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jueves, 24 de agosto de 2023

0966.- Suffragette City - David Bowie


Grabada en los estudios Trident de Londres como el resto de las canciones que acabarían formando The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), Suffragette City fue inicialmente ofrecida a la banda inglesa Mott the Hoople, que prefirió grabar "All the Young Dudes" en su lugar. De vuelta al regazo de Bowie, fue incluida como cara B del single de Starman (1972), y en el magistral disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, como parte de la historia del auge y la caída del extraterrestre Ziggy Stardust como estrella de rock y profeta de una catástrofe mundial en la Tierra.

Dentro de la historia conceptual del disco, Ziggy Stardust ha dejado ya a los Spiders from Mars, y se ha abandonado a los placeres mundanos del planeta Tierra. En un momento determinado, intenta romper con las malas compañías y los proveedores de sustancias que abarrotan esta particular Suffragette City, pero está tan metido en esa espiral de auto destrucción que, por más que intenta nadar hacia la orilla, las olas le arrastran cada vez más hacia el oscuro interior.

Musicalmente, destacan como en casi todo el disco las abrasivas guitarras de Mick Ronson en un tema de base de rock and roll acelerada con un piano frenético que recuerda a Little Richard pero con el toque oscuro de The Velvet Underground. Bowie incluyó aquí de nuevo un saxofón interpretado por él mismo, con el que terminó de darle el toque mágico a la potente mezcla de esta canción, que con los años llegó a obtener la relevancia que, sin duda, merecía, y acabó siendo publicada en 1976 como cara A de single, con una versión reducida de "Stay" en la cara B, para promocionar el disco recopilatorio ChangesBowie.

miércoles, 23 de agosto de 2023

0965.- Moonage Daydream - David Bowie


"Moonage Daydream" fue grabada originalmente en febrero de 1971 en los estudios Radio Luxembourg en Londres, y llegó a ser publicada junto a la efímera banda "Arnold Corns" creada por Bowie en homenaje a la canción "Arnold Layne" de Pink Floyd. Bowie la regrabó en noviembre de 1971 en los Trident Studios, para incluirla en The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), como carta de presentación en primera persona del personaje de Ziggy Stardust, describiéndose a sí mismo como un "invasor espacial" y una "perra del rock and roll", un personaje bisexual ha llegado a la Tierra para salvarla del inminente desastre que se anticipa y describe en "Five Years", la canción de apertura del disco.

Musicalmente es un rotundo tema rock influenciado por la psicodelia de los primeros Pink Floyd, con uno de los mejores solos de guitarra del disco, llevado por Mick Ronson hasta el límite en el apoteósico final del tema. Incluye un saxofón tocado por el propio David Bowie y unos apocalípticos arreglos orquestales, como acompañamiento a la música de los Spiders form Mars (Mick Ronson a la guitarra, Trevor Bolder al bajo y Mick Woodmansey a la batería).

En el estudio, el grupo grabó esta segunda versión de la canción en tan solo dos tomas, en una sesión en la que también grabaron los temas "Soul Love" y "Lady Stardust". Con su transgresor mensaje, sus apocalípticos arreglos y el salvaje solo de guitarra de Mick Ronson, se convirtió al instante en una canción mítica de la discografía de David Bowie, considerada por Classic Rock como la tercera de las 10 mejores canciones de la carrera del artista londinense.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Disco de la semana 300: Transformer - Lou Reed



Recuerdo perfectamente el momento en que me compré el Transformer de Lou Reed, un día cualquiera mientras rebuscaba entre los cd's de "Discos La Metralleta" en un sótano del centro de Madrid, cuando podías encontrar allí casi cualquier cosa que buscaras al asequible precio de 6 euros. Al ver a Lou Reed sombreado en amarillo y negro en la carátula pegué un respingo, y emocionado lo abrí para ver si el cd interior estaba en buen estado. Sorprendentemente, el cd era completamente plateado y sin ninguna inscripción o dibujo que demostrara que se trataba realmente del mejor disco del "poeta de Nueva York" y no de otro disco cualquiera, que por equivocación hubiera terminado en esa caja, y aunque la explicación más probable era que se tratara de un cd grabado, yo estaba tan cegado por la emoción que aquello me pareció un mal menor.

