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domingo, 4 de junio de 2023

0885.- Echoes - Pink Floyd



"Echoes" es la canción principal del disco Meddle (1971) de Pink Floyd y su esfuerzo musical más encomiable para el disco. Hablamos de, probablemente, la composición más elaborada de la historia de la banda, por encima de otras ambiciosas aventuras musicales como Atom Heart Mother o Shine on you crazy diamond, precisamente los únicos dos temas que, por poco (y considerando las dos partes de Shine on you crazy diamond como el tema único que en un principio concibieron) la superarían en duración.

Estratégicamente situada como cierre del disco (ocupando toda la segunda cara en el formato de vinilo), en los más de 23 minutos de Echoes, asistimos a un impresionante despliegue de tramos instrumentales y atmosféricos efectos de sonido, en una composición que corrió a cargo de todos los miembros de Pink Floyd. La creación de un tema tan largo estuvo inevitablemente basada en composiciones e improvisaciones más pequeñas, que se fueron insertando en el conjunto, pero a diferencia de Atom Heart Mother, de la que se diferenciaron y nombraron sus diferentes partes, Echoes se presentó al mundo como un todo cohesionado y cerrado, y solamente se dividió en dos partes para utilizarla como apertura y cierre del filme del concierto Live at Pompeii.

La canción comienza con el solitario sonido de una nota de Richard Wright al piano, extrañamente amplificado y tratado para que suene como el sonar de un submarino. A partir de ese sonido aislado, Wright se lanza a una improvisación de piano, a la que se une David Gilmour con un delicado solo de guitarra. Según el tema va creciendo, se van incorporando el bajo de Roger Waters y la batería de Nick Mason, arropados por la intensidad de un órgano Hammond, y la evocadora letra cantada por Wright y Gilmour. Éste último aporta al tema una impresionante capa de múltiples guitarras en superposición, repartiendo solos distorsionados y efectivos riffs de fondo a diestro y siniestro.

viernes, 5 de mayo de 2023

Disco de la semana 326 - David Gilmour (1978)




"David Gilmour" (1978) es el primer disco como solista del guitarrista, cantante y compositor David Gilmour, relevante miembro de la banda británica Pink Floyd. En el momento de la grabación de este disco, no se había producido aún ruptura alguna en el seno del grupo, y Gilmour seguía siendo miembro activo y de pleno derecho, por lo que este disco de debut era, en realidad, solamente una experiencia paralela sin la ambición de desmarcarse de la nave nodriza.

Grabado en Francia, y situado cronológicamente entre los discos Animals (1977) y The Wall (1979) de Pink Floyd, es un disco que tiene algunas curiosidades relevantes, y del que pese a su indudable calidad, tan solo se publicó un single promocional para la canción "There's no way out of here", lo que no le impidió cosechar posiciones razonables en las listas de ventas (fue nº 17 en Reino Unido y nº 29 en Estados Unidos). Quizá por el hecho de tener que embarcarse en el nuevo y ambicioso proyecto que fue The Wall, las tareas de promoción de "David Gilmour" no fueron todo lo exhaustivas que pudieran haber sido.

Por otro lado, resulta bastante curioso que, aunque el muro fue una obra muy personal de Roger Waters, en la que ya empezó a comerle el terreno a Gilmour como ideólogo y líder de la banda, dos de las canciones que surgieron de las sesiones de éste "David Gilmour" acabaron formando parte del genial disco de Pink Floyd: "Comfortably numb" y "Run like hell", dos temazos de cuya ausencia pocos discos se recuperarían, lo cual habla también en favor de la calidad de "David Gilmour", y quizá explica la sensación o la sospecha de que temas instrumentales como "Mihalis" (que abre el disco y lleva el nombre del bote en el que Gilmour se instaló un pequeño estudio de grabación), "Raise my rent" o "Deafinitely" (que fue cara B del single de "There's no way out of here"), no fueran en realidad rellenos de emergencia para suplir la pérdida de dos temas capitales y difícilmente reemplazables.

