinois de Sufjan siempre será la madrugada, antes de que toda la gente perezosa se despierte, cuando las únicas personas en el mundo son aquellas lo suficientemente motivadas como para despertar, Lost In The Dream se siente como si perteneciera a algún lugar como una entidad, cada vez que lo escucho me transporto muy lejos, a un lugar en el que aún no he estado, o tal vez a un lugar que conozco en una situación que aún no ha sucedido. Estoy seguro de que cuando encuentre ese lugar y escuche este álbum en el entorno en el que se supone que debe estar, todas las pequeñas quejas que tengo sobre él se desvanecerán y se convertirá en la perfección, pero por ahora solo tendré que imaginar. Definitivamente hay cosas que no son perfectas sobre este álbum, pero al mismo tiempo, cuando pienso para lo que este álbum está diseñado no son tan importantes. En primer lugar las influencias, mucha gente ha estado criticando este álbum por ser demasiado derivado de Bruce Springsteen, la otra comparación que escucho es la de Mark Knopfler y Dire Straits, no se trata solo de una influencia sutil: la forma en que Adam Granduciel toca la guitarra está intrínsecamente ligada a Knopfler, simplemente por la sencillez con la que construye las líneas. En muchas canciones, la línea de guitarra principal incluye un pequeño riff de giro para cambiar de acorde, y cada vez que lo escucho me transporto a 1980. Me encanta, pero en combinación con el ligero acento country en la voz de Granduciel (que es una de las pocas cosas de este disco que no me convencen) y las progresiones de acordes, tan ochenteras, escucho a Dire Straits en casi todas las canciones. El otro problema es muy pequeño, y cuando pienso en este álbum en el contexto que imaginé en el primer párrafo, en realidad se convierte en una ventaja, no en un problema: prácticamente todas estas canciones suenan igual. Y no me refiero a exactamente igual, por supuesto, hay pistas más rápidas, instrumentales y más largas, pero en términos de atmósfera y estado de ánimo, Lost in the Dream se mantiene prácticamente igual de principio a fin. Puedo criticar esto por ser un poco aburrido: todo lo que The War on Drugs necesitaba hacer era decidir el estilo y escribir algunas melodías, y todo el álbum está hecho, pero al mismo tiempo, el estado de ánimo es lo que realmente gana aquí, y si cambiara durante el álbum, no puedo evitar sentir que no tendría el mismo efecto. Melódicamente, este álbum sigue estando muy influenciado por Dire Straits, pero la voz de Adam está tan impregnada de eco y reverberación que la voz actúa más como un instrumento que como una narración. 


Under the pressure podría ser lo mejor del disco, con la tenue voz de Granduciel cabalgando junto con un piano en primer plano que trae consigo una sensación de serenidad. Pero hay más que solo pura amabilidad, con las guitarras cobrando vida en la marca de tres minutos y con saxo y sintetizadores que también se unen a la fiesta de maneras espectaculares. The War on Drugs también de alguna manera hace que el clímax de dos minutos y medio de la canción sea un placer para escuchar, a pesar de ser una cacofonía ambiental de efectos de sonido sintetizados. Under the Pressure es lo mejor que puede haber en la música. Red Eyes es sin duda una de las mejores canciones de 2014, y me estremece profundamente con la combinación de la melodía principal y ese ritmo de batería rítmico. Las progresiones de acordes se resuelven de una manera preciosa, dando lugar a melodías impresionantes. Suffering puede que no sea tan exultante, pero no podría imaginar Lost in the Dream sin que suavizara el ritmo en la tercera pista. An Ocean Between the Waves es una canción que se toca delicadamente hasta alcanzar un clímax asombrosamente enérgico a lo largo de (unos justificados) 7 minutos. La voz de Granduciel inicialmente suena aislada y exasperada, pero a medida que se acerca el clímax, comienza a gorjear apasionada pero incoherentemente sobre un outro excitable. Rezuma deliciosamente la discreta Disappearing, otra joya de la pista, con un riff de piano que parece una interpretación más siniestra de The Way It Is de Bruce Hornsby.
 