Para resolver mis dudas, me dirigí al mostrador de la tienda y le mostré al dependiente el extraño cd plateado y sin leyenda alguna, como si de un platillo volante extraterrestre se tratase. El hombre de la tienda, no sé si disimulando para no perder una venta, o igualmente abducido por el extraño objeto, lo puso en un reproductor de cd's para resolver el misterio. Cuando Vicious empezó a retumbar por toda la tienda, supe que ese disco acabaría en mi mochila, porque original o no, contenía una obra maestra histórica. Con las afiladas y distorsionadas guitarras glam rock de Reed y Mick Ronson aún sonando de fondo, en el que era el tema de sonido más Velvet Underground del disco, el dependiente me ofreció una rebaja para compensar por el cd interior, dejándolo en 5 euros. Quizá eso fuera una prueba más de que el cd era grabado, pero a mí ya me daba lo mismo, era más grande mi "vicio" por aquel disco que cualquier otro pensamiento más coherente al respecto.

El dependiente siguió probando el disco y saltó a la pista dos. Andy's Chest sonó entonces por los altavoces de la tienda, pero Andy "sacó pecho" solo unos segundos, apenas los necesarios para que la canción, de un corte más acústico que la anterior y aderezada con los coros del propio Bowie, fuera reconocible. Una vez comprobada, el dependiente saltó a la tercera pista, y el solemne y taciturno piano de Perfect Day inundó de notas el viejo sótano. Una canción tan tremenda es capaz, por si sola, de salvar el peor de los días y hacerlo perfecto, y no puede ser rechazada por la simple sospecha generada por un cd más plateado de lo normal. Los arreglos de violines y la solemnidad del estribillo tienen la firma del mejor Bowie, pero en la voz de Reed, más melódica que nunca, y en la solemnidad y la épica del estribillo, el tema adquiere una profundidad sin precedentes.

Ya en casa, y escuchando el disco al detalle, la combinación de las guitarras sucias de Lou Reed y el toque brillante que le dan a las canciones la producción y las aportaciones de David Bowie me resultaron todavía más evidentes, y me reafirme en que estaba ante una auténtica joya irrepetible, aunque no exenta de momentos menos inspiradores como en Hangin' Round, que como su nombre indica no es más que un divertido intento de "dar vueltas" sobre el concepto de las estrellas de rock clásico y callejero con las que Reed se relacionaba en The Factory en los tiempos de Andy Warhol y la Velvet Underground. Es solo un respiro más o menos prescindible, antes de llegar a uno de los momentos cumbres del álbum y de la carrera del neoyorquino, la excelsa Walk on the wild side, una historia sobre travestidos, fracasados y otros personajes condenados a transitar por el "lado salvaje de la vida", con una letra que es casi cinematográfica y en la que la intensidad del bajo, los coros femeninos y el solo de saxofón son tan legendarios como la propia letra, sin duda una de las mejores de su carrera.

Make Up aporta el toque cabaretero a un disco canalla y oscuro. Los arreglos de tuba de Herbie Flowers la convierten en otra rareza más del disco y de la obra de Reed, aunque su posición en el disco perjudique a su reputación y su calado, porque a la sombra de dos gigantes como Walk on the wild side y Satellite of love palidece bastante. De esta última destaca sobremanera la progresión que va teniendo, pasando de manera sublime de una austera base de piano y un tema de corte melancólico, a un tramo final en el que la épica vocal de los coros de Bowie la convierten en una odisea espacial y grandiosa. Tras ella, el disco va bajando el ritmo al ver ya cercana la estación de destino del viaje, y la "rueda del vagón" suelta chispas de rock eléctrico y acústico en Wagon Wheel, en la que vuelven a aparecer unos coros femeninos, algo poco habitual en un disco en el que predomina la dupla vocal de Reed en la voz principal y las apariciones esporádicas de Bowie en los coros.

Tras el paréntesis de New York Telephone Conversation, una anecdótica pieza de relleno en clave de comedia teatral con base de piano, sobre la ligereza y los cotilleos de las conversaciones telefónicas, llega la traca final con dos canciones tan contrapuestas como brillantes: I'm So Free es el rock alegre y vitalista, y la libertad y la alegría de su letra y de sus arreglos contrasta con el tono sombrío y bohemio de Goodnight Ladies, más cercana a las canciones ebrias y cabareteras de Tom Waits, en la que la tuba hace de nuevo su aparición en el disco, y el saxofón se luce junto a la voz profunda y deprimida de Reed.

Al ponerlas juntas al final del disco, es como si fueran parte de una misma escena cinematográfica, que comienza en un estado de alegría y optimismo extremos, que a lo largo de la noche se van transformando en decepción y resignación, como si el "día perfecto" de esa otra gran canción del disco no terminara como habríamos esperado, y solo quede volver a casa haciendo eses y apoyándose en cada farola del camino, con la esperanza de que, a la mañana siguiente, el nuevo día sea aún más perfecto, los cd's plateados sean claramente auténticos, y los dependientes sigan haciendo buenos descuentos. Hasta entonces, y como dice el bueno de Lou Reed para cerrar este enorme disco: ¡Buenas noches, señoritas!