Las curiosidades o coincidencias no quedan solamente ahí, sino que, ya puestos a elucubrar, el nombre de la que quedó como canción estrella del disco, y que probablemente sea el mejor y más elegante tema compuesto por Gilmour en su carrera en solitario, da bastante que pensar, porque "There's no way out of here" ("No hay camino fuera de aquí") encaja con la idea de estar rodeado por un muro de incomprensión y aislamiento, y el juego de palabras de "Deafinitely" ("Sordamente") en lugar de "Definitely" ("definitivamente"), nos recuerda inevitablemente al "numb" ("insensible") de "Comfortably numb".

Los guiños, inevitables o forzados, entre su trabajo en Pink Floyd y en solitario, salpican el disco "David Gilmour" en temas como el contundente "Short and Sweet", cuyos ramalazos de guitarra emparentan directamente con la ya mencionada "Run like hell" y el intenso instrumental de "Raise my rent" comienza de manera muy parecida al "Hey you" que vería la luz después en The Wall. Pero dónde más evidente queda reflejado que su labor en Pink Floyd seguía siendo relevante pese al monopolio de Waters es en la excelsa colección de solos de guitarra espaciales y apocalípticos que Gilmour se marca a lo largo del disco, en los que es claramente reconocible su particular estilo y su sello personal, que pondría también poco después en varios de los ladrillos del muro.

Aunque ya hemos dicho que la música del disco no suponía, ni mucho menos, una ruptura respecto al sonido de Pink Floyd, no es menos cierto que la grabación de este álbum fue una manera de salir fuera del claustrofóbico gigante, y respirar en el exterior, paseando por el campo y pisando la nieve, como parece sugerir la portada del disco y el título de su última canción, la intensa y cambiante "I can't breathe anymore" ("Ya no puedo respirar"), y en ese sentido, en temas en los que se suelta y se lanza a riffs de blues rock repetitivo ("Cry from the street") o incluso se atreve con el piano ("So far away") parece estar liberándose de las restricciones que se encontraba dentro de la banda.

La dinámica tras "David Gilmour" no fue muy diferente en los años siguientes, en los que Gilmour siguió volcándose en Pink Floyd, hasta el punto de que no grabó su siguiente álbum en solitario ("About face") hasta 1984, quedando su disco de debut escondido entre la nieve de su portada y la sombra de los dos discos míticos de Pink Floyd entre los que vio la luz, pero sigue siendo un disco ideal para ponerlo cuando queramos, simplemente, salir fuera y alejarnos por un momento de cualquiera de los muros que habitualmente nos ensordecen y nos vuelven insensibles, a desconectar del mundo y pasar un buen rato escuchando buena música.

sábado, 14 de enero de 2023

0744.- Atom Heart Mother - Pink Floyd



Atom Heart Mother es el tema que da título al quinto álbum de estudio de Pink Floyd, y la pieza central del mismo por sus más de veintitrés minutos de duración, a lo largo de los cuales la banda comparte protagonismo con la Abbey Road Session Pops Orchestra. La dificultad de ensamblaje y coordinación de la banda con las partes orquestales dirigidas por el compositor y multi instrumentista Ron Geesin dificultó mucho el proceso de grabación de lo que supuso una clara transición del rock psicodélico que habían realizado hasta entonces, a la propuesta de rock sinfónico y progresivo que significaba una pieza tan desmedida como Atom Heart Mother.

El tema iba a llamarse originalmente The Amazing Pudding, un título con el que nadie parecía estar convencido, y fue el propio Ron Geesin el que les planteó a los miembros de Pink Floyd que buscasen titulares o frases en periódicos que pudieran encajar mejor. Roger Waters encontró una noticia sobre una mujer embarazada a la que habían tenido que implantarle un marcapasos atómico, y la canción pasó instantáneamente a llamarse Atom Heart Mother. Los nombres con los que se identifican las seis partes de la canción deberían haber estado relacionados con el título, pero entonces entró en juego la portada elegida para el disco. Por falta de tiempo, enviaron a un fotógrafo a la campiña inglesa para que fotografiara lo primero que viera, y lo que vio fue una vaca, y en consonancia con la foto, algunas de las partes fueron bautizadas con nombres tan curiosos como Breast Milky (Pecho lechoso) o Funky Dung (Estiércol funky).