Eyes to The Wind tiene la melodía más influenciada por Dire Straits del disco, melódica y memorable, y el estribillo de “Burning” es simplemente estelar, elevándose sobre una instrumentación realmente inspiradora con ese sutil aleteo de órgano por debajo. Las canciones hasta ahora son largas, pero no hay ni un minuto de relleno, hasta que llega The Haunting Idle con menos de 3 minutos, esta canción parece inútil. No es necesario que la letra sea distinguible, ¡pero al menos haz que la instrumentación sea memorable!. Este rock de ritmo lento te van enganchando, al principio sonando agradables de fondo y luego absorbiendo tu atención hasta que llegas al clímax y te das cuenta de que estás totalmente cautivado un gran ejemplo de ello es Burning . Lost in a Dream es la canción que da título al álbum, y encapsula a la perfección el sonido característico de la banda. Con una duración de más de seis minutos, la pista construye un paisaje sonoro expansivo y melancólico, impulsado por las guitarras resonantes de Adam Granduciel, sintetizadores ensoñadores y una batería constante. La letra, introspectiva y reflexiva, evoca una sensación de anhelo y contemplación, como si uno estuviera vagando por un recuerdo lejano. Es una pieza hipnótica que te envuelve, transportándote a un estado de ensueño y melancolía nostálgica. In Reverse es la canción que cierra el álbum, sirve como una poderosa y catártica culminación del viaje emocional del disco. La canción se distingue por su progresión majestuosa, construida sobre una base de sintetizadores atmosféricos y un solo de armónica conmovedor. La voz de Adam Granduciel transmite una sensación de introspección y anhelo, mientras la música se eleva de manera gradual. Es una pieza que evoca una sensación de movimiento y contemplación, como si el oyente estuviera flotando a través de un paisaje de ensueño, culminando en un final etéreo y memorable.


Lost in the Dream es más que simplemente lo que esos discos eran, porque la emoción en este disco es tan precisa y hermosa. Se desliza, golpea con fuerza y se eleva sobre montañas de instrumentación. Hasta que escuche este álbum en ese contexto, con amigos que experimenten la historia de mi familia y la herencia de mi padre, tendré que conformarme con mi puntuación actual, más "intelectual", pero creo que el hecho de que este álbum tenga el poder de encapsular toda esa emoción y nostalgia en él es un testimonio de su grandeza, sin importar lo que diga el número al final.

1695.- The Gambler - Kenny Rogers



Lanzada en 1978, “The Gambler” es mucho más que una canción country: es una parábola sobre la vida, la sabiduría y las decisiones que tomamos. Escrita por Don Schlitz y popularizada por Kenny Rogers, este tema se convirtió en uno de los mayores éxitos de su carrera, consolidando su imagen como narrador carismático y figura central del country pop.

La canción se basa en una conversación entre el narrador y un misterioso jugador de cartas que le ofrece consejos sobre cómo afrontar la vida, revelando en cada verso una parte de la historia del misterioso jugador, y dejando para la posteridad su emblemático estribillo: “Tienes que saber cuando mantener las cartas, y cuando soltarlas".

Musicalmente, “The Gambler” es sencilla pero efectiva, con una instrumentación que incluye guitarra acústica, bajo y discretos y suaves arreglos que permiten que la voz de Kenny Rogers brille por encima del conjunto. Su interpretación vocal es cálida y al mismo tiempo llena de carácter, reflejando el carisma y la sabiduría del jugador y la profundidad de un relato que va más allá del mundo del juego, con enseñanzas que aplican realmente a cualquier ámbito de la vida.

jueves, 21 de agosto de 2025

1694.- Fat Bottomed Girls - Queen



Incluida en el álbum "Jazz" de 1978, “Fat Bottomed Girls” es una celebración descarada y divertida sobre las curvas femeninas a la altura del gamberrismo del "Ellos las prefieren gordas" de La Orquesta Mondragón. Escrita por el guitarrista Brian May, la canción combina el glam rock característico de Queen con un toque de blues rock, y se caracteriza por su poderoso riff de guitarra y su cadenciosos pero contundente ritmo.

