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viernes, 6 de septiembre de 2024

Disco de la semana 394: No Name - Jack White

 

Little Room no es, quizás, la canción más celebrada del catálogo de The White Stripes, aparece a mitad de White Blood Cells (2001 ), dura apenas 50 segundos y consiste principalmente en Jack White tocando sobre los ritmos más rudimentarios de Meg White. Sin embargo, los 20 segundos de letra resumen de manera efectiva una paradoja con la que White ha estado lidiando, afortunadamente, durante unas buenas dos décadas. La canción, si no la recuerdas muy bien, es un retrato del artista lo-fi que “trabaja en algo bueno” en la pequeña habitación que le da nombre al disco, pero, a unos meses de alcanzar una fama inimaginable, contempla lo que sucederá después cuando “si es realmente bueno/ vas a necesitar una habitación más grande”. Las habitaciones más grandes, por supuesto, traen consigo sus propios desafíos. En ellos, White aconseja: “Puede que no sepas qué hacer/ puede que tengas que pensar en cómo empezaste/ sentado en tu pequeña habitación”. Cuando The White Stripes se convirtió en un fenómeno global a principios de los años 2000, White inicialmente se mantuvo firme en su postura de grabar en los entornos más primitivos. “En ese momento, lo más punk contra lo que podía rebelarme era contra este nuevo mundo digital donde todo está hecho de plástico y todo parecía tan falso y desechable”, le recordó a Andrew Male de MOJO en 2018.

 

En el fondo soy un gran fan de Jack White, los White Stripes siempre han sido la cumbre creativa de su música desde mi punto de vista. En los cinco discos principales en solitario que White ha publicado, ha habido muchos más fracasos que éxitos, "Blunderbuss" tiene algunas canciones realmente geniales y otras que realmente son vulgares, "Hip (Eponymous) Poor Boy"). "Lazarretto" se apoya mucho en la peculiaridad establecida en el disco anterior para peor, se nota sobreproducido y los momentos que son directamente flojos superan a los momentos que suenan geniales o interesantes demasiadas veces. Quizás su mejor logró fue con el experimental y extraño “Boarding House Reach”, aunque lejos de ser perfecto, creo que este disco es fácilmente el mejor proyecto que ha lanzado desde su época en The White Stripes. Es Jack apoyándose en sus conceptos raros, que rompen con el género y son artísticos sin reservas de una manera que se sintió sorprendentemente fresca e increíblemente original. Ni siquiera voy a detenerme en el díptico dolorosamente mediocre de “Fear Of The Dawn” y “Entering Heaven Alive”, pero lo que predomina en todos estos lanzamientos en solitario parece ser un exceso de experimentación, teatralidad y producción, incluso cuando funciona, como en “Boarding House Reach”. Hace unas semanas, un misterioso álbum sin nombre de Jack White circulaba en tiendas selectas de Third Man Records en todo el mundo, aquellos que tuvieron en sus manos el disco lo alabaron y lo llamaron su mejor trabajo en años, tenían razón, White y su equipo hicieron un asombroso disco de rock de garaje que es la banda sonora perfecta de un mundo en llamas. “No Name”, es todo lo contrario de “Boarding House Reach”, y en el mejor sentido posible. Es Jack White entregando un montón de éxitos rockeros de garaje contundentes y directos. Es un ejemplo perfecto de lo gratificante que puede ser ir a lo seguro en las circunstancias adecuadas. Todo suena sudoroso, ansioso y eléctrico como si hubiera sido grabado en un sótano muy húmedo con un equipo rudimentario. Estas canciones están impulsadas por la desilusión de White con el mundo que lo rodea y la necesidad de canalizar su frustración en una música rock genial, lo deja todo en sus partes más básicas, lo que lo convierte en uno de los retrocesos más emocionantes de los últimos tiempos. Pocos podrían haberlo logrado tan bien como lo hