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miércoles, 23 de marzo de 2022

On the Rock - Andrés Calamaro (Mes Andrés Calamaro)


On the Rock - Andrés Calamaro #MesAndresCalamaro

En el mes de Andrés Calamaro vamos con su duodécimo álbum que fue editado en el año 2010. 
Este su duodécimo álbum titulado On the Rock, Calamaro vuelve con una propuesta donde aparecen un colaboradores en sus canciones y las ya acostumbradas interpretaciones de Calamaro. Los estilos que el artista introduce en el álbum, están sujetos a diferentes estilos como el flamenco, la cumbia, la ranchera, el funk o el rap, mientras que las segundas se basan, sin miramientos, en el rock de toda la vida. 

También las letras se mueven entre las explícitas y las metafóricas y Calamaro se muestra inspirado por momentos, mientras que en otras le cuesta el encaje de los versos.

On the Rock, producido por Candi Caramelo Avelló  un habitual de la banda de Andrés Calamaro al bajo y Guido Nissenson otro nombre familiar para los seguidores, es un disco exuberante en cuanto a sonido y rico en texturas. El título parece provocador con los puristas del género, ya que aquí tienen presencia la cumbia y la ranchera, el rap y el flamenco, siendo uno de los álbumes más eclécticos de un músico ya de por sí valiente y desprejuiciado.

On the Rock empieza con Barcos, una canción con sabor flamenco y portuario colaboran el vocalista Diego el Cigala y Niño Josele a la guitarra, con una letra misteriosa que habla de destinos errantes, tal vez de la emigración, tal vez de los amantes. Dirá Calamaro al respecto “La escribí pensando en la amistad que permanece, y en medio de la letra hay una interferencia onírica que es la imagen del interior del barco de esclavos; aun así acepto un nuevo desarrollo o interpretación; no tengo la última palabra con mis letras, pueden reorientarse, son de todos; está escrita en primera persona y la primera persona es cada uno”.

Continúa Te extraño es una épica y anhelante pieza con alma de bolero, dominada por el piano y en el que El Langui aporta un recitado. El El pasodoble de los amigos ausentes, guitarrero y con aire a Los Rodríguez, es nostálgico y según Calamaro supone “una carta de despedida a un Madrid marginal, donde hay poca diferencia entre el vendedor y el cliente”.

La canción Todos se van, con puro sonido Calamaro y recubierto de almíbar, hace referencia a la levedad y, parafraseando a Sr. Chinarro, parece el lamento de quien solo lee “fechas de caducidad”. Precisamente de la necesidad de aprovechar el tiempo y superar las crisis internas trata. Los divinos, una oda al camino, personal e intransferible, que a veces da vértigo pero es lo único que el ser humano tiene: “y no existen los destinos / ni siquiera los divinos / Desafinan los metales / sin principios ni finales”. Colaboran en el tema Rubén y Leiva, ya ex Pereza.

Con un tono más rockero vuelve con Flor de samurai, obra a medias de Calamaro y Gringui Herrera, guitarrista y fiel escudero del músico durante prácticamente toda su carrera. Supone una continuación lógica de Los divinos, invitando a no perder tiempo en rencores y seguir adelante: “qué satisfacciones / a tan alto precio / si olvido mi desprecio”

Insoportablemente cruel, paradójicamente, es ciertamente despechada y rencorosa, aunque quizá no tan demoledora como avisa el título. Se va por los sonidos del jazz y colaboran la exitosa banda de rap fusión Calle 13 y el fantástico trompetista Jerry González, aquí con sordina. También destaca el soberbio piano de José Reinoso. La cumbia Tres Marías hace referencia Charo, la hija de Andrés, que tuvo con la actriz argentina Julieta Cardinali. Vicentico colabora en esta bonita canción.

Te solté la rienda, un clásico de la ranchera obra de José Alfredo Jiménez que en España popularizó a finales de los años 90 el grupo mexicano Maná, es aquí revisitado por Andrés con la ayuda de otro habitual del género, Enrique Bunbury, digerible aunque imposible de comparar a la versión del maestro. Me envenenaste devuelve las guitarras al primer plano, y parece ironizar con épocas pasadas de Calamaro, el reverso de canciones como “Crucificame”. 

Gomontonera, otro rock poderoso, retoma el tema de la emigración: “por tierra en un tren de promesas, y por mar en gomón y patera”. El perro, quizá un homenaje a Ramones, mantiene el ritmo vigoroso. Firma la letra el poeta argentino Marcelo “Cuino” Scornik, colaborador habitual de Calamaro. El texto es reivindicativo, mandando un recado al país natal del músico: “Qué lástima, Argentina / eras un bizcochuelo / ahora eres gelatina”.

Con On the Rock Andrés Calamaro continuaba el camino trazado en el quizá más afinado “La Lengua Popular”, y tras años de vaivenes en lo creativo desde las grabaciones caseras de “El Salmón” hasta los discos de versiones del folclore latinoamericano, encauzaba su talento en una línea reconocible. Este duodécimo álbum no será como lo que nos está acostumbrado a dar un artista tan versatile como Andrés Calamaro, pero no podemos dejarlo pasar de lado. 

Daniel 
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