La letra, cantada con la intensidad y el entusiasmo habituales de Freddie Mercury, es una oda a las mujeres con curvas, rompiendo con los estándares de belleza convencionales. Aunque ha sido objeto de controversia por su tono provocador, también ha sido reivindicada como una canción que celebra la sensualidad sin complejos.

Musicalmente, el tema destaca por su producción robusta, con guitarras pesadas y coros épicos que le dan una sensación de himno operístico. La interacción vocal de Mercury y las guitarras de May son impecables, mientras que el bajo de John Deacon y la batería de Roger Taylor aportan la profundidad rítmica que le da cuerpo a la canción por encima de su aparentemente ligero y provocativo mensaje: "Las chicas de culo gordo son las que hacen que este jodido mundo gire".

miércoles, 20 de agosto de 2025

1693 - The Residents - Constantinople


1693 - The Residents - Constantinople

En 1978, The Residents publicaron el álbum Duck Stab/Buster & Glen, una de las obras más accesibles —si es que ese adjetivo cabe en su universo— de su carrera. Entre sus canciones más emblemáticas se encuentra "Constantinople", un tema que condensa en apenas dos minutos y medio toda la esencia de la banda: un surrealismo sin concesiones, un sentido del humor retorcido y un enfoque radicalmente experimental del pop.

Desde el primer segundo, la canción se adentra en un terreno desconcertante. Un ritmo percusivo seco y minimalista actúa como base, acompañado de sonidos electrónicos agudos y efectos extraños que parecen salidos de una grabación casera distorsionada. Sobre ese colchón, la voz nasal y exagerada del cantante —probablemente The Singing Resident, cuyo timbre se ha convertido en una marca registrada— recita y canta de forma entrecortada, con un fraseo que parece más un diálogo teatral que una interpretación musical convencional.

La letra es tan críptica como la música. The Residents nunca han buscado narrar historias de forma directa; en "Constantinople" juegan con la evocación de una ciudad histórica que, más que representar un lugar concreto, funciona como metáfora de un estado mental o un mundo alternativo. Las frases fragmentadas y aparentemente absurdas generan una sensación de misterio, reforzada por el carácter casi hipnótico de la instrumentación.

Uno de los rasgos más fascinantes del tema es su economía de recursos. No hay un arreglo complejo ni capas de producción lujosas: todo está reducido a lo esencial, y sin embargo el resultado es extremadamente rico en texturas. Cada golpe de percusión, cada sonido extraño, parece colocado con precisión quirúrgica para crear un ambiente de extrañeza total.

Musicalmente, "Constantinople" encarna el espíritu avant-garde de The Residents: la voluntad de romper con cualquier estructura convencional del pop o el rock. Aquí no hay un estribillo que se repita para atrapar al oyente; en cambio, la canción avanza como una pequeña pieza de teatro sonoro, con cambios inesperados y silencios que funcionan como parte de la narrativa.

Su impacto radica en la manera en que logra ser memorable sin depender de las herramientas habituales de la música popular. Esa mezcla de absurdo, humor y rareza convierte a "Constantinople" en un clásico de culto dentro de la discografía del grupo. Para muchos, es la puerta de entrada perfecta al universo de The Residents: lo suficientemente breve y rítmica como para enganchar, pero lo bastante extraña como para dejar claro que aquí las reglas son otras.

"Constantinople" no es solo una canción: es una pequeña obra de arte conceptual disfrazada de pieza pop, un viaje sonoro que condensa el espíritu irreverente y visionario de The Residents.
.
Daniel 
Instagram storyboy 

martes, 19 de agosto de 2025

1692.- September - Earth, Wind & Fire

 

September, Earth, Wind & Fire


     Hay canciones que además de sonar, se sienten, canciones que son capaces de transportarnos, y September de Earth, Wind & Fire es una de ellas. Desde su lanzamiento en 1978, esta joya del funk y el disco se convrtió en toda una oda a la alegría, un rayo de sol en forma de música que iluminaba y sigue iluminando bodas, fiestas y reuniones casi cinco décadas después. Nos encontramos a finales de los 70, una época donde la música disco reinaba, pero comenzaba a mostrar señales de agotamiento. Earth, Wind & Fire, liderados por el visionario Maurice White, quería que su música fuera más que entretenimiento: "debía elevar el alma, unir a las personas", y September, escrita por White, Al McKay y Allee Willis, quería reflejar precisamente eso.

La canción nació en un momento de pura inspiración. Allee Willis, una compositora que trabajaba con la banda por primera vez, recordaba cómo Maurice White le transmitía una energía casi cósmica mientras trabajaban en el estudio. Aunque se ha especulado mucho al respecto, la fecha del "21 de septiembre" no tiene un significado literal. Willis explicó que simplemente sonaba bien, que el ritmo de las sílabas encajaba perfectamente con la melodía. Hay quien define la canción como "obra maestra de precisión y exuberancia", con lo que estoy totalmente de acuerdo. Los metales brillan como rayos de sol, la línea de bajo de Verdine White palpita como el corazón de una fiesta, y las armonías vocales, lideradas por Maurice y Philip Bailey, son puro terciopelo. La guitarra rítmica de Al McKay aporta un groove contagioso, mientras que la batería mantiene todo en movimiento, como si la canción misma estuviera bailando. Es imposible quedarse quieto cuando suena esta canción.

Lo que hace que September sea tan importante y popular es su capacidad para unir generaciones. Earth, Wind & Fire siempre buscó un mensaje de unidad y positividad, September no discrimina, invita: es para el que baila en una discoteca en 1978, para el que la escucha en una boda en los 90, o para el que la descubre en una playlist en 2025, es una canción por la que no pasa el tiempo, nunca envejece. La letra es sencilla pero poderosa, habla de amor, de recuerdos, de noches que no queremos que terminen. La nostalgia invade la canción, como si todos hubiéramos vivido ese septiembre, aunque no podamos señalarlo en un calendario. La canción fue incluida en el álbum recopilatorio The Best of Earth, Wind & Fire, Vol. 1, y su lanzamiento como sencillo en 1978 la catapultó al número 8 en la lista estadounidense Billboard Hot 100 y al número 1 en la lista de R&B de dicho país.

lunes, 18 de agosto de 2025

1691.- Hong Kong Garden - Siouxsie & The Banshees

 

Hong Kong garden, Siouxsie & The Banshees


     En 1978, en plena ebullción del punk en Londres, Siouxsie and the Banshees irrumpieron con Hong Kong Garden, un sencillo con la típica energía cruda del punk, pero con un toque exótico. Este single supuso el debut discográfico de la banda y se convirtió en un referente de la era del post-punk, fusionando rebeldía, sofisticación y un toque de misterio oriental. Los origenes de la canción los encontramos en una composición titulada People Phobia, y que fue compuesta por el guitarrista John McKay en 1977. La banda la escuchó por primera vez en un autobús de gira. People Phobia finalmente fue lanzado en 2025 en CD a través del sitio web oficial de McKay.

Hong Kong Garden tiene raíces en un lugar tan cotidiano como inesperado: un restaurante chino en Chislehurst, Kent, llamado Hong Kong Garden. Siouxsie Sioux, la carismática vocalista de la banda, quedó impactada por este lugar, pero también indignada por un episodio racista que allí sucedió. Un grupo de skinheads acosaba al personal del restaurante, un incidente que inspiró a Siouxsie a canalizar su rabia en una canción que combinara exotismo con una velada crítica a la intolerancia. En la Inglaterra de finales de los 70, marcada por tensiones raciales y el auge de movimientos como el National Front (partido político de extrema derecha y fascista del Reino Unido), aquella experiencia marcó profundamente a la banda, formada por Siouxsie, Steven Severin (bajo), John McKay (guitarra) y Kenny Morris (batería).