El conocido popularmente como "disco de la vaca" de Pink Floyd fue publicado el 2 de octubre de 1970 en el sello discográfico Harvest, llegando a alcanzar el primer puesto en las listas de ventas del Reino Unido, y un más modesto nº 55 en las listas de Estados Unidos. A pesar del éxito de Atom Heart Mother, tiene el honor de ser una de las pocas cosas en las que tanto David Gilmour como Roger Waters estuvieron de acuerdo. Tras la difícil grabación del disco, Gilmour lo calificó de "montón de basura", mientras el segundo dijo que no le importaría que "lo tiraran a la basura y que nadie volviera a escucharlo". Ambos fueron muy injustos al lanzar semejantes piedras contra el tejado del establo de una vaca que protagonizaba uno de los discos que, no siendo de los mejores del grupo, sí que ha perdurado como uno de los más peculiares de los años setenta y de la discografía de la banda.

martes, 18 de octubre de 2022

0656.- Octopus - Syd Barrett



Octopus, grabada originalmente con el título de Clowns and Jugglers, y conocida también por la mención que en su letra hace al disco en el que se incluye (The Madcap Laughs) es una de las canciones más reconocibles de Syd Barrett, que en 1970 grabó su primer disco en solitario tras su compleja salida de Pink Floyd en 1968, asumida por el resto de miembros como necesaria por sus problemas de salud mental, lo cual no impidió que tanto David Gilmour como Roger Waters se implicaran en su proyecto en solitario en tareas de composición, interpretación y producción de los temas. Fue precisamente Gilmour quién, al escuchar la letra de la canción, sugirió que The Madcap Laughs fuera el título del álbum

Según el propio Barrett: "Llevé eso en mi cabeza durante unos seis meses antes de escribirlo, así que tal vez por eso salió tan bien (...) Es como una combinación infalible de letras, en realidad, y luego el coro entra y cambia el tempo, pero mantiene todo unido". Los cambios de "tempo" que menciona son la línea predominante de ésta y otras canciones del disco, ya que su deteriorado estado mental hacía bastante complicado al resto de músicos seguirle y mantener la armonía y el tiempo de las canciones, haciendo de The Madcap Laughs un disco difícil, extraño y peculiar, cuyas sesiones tuvieron que interrumpirse temporalmente para que Barrett ingresara en un hospital psiquiátrico.

Octopus es famosa por tratarse de la única canción de Syd Barrett en solitario que fue publicada como single. Fue lanzada el 14 de noviembre de 1969, dos meses antes del lanzamiento del disco The Madcap Laughs. David Gilmour se encargó de la producción, además de interpretar el bajo y la batería durante la grabación de la canción, en un respetuoso y protector segundo plano que dejó a Barrett al mando de la voz y de las guitarras eléctricas y acústicas de una de sus obras más personales y representativas. Bendita locura, cuando producía canciones como ésta, y maldita en todo el sufrimiento que le acarreó en casi todo lo demás.

viernes, 22 de abril de 2022

0477.- Let there be more light - Pink Floyd



Let There Be More Light es una de las piezas centrales de A Saucerful of Secrets, el segundo disco de Pink Floyd publicado en 1968. Fue además publicada como sencillo en Estados Unidos. El tema fue escrito por Roger Waters, construyendo la letra a partir de varios personajes históricos y de ciencia ficción, y dotándolo de una poderosa línea de bajo que antecede a la entrada de la voz, repartida a lo largo de la canción entre Rick Wright, David Gilmour y el propio Waters.

Esta canción es destacable por varias curiosidades: Contiene el primer solo de guitarra en un disco de Pink Floyd de un recién llegado David Gilmour, y la letra incluye una referencia al tema "Lucy in the Sky with Diamonds" de The Beatles, con los que compartían estudio de grabación en Abbey Road cuando Pink Floyd aún era un grupo emergente y los de Liverpool estaban en su etapa de mayor madurez y popularidad. Posteriormente, el riff principal de la canción ha sido "reutilizado" (por no decir plagiado) en varias ocasiones, y por grupos relevantes como Placebo (en la canción "Taste in Men") The Chemical Brothers en el hit Block Rockin' Beats.

martes, 11 de enero de 2022

0376.- Arnold Layne - Pink Floyd


Arnold Layne fue la primera canción de Pink Floyd que salió publicada como single. Desafortunadamente, y siguiendo la costumbre arraigada en los 50 y los 60 de no hacer coincidir las canciones de los singles y los LP's, este tema no fue incluido en el álbum debut de la banda (The Piper at the Gates of Dawn) pese a ser una canción muy superior a la mayor parte de temas del disco, y estar considerada como una de las mejores obras del período inicial de la banda, marcado por la psicodelia y la experimentación que aportaba su entonces líder Syd Barrett.

Escrita por el propio Barrett, la letra no estuvo exenta de polémica, ya que el protagonista de la canción era un travesti aficionado a robar ropa interior femenina de los tendederos de las casas. Pese a la polémica generada, y la consiguiente prohibición de ser emitida en algunas emisoras londinenses, Arnold Layne llegó al puesto 20 de las listas de ventas del Reino Unido, dando el primer paso firme de unos, por entonces, primerizos Pink Floyd, destinados a marcar una era en sus posteriores reencarnaciones y bajo el mando del ya presente Roger Waters y el aún ausente David Gilmour.

Pese a que Pink Floyd se convirtió en el blanco de las críticas de la nueva ola punk de finales de los setenta, una banda como The Damned se rindió a las excelencias de esta canción y realizó una versión de las aventuras del psicodélico travesti inmortalizado por Syd Barrett. Posteriormente, en 2006 David Gilmour la incluyó por sorpresa en su gira del disco On an Island, contando con la interpretación vocal de David Bowie durante el concierto celebrado en el Royal Albert Hall. Otra versión interesante es la de The Boomtown Rats, por tratarse del grupo en el que cantaba Bob Geldof, que encarnaría a Pink, otro de los personajes del imaginario creativo de Pink Floyd, y protagonista de la película del disco The Wall.


jueves, 30 de diciembre de 2021

La música en historias: The Wall, derribando el muro del #MesPinkFloyd



Cerramos el mes de Pink Floyd con el inmenso muro musical que fue The Wall (1979), el undécimo álbum de estudio de la banda británica. Producido por Bob Ezrin, junto con David Gilmour y, sobre todo, Roger Waters, que volcó en Pink, el personaje protagonista de esta enorme obra conceptual, multitud de detalles autobiográficos y del estado anímico por el que atravesaba en aquellos momentos, fue aclamado como uno de los mejores discos de la historia del rock. Dotado de una atmósfera opresiva, que va generando en el oyente esa misma angustia en la que vive encerrado el personaje, al tiempo que nos permite disfrutar de una obra musicalmente compleja que combina estructuras de ópera rock y de rock progresivo, se ha convertido con los años en un auténtico icono cultural. Comercialmente, disfrutó desde el principio de un éxito a nivel mundial, convirtiéndose en el disco más vendido de la década de los 70, y en el disco doble más vendido de la historia.

Pink es una estrella del rock, agobiado por diversos traumas acumulados a lo largo de su vida, que incluyen desde la trágica muerte de su padre combatiendo en la Segunda Guerra Mundial, pasando por una infancia marcada por la sobre-protección de una madre viuda y por la opresión de la rígida educación británica, y culminando en una etapa adulta plagada de fracasos sentimentales y de las adicciones habituales de una estrella del rock. Una a una, estas complicadas experiencias van erigiendo un muro alrededor suyo, aislándole del resto del mundo, impidiendo su desarrollo personal y alejándole de su verdadero yo y de la persona que podría haber llegado a ser. Los paralelismos con la vida de Waters son evidentes, y el propio músico declararía años después que “Cuando escribí The Wall era un joven lleno de traumas y miedos que, con el tiempo y con la exploración de las sensaciones, y la exploración de mi propio yo a través de la música, conseguí ir venciendo y racionalizando…” Si creemos en la música como herramienta terapéutica para el alma, y recurrimos a ella en los momentos en los que necesitamos esa cura milagrosa que nos proporciona su escucha, entonces este disco es un auténtico tratamiento de choque, que debería ser pautado como vacuna obligatoria para todo aquel que se haya sentido alguna vez angustiado por ese muro invisible, esa coraza que aparentemente nos protege, pero que en realidad, nos aísla y nos impide vivir la vida de manera plena y satisfactoria.

