Disco de la semana 447: A Mil – Cruzando el Charco (2017)
Cuando una banda atraviesa un momento bisagra, se nota. Ese instante en el que dejan de ser un secreto bien guardado para convertirse en un fenómeno masivo suele estar marcado por un disco que logra condensar todo lo que venían haciendo, pero con un plus de madurez y frescura. Para Cruzando el Charco, ese disco fue sin dudas A Mil, lanzado en 2017. Un trabajo que no solo les abrió puertas a nivel mediático, sino que también los consolidó como una de las propuestas más sólidas del rock-pop argentino contemporáneo.
Un salto de calidad
Antes de A Mil, la banda platense ya venía ganando terreno con sus discos anteriores, pero fue en este álbum donde alcanzaron un nivel de producción y de canciones que realmente los hizo trascender. No es casualidad: el disco fue grabado en Romaphonic, un estudio histórico de Buenos Aires por donde pasaron artistas de primer nivel, y contó con la producción de Pepe Céspedes y Juan Bruno (integrantes de Bersuit Vergarabat), dos productores que saben perfectamente cómo darle vuelo a una banda sin quitarle su esencia.
El resultado es un álbum redondo, con un sonido que mezcla el ADN del rock argentino con tintes de pop, reggae y hasta aires rioplatenses. Un disco que no teme jugar con las melodías, pero que tampoco pierde la fuerza y la visceralidad propias de una banda que nació en el under platense.
Canciones que se quedan
Uno de los grandes méritos de A Mil es su capacidad de ofrecer canciones que enganchan desde la primera escucha y que se vuelven himnos en vivo. Temas como “Terminales” se convirtieron rápidamente en infaltables del repertorio: una canción intensa, con un estribillo que invita a cantar a los gritos, pero también cargada de esa melancolía urbana tan característica de la banda.
Otro momento clave es “Volver a nacer”, que cuenta con la colaboración de Emiliano Brancciari, líder de No Te Va Gustar. La presencia de Brancciari no solo suma prestigio, sino que encaja de manera natural con la propuesta de Cruzando el Charco: ambos proyectos comparten esa sensibilidad rioplatense para hablar de emociones, desencuentros y segundas oportunidades desde una mirada honesta y cercana.
No se puede dejar de mencionar “Cambiando de color”, una de las canciones que mejor refleja el espíritu del álbum. Su videoclip, dirigido por Octavio Lovisolo, acompañó el crecimiento de la banda en la era digital, mostrándolos con una estética fresca y moderna que los ayudó a conectar con nuevas audiencias. Y claro, el tema que da título al disco, “A Mil”, funciona como un manifiesto: energía, velocidad y pasión desbordada, un resumen perfecto de lo que la banda quería transmitir en este momento de su carrera.
Letras que llegan
Francisco Lago, voz y líder del grupo, tiene una forma particular de escribir: directa, sencilla, pero con la suficiente carga poética como para que cada frase tenga peso. No se trata de letras rebuscadas ni crípticas, sino de canciones que hablan de lo que cualquiera puede sentir en un día cualquiera: la ansiedad de la ciudad, el deseo de un cambio, la necesidad de volver a empezar, las contradicciones de una generación que quiere todo pero también necesita parar un poco.
En ese sentido, A Mil conecta de manera especial con un público joven-adulto que se siente reflejado en sus palabras. No son himnos de estadio en el sentido clásico, pero sí son canciones que se cantan en masa porque hablan de vivencias compartidas.
El vivo como prueba de fuego
Si un disco marca un antes y un después, la prueba más clara está en el escenario. Y A Mil llevó a Cruzando el Charco a dar un salto enorme en sus presentaciones en vivo. La presentación oficial en el Microestadio Atenas de La Plata y en el Teatro Vorterix de Buenos Aires fueron hitos que confirmaron que la banda ya jugaba en otra liga.
A partir de ahí, el grupo emprendió una gira nacional que los llevó por distintas provincias argentinas y que incluso cruzó el Río de la Plata para desembarcar en Montevideo, donde también cosecharon un público fiel. Ese recorrido no solo sirvió para difundir el disco, sino también para consolidar un vínculo muy fuerte con la gente, que hoy es uno de los mayores capitales de la banda.
Un disco puente
Lo interesante de A Mil es que, al mirarlo en perspectiva, no solo fue un éxito en su momento, sino que también funcionó como un puente hacia lo que vino después. La banda pudo capitalizar el envión para seguir creciendo, experimentar con nuevos sonidos y animarse a propuestas más grandes. Pero sin este álbum, probablemente el camino hubiera sido más lento o diferente.
Es lo que muchos músicos llaman un “disco bisagra”: ese trabajo que cambia la historia, que marca un antes y un después. Y no es exageración. El propio Lago lo reconoció en entrevistas: A Mil fue el disco que les abrió la puerta de la radio, de la televisión, y que los llevó a pasar de tocar en teatros a llenar estadios.
¿Por qué escucharlo hoy?
A casi una década de su lanzamiento, A Mil sigue sonando vigente. Tal vez porque las canciones hablan de emociones universales, tal vez porque su sonido combina lo clásico del rock argentino con arreglos modernos que no envejecieron. O tal vez porque transmite una energía tan genuina que resulta imposible que pierda frescura.
Escucharlo hoy es reencontrarse con una banda en pleno proceso de explosión creativa, con hambre de crecer y con canciones que reflejan esa urgencia. Es un disco ideal tanto para quienes ya conocen a Cruzando el Charco y quieren volver a las raíces de su masificación, como para quienes se acercan por primera vez y buscan un álbum que los enganche de entrada.
Recomendación final
Si tuviéramos que recomendar A Mil a alguien que nunca escuchó a Cruzando el Charco, bastaría con decir que es un disco que combina potencia, emoción y cercanía. Que tiene canciones que podés escuchar en soledad con auriculares, pero que también explotan cuando las cantás en vivo con miles de personas. Que es, en definitiva, un retrato honesto de una banda que en 2017 encontró su identidad definitiva y que supo transformarla en un pasaporte hacia un público mucho más amplio.
Por todo esto, A Mil no es solo un álbum recomendable: es un disco imprescindible para entender la escena argentina de la última década. Un punto de inflexión en la historia de Cruzando el Charco y, al mismo tiempo, un trabajo que sigue transmitiendo la misma energía con la que fue concebido. Escucharlo hoy es sentir que la banda todavía está ahí, tocando “a mil” para todos los que seguimos creyendo en el poder de una buena canción.
Daniel
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