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"Équinoxe" comienza con sonidos ambientales que evocan el amanecer o el despertar de una conciencia cósmica, recreada a través de diferentes capas de sintetizadores analógicos que se van desplegando paulatinamente en diferentes texturas sonoras que parecen recrear el momento en el que ese universo cósmico estuviera tomando forma.
No hay en "Équinoxe" una melodía convencional ni un ritmo marcado que sirva como seña de identidad para la canción, por lo que el gran mérito de Jean-Michel Jarre es la manera en la que la música logra reflejar la sensación de expansión y de estar siendo testigos de una gran creación atmosférica y de la apertura de un portal cósmico hacia el resto del álbum, una auténtica obra de arte conceptual electrónico.