El disco comienza con la épica oscura y rotunda de In the Flesh?, una introducción al imaginario y desequilibrado mundo interior de Pink, una especie de himno aterrador y apocalíptico que, musicalmente, nos traslada de inmediato a un campo de batalla de la segunda guerra mundial. La letra es un prosaico discurso de un alentador de masas, con un aire dramático que parece anticipar la tragedia personal y la degradación del personaje ("Dime si hay algo que esté eludiéndote, querida. ¿No es esto lo que esperabas ver? ¡Si quieres encontrar lo que hay detrás de estos ojos fríos, no tienes más que escarbar a través de este disfraz!") La canción termina con un avión de combate estrellándose, en la primera de las referencias a la muerte del padre de Pink (Waters) en acto de servicio, que constituye sin duda el primero y más grande ladrillo de los que conformarán el muro de aislamiento del protagonista.

Con los ecos del fatídico accidente aéreo aún resonando en los altavoces, The Thing Ice emana la tristeza y la desolación por la pérdida, y la fría realidad de una infancia al lado de una madre destrozada por la pérdida, y con la perspectiva de una vida adulta tan complicada y frágil como caminar sobre una fina capa de hielo, "arrastrando tras de tí el silencioso reproche, de un millón de ojos llenos de lágrimas. No te sorprendas, cuando una grieta en el hielo aparezca bajo tus pies..." 

Le sigue la primera de las tres piezas en las que se descompone el tema central, Another brick in the wall, que continúa desentrañando los lúgubres sentimientos y recuerdos del pequeño Pink sobre la muerte de su padre ("Papá se fue volando a través del océano, dejando solo un recuerdo... Después de todo, no fue más que un ladrillo en el muro...") en una infancia en la que, supuestamente, vivimos The happiest days of our lives (Los días más felices de nuestras vidas). La brillante transición in crescendo con la que está estructurado este breve pero intenso tema, casi indivisible de Another brick in the wall II, es uno de los momentos más intensos del disco, y da paso al siguiente ladrillo, centrado en la férrea y asfixiante educación inglesa de los años setenta, personalizada en la figura de un sádico profesor que pasa las clases "derramando su sarcasmo sobre cualquier cosa que hiciéramos, y exponiendo cualquier debilidad de los niños, aunque éstos se esforzaran en ocultarlas".

Entre ambos temas, un grito que el productor Bob Ezrin le pidió a Roger Waters por  teléfono. Le pidió que lo repitiera varias veces mientras lo grababa al otro lado del auricular, hasta que Waters le dijo que su familia empezaba a mirarle de una manera muy rara ante los gritos que estaba profiriendo, que pasarían a la historia como el aterrador comienzo de Another brick in the wall II, el single por antonomasia del disco, y que comparte temática con su predecesora en el disco, con el famoso manifiesto rebelde de los niños del coro de la Islington Green School contra una educación opresiva y alienante: "¡No necesitamos no-educación, no necesitamos control del pensamiento, no al oscuro sarcasmo en clase, profesores dejad a los chicos en paz! Después de todo, no somos más que otro ladrillo en el muro." Los profesores de aquel colegio cercano a los estudios de grabación de la banda desconocían la letra de la canción hasta que los chicos la interpretaron en el estudio, y palidecieron ante una iniciativa de la que ya no pudieron desligarse. Y no debió parecerles del todo mal, porque años después demandaron a Pink Floyd, reclamando (y ganando) un porcentaje de las ventas de la canción, por la relevancia en la misma del coro de niños del colegio.