La canción tomó forma durante las primeras sesiones de la banda en 1977, cuando se batían el cobre en la escena punk londinense. Sin embargo, Hong Kong Garden fue más allá de las limitaciones del punk puro. El riff de guitarra inicial, creado por McKay, se inspiró en una escala pentatónica que recuerda melodías orientales, un guiño a la cultura asiática. Este riff, combinado con el ritmo galopante de Morris y el bajo de Severin, crea un hipnótico ritmo que transporta al oyente, y la voz de Siouxsie, alternando entre susurros y proclamas, dan a la canción un aire de dramatismo. Siouxsie quería abordar el racismo que había presenciado sin caer en un discurso panfletario, optando por una lírica que juega con la fascinación por lo exótico mientras señalaba las actitudes xenófobas de la época. Esta sutileza lírica, combinada con la teatralidad de Siouxsie, dio a la canción una profundidad que fue más allá del punk.

Grabada con el productor Steve Lillywhite, fue lanzada el 18 de agosto de 1978 y alcanzó el número 7 en las listas británicas, un logro notable para una banda sin contrato inicial. El sencillo capturó la atención por su fusión de punk, pop y elementos orientales, ofreciendo un sonido fresco que contrastaba con la agresividad cruda de otras bandas punk. La producción pulida de Lillywhite permitió que la energía visceral de la banda brillara sin perder su filo, mientras que la presencia escénica de Siouxsie, con su maquillaje teatral y estilo andrógino, consolidó su imagen como ícono de la naciente subcultura gótica.

domingo, 17 de agosto de 2025

1690 - Kate Bush - Hammer Horror


1692 - Kate Bush - Hammer Horror

En 1978, Kate Bush acababa de sacudir la escena musical con su debut The Kick Inside. Pero en lugar de ir por lo seguro, decidió dar un giro más oscuro y teatral con Lionheart, su segundo álbum. De ese disco salió “Hammer Horror”, un sencillo que, aunque no llegó a ser un gran éxito en listas, se convirtió en una de las piezas más curiosas y cinematográficas de su carrera.

El título ya es toda una declaración: hace referencia a la mítica productora británica Hammer Films, responsable de películas de terror góticas protagonizadas por figuras como Christopher Lee o Peter Cushing. Aquellos filmes, con sus atmósferas sombrías, castillos embrujados y dramatismo exagerado, sirvieron como telón de fondo para que Kate Bush creara su propia historia de miedo… con un toque muy personal.

La canción cuenta la experiencia de un actor que debe sustituir a su amigo en el papel principal de una obra de terror. El problema: su amigo ha muerto recientemente, y parece que su espíritu no está nada contento con que alguien ocupe su lugar. La narración, más que un simple relato de fantasmas, explora sentimientos de culpa, miedo y obsesión.

Musicalmente, “Hammer Horror” es puro teatro en formato pop. La producción mezcla sintetizadores, guitarras y una base rítmica sólida con arreglos orquestales que recuerdan a las bandas sonoras de las películas de terror clásicas. El resultado es un sonido elegante pero inquietante, como si estuviéramos escuchando la escena final de un filme donde algo terrible está por ocurrir.

Y si hablamos de dramatismo, no podemos pasar por alto la interpretación vocal de Kate Bush. Cambia de tono con una facilidad impresionante: un momento canta con dulzura, al siguiente su voz se eleva como un grito contenido. Es como si interpretara cada línea con la intensidad de una actriz en pleno escenario, reforzando la sensación de estar ante una historia viva.

Cuando salió, “Hammer Horror” no alcanzó el impacto comercial de sus primeros sencillos. Sin embargo, con el tiempo ha ganado un lugar especial entre los seguidores de Kate Bush. Es una de esas canciones que no se escuchan de fondo: exige atención, invita a imaginar la historia que cuenta y nos transporta directamente a un escenario iluminado por luces dramáticas, donde la música y el cine se dan la mano.

Hammer Horror” es un recordatorio de que Kate Bush nunca fue una artista que siguiera las reglas del pop. Desde el inicio de su carrera, apostó por la originalidad, mezclando música, teatro y narrativa visual para crear mundos propios. Quizá no fue su mayor éxito, pero sin duda es una de sus obras más fascinantes para quienes aman las canciones que parecen pequeñas películas.