Con Mother llega el turno de otro de los grandes traumas (ladrillos) del protagonista del disco. La ya mencionada viuda deprimida y sobre-protectora hace su demoledora aparición estelar: "Calla, niño, no llores, Mamá va a hacer que todas tus pesadillas se conviertan en realidad. Mamá te va a inculcar todos sus miedos. Mamá va a tenerte aquí , bajo su ala... Y por supuesto, Mamá te ayudará a construir el muro". Es en esta canción dónde la historia hace el tránsito hacia los desengaños de la vida adulta, a través todavía de la influencia de la madre: "Mamá examinará a todas tus novias por tí. Mamá no dejará que ninguna guarra se te acerque... Siempre serás un niño para mí". Y es también aquí dónde Pink empieza a mostrar signos de su infinita tristeza, en una frase demoledora con la que termina esta asfixiante pieza: "Madre...¿Era necesario que (el muro) fuera tan alto?

Goodbye Blue Sky es un breve recuerdo de los bombardeos alemanes sobre Londres, probablemente parte de la infancia de Waters (y por tanto también de Pink), una pesadilla apocalíptica envuelta en la suave guitarra acústica de David Gilmour y los sobrecogedores teclados de fondo de Richard Wright. Es el último retazo de la dura infancia del personaje, antes de adentrarse en los espacios vacíos de la etapa adulta. En Empty Spaces, el muro apenas tiene ya huecos visibles, y las malas experiencias amorosas acabarán de construirlo. Antes de que el muro le aisle por completo, Pink busca compañía femenina en Young Lust, uno de los pocos temas firmados por David Gilmour: "¿Podrá alguna fría mujer, en esta tierra desértica, hacerme sentir un hombre de verdad?.

La relación de pareja va degenerando con el paso del tiempo en One of my turns (Uno de mis ataques) y la situación de Pink es cada vez más oscura y asfixiante: Noche tras noche, fingimos que todo está bien, pero yo me he hecho más viejo y tu te has vuelto más fría, y nada es ya divertido. Y puedo sentir que uno de mis ataques se aproxima, me siento frío como una cuchilla de afeitar, rígido como un torniquete, seco como un tambor fúnebre. En esta canción, encontramos cínicas y exageradas referencias a esa relación autodestructiva y violenta: "Corre al dormitorio, en la maleta de la izquierda, encontrarás mi hacha favorita. No te asustes tanto, es solo una fase pasajera, uno de mis días malos" La locura del personaje es evidente, cuando al final de la canción, después de una amenaza tan grave, se pregunta "¿Por qué estás huyendo?". Y en la clara continuación que supone Don't leave me now (No me dejes ahora) un abandonado Pink sigue mezclando el dolor y la rabia, el arrepentimiento y la amenaza, implorando por la vuelta de su amada al tiempo que no puede evitar verbalizar sus oscuros pensamientos: "No me dejes ahora, no digas que es el final del camino. Te necesito... para ponerte en la trituradora..."

Se escucha el ruido de un televisor encendido, que Pink golpea hasta destrozarlo, mientras canta los primeros versos de Another Brick in the wall III: "No necesito brazos a mi alrededor, no necesito drogas para calmarme, he visto la pintada en el muro (...) Después de todo, todos vosotros no erais más que ladrillos en el muro".  El grado de deterioro psicológico es tal en este punto, que Pink solo encuentra salida en el suicidio, y Goodbye Cruel World es su breve y concisa nota de despedida: "Adiós mundo cruel, hoy te dejo atrás (...) Adiós a todo el mundo, no hay nada que podáis decir para hacerme cambiar de opinión. Adiós." En concierto, Roger Waters la canta desde detrás del único hueco que queda en el muro, y ese último ladrillo es colocado justo después de ese "Adiós" final. El muro se ha completado, aislando completamente a Pink de la realidad del mundo exterior y de todos los que le rodean. Desde el otro lado, lanza una tenue y lastimosa llamada a quién pueda escucharle en Hey You, pero nadie responde, por lo que el tono se vuelve aún más resignado y melancólico en Nobody Home: "Tengo sorprendentes poderes e observación, y así es como se que, cuando intente contactar contigo por teléfono, no habrá nadie en casa".

Los dos siguientes temas parecen apenas retazos de alucinaciones o recuerdos de la infancia de Pink, con referencias a la actriz de los años cuarenta Vera Lynn, conocida como "la novia de las fuerzas armadas" durante la Segunda Guerra Mundial, y a un canto de protesta para que las tropas inglesas volvieran a casa (Bring the boys back home). Ninguna de ellas llega a los dos minutos de duración, y son la antesala de Comfortably Numb, el plato fuerte del segundo disco de The Wall y su auténtica obra maestra. Los solos de guitarra de David Gilmour para este tema se cuentan siempre entre los mejores de toda la historia del rock, y la alternancia entre los tramos lúgubres y atmosféricos de Waters, con los tramos luminosos y orquestales que acompañan a la voz de Gilmour es, probablemente, el mayor acierto sonoro del disco. La letra mezcla igualmente los tramos de ensoñación el los que se ha sumido el personaje (cómodamente insensibilizado como reza el título) con los esfuerzos de un médico por devolverle a la vida después de lo que parece una sobredosis. La inyección surte el efecto deseado, porque Pink vuelve a tiempo de que el show continúe (The Show must go on).

El espectáculo comienza de nuevo con In the Flesh, al que seguirán temas como Run Like Hell o Waiting for the Worms, antes de entrar de nuevo en crisis y parar definitivamente en Stop: "Quiero irme a casa, quitarme este uniforme y dejar el show, pero estoy esperando en esta celda, porque tengo que saber si he sido culpable todo este tiempo". La supuesta culpabilidad es entonces sometida a juicio en The Trial, una impresionante mini ópera rock en la que Roger Waters hace todas las voces del juez, los testigos (la madre, el profesor, la novia...) y el propio Pink, que se debate entre la locura y el anhelo de encontrar una puerta de salida del muro. Tras las declaraciones de los testigos, el implacable juez emite su lapidaria sentencia: "Amigo mío. has revelado tu más profundo miedo, y te condeno a ser expuesto ante tus semejantes... ¡Echen el muro abajo!"

Outside the wall

"Completamente solos, o de dos en dos, aquellos que realmente te aman caminan arriba y abajo, fuera del muro..." susurra una voz sobre una lejana melodía, la misma que apagaron los ecos de In the Flesh? al comienzo del disco. Es la calma melancólica de después de una batalla, la banda sonora de la esperanza en un nuevo comienzo, y es aún más emotiva si esa batalla la has librado en tu interior.

The Wall fue criticado, en su momento, por su desproporcionada duración, y por la ausencia de grandes singles comerciales. Hay quien piensa que se le ha sobrevalorado y vanagloriado en exceso, y posiblemente todos esos reproches tengan su parte de razón, si lo enfocamos únicamente como un disco al uso, pero esta obra va mucho más allá del concepto normal de un álbum. Los ladrillos de este descomunal muro psicológico no pueden ser juzgados como meras canciones. Os invito a deteneros en la escucha de cada canción, y que la atmósfera agobiante y cerrada de cada uno de los temas os ayude a identificar vuestras propias experiencias negativas. Haced, al mismo tiempo, una lista de los acontecimientos que os marcaron negativamente, y de las personas tóxicas de vuestro entorno cercano. Por último, pensad en cómo os han afectado, y afectan, sus acciones y comentarios, y en como podéis bloquearlos o impedir que os sigan lastrando. Yo lo hice, y sacando todo ese ruido hacia afuera, conseguí derrumbar muchos muros interiores, y abrirme mucho más a un crecimiento personal que, de otro modo, no habría logrado. Y eso es algo que no me ha dado ningún otro disco. Con The Wall pude dejar muchas de esas cosas atrás. Después de todo, no son más que ladrillos en el muro.