Daniel 
Instagram storyboy 

sábado, 16 de agosto de 2025

1689.- Don't Stop Me Now - Queen

 

Don't Stop Me Now, Queen


     En 1978 Queen lanzó una canción que se convertiría en un himno de libertad: Don't Stop Me Now. Escrita por Freddie Mercury y publicada en el álbum Jazz, esta canción revela toda la esencia de un artista en su apogeo creativo y personal. La historia de Don't Stop Me Now se remonta a un momento de plenitud en la vida de Freddie Mercury. El cantante y compositor estaba viviendo un período de intensa liberación personal, explorando su identidad y disfrutando de la libertad que le brindaba su éxito, y esta efervescencia se plasma en la letra, que describe a un hombre que se siente como una estrella fugaz, imparable, viajando a la velocidad de la luz. La canción fue escrita en un arrebato de inspiración, con Mercury tocando el piano en los estudios Mountain de Montreux, Suiza, donde Queen grabó gran parte de Jazz. Musicalmente es un tempo rápido con un ritmo contagioso y una melodía que parece despegar hacia el infinito.

La canción es una fusión perfecta de pop, rock y elementos teatrales, con el piano de Mercury como columna vertebral. La guitarra de Brian May está más contenida que en otros temas de Queen, pero entra en momentos clave, y la sección rítmica, con John Deacon en el bajo y Roger Taylor en la batería, impulsa la canción con una energía constante, mientras que los coros, marca registrada de Queen, le dan al tema un aire de grandiosidad. Mercury grabó múltiples pistas vocales para crear una armonía rica, un recurso que eleva la canción a un nivel casi operístico.

La letra es sencilla, todo un canto a la autonomía y al gozo desenfrenado. Sin embargo, hay quien sugiere que la canción tiene un trasfondo agridulce. Mercury, en plena exploración de su vida nocturna y su sexualidad, canalizó en la canción una mezcla de euforia y desafío frente a las normas sociales de la época. La canción no obtuvo un gran éxito inmediato en Reino Unido (alcanzó el número 9 en las listas), pero su popularidad creció con los años, ayudando también el hecho de ser usada en multitud de películas, anuncios y eventos deportivos. Don't Stop Me Now es más que una canción, es una invitación a vivir sin restricciones, a abrazar la vida con la misma pasión que Freddie Mercury derrochaba en cada nota.

viernes, 15 de agosto de 2025

Disco de la semana 443 Sui Generis – Confesiones de Invierno (1973)


Disco de la semana 443
Sui Generis – Confesiones de Invierno (1973)

"Un retrato poético y encriptado de la juventud argentina de los 70" 

En agosto de 1973, el dúo argentino Sui Generis, integrado por Charly García y Nito Mestre, lanzó su segundo álbum de estudio: "Confesiones de Invierno". Producido por Charly García y Jorge Álvarez, grabado en los estudios RCA Victor y Phonalex, este trabajo significó un paso firme hacia una mayor complejidad musical y lírica.

Lejos de limitarse al folk intimista que los había caracterizado, el disco combina melodías delicadas con arreglos más elaborados: cuerdas, vientos, teclados, bajo y percusiones enriquecen el sonido. Pero el corazón de la obra está en sus letras, que se mueven entre la confesión personal, la observación social y la crítica velada, en una época en que decir demasiado podía costar caro.

Canción por canción

Cuando ya me empiece a quedar solo
La apertura del disco es íntima y melancólica. Nito Mestre canta sobre el aislamiento emocional y la inevitabilidad del paso del tiempo, como si anticipara una soledad que aún no ha llegado. El acompañamiento de guitarra y flauta crea un clima de cercanía, como si el oyente escuchara un diario personal recitado al oído.

Bienvenidos al tren
Alegre en apariencia, pero con un trasfondo misterioso. La letra invita a un viaje en tren, que algunos interpretan como una metáfora de la evasión, de subirse a un camino distinto al de la mayoría. La base rítmica marcada y los arreglos de teclado le dan un aire optimista, aunque su sentido oculto sugiere la idea de escapar de un entorno opresivo hacia un lugar incierto.

Un hada, un cisne
Aquí Sui Generis se adentra en lo onírico. La letra mezcla imágenes etéreas con una estructura musical de tintes progresivos: cambios de ritmo, acordes inusuales y un piano que dialoga con arreglos de cuerdas. Es como entrar a un cuento surrealista donde lo bello y lo extraño conviven.

Confesiones de Invierno
La canción que da título al disco es una confesión desnuda. Narra la pobreza, los días grises y los recuerdos que persisten. El “invierno” no es solo una estación, sino una metáfora de los momentos de carencia y dureza vital. El acompañamiento es austero: guitarra y voz en primer plano, reforzando el tono de diario íntimo.

Rasguña las piedras
El tema más icónico del disco y uno de los grandes clásicos del rock argentino. Su letra ambigua ha generado interpretaciones apasionadas: desde la historia de una mujer enterrada viva hasta la metáfora de un pueblo atrapado, desesperado por liberarse. La intensidad de la interpretación y el clima creado por el piano y las cuerdas hacen que la angustia se sienta físicamente.

Lunes otra vez
Aparentemente una simple queja sobre la rutina, esta canción convierte el lunes en símbolo de un ciclo sin cambios, de un sistema que mantiene todo igual. La melodía suave y la letra repetitiva refuerzan la sensación de resignación.

Aprendizaje
Un consejo hecho canción. Habla de aprender de los errores y crecer a través de la experiencia. La música es amable, optimista y ligera, con la flauta y la guitarra acústica llevando el peso melódico. Es una de las piezas más luminosas del disco.

Mr. Jones
Un rock & roll ágil que retrata a un personaje elegante y ajeno a la realidad cotidiana. Algunos lo ven como un símbolo de la burocracia extranjera o del poder desconectado de la gente. El uso del inglés y el humor ácido hacen que la crítica llegue disfrazada de simple diversión.

Tribulaciones, lamento y ocaso de un tonto rey imaginario, o no
Con este título extenso y críptico, Sui Generis crea una pieza que mezcla narración, sátira y progresiones musicales sorprendentes. El “rey” es una figura de autoridad caricaturizada, y el “o no” del título sugiere que tal vez no sea tan ficticio. La música pasa de lo suave a lo intenso, como si reflejara los altibajos del poder.

Alto en la torre
Cierre melancólico y contemplativo. Habla de soledad y de la búsqueda de respuestas, con imágenes líricas que evocan encierro y observación desde lo alto. La flauta y la voz crean un clima casi medieval, una despedida que no suena definitiva sino pausada.

Un lenguaje en clave. En 1973, la libertad de expresión en Argentina estaba condicionada por la vigilancia política. Muchos artistas recurrían a símbolos y metáforas para decir más de lo que parecía. Confesiones de Invierno está lleno de estos recursos:

Bienvenidos al tren puede aludir a un escape colectivo, no solo a un viaje literal.

Rasguña las piedras funciona como grito de libertad encriptado.

Lunes otra vez refleja un sistema repetitivo e inmutable.

Mr. Jones ridiculiza a figuras de poder ajenas al pueblo.

Tribulaciones… es una parábola sobre líderes autoritarios disfrazada de fábula.

Confesiones de Invierno convierte una estación en símbolo de precariedad y resistencia.

Este doble lenguaje permitía que las canciones se difundieran sin ser censuradas, pero que quienes sabían leer entre líneas encontraran mensajes más profundos.

Impacto y legado

El álbum fue recibido con entusiasmo. La presentación en el Teatro Ópera en octubre de 1973 fue un evento multitudinario y consagratorio. Las críticas destacaron la calidad de las letras, la riqueza instrumental y la química vocal entre García y Mestre.

Con el tiempo, Confesiones de Invierno se convirtió en un clásico que atraviesa generaciones. Sus canciones no solo sobreviven por su belleza melódica, sino por su capacidad de capturar un momento histórico y transformarlo en arte atemporal. Es un disco que se puede escuchar como un viaje íntimo, pero que también puede leerse como un documento en clave sobre la juventud, la libertad y la resistencia en tiempos complejos.

Daniel 
Instagram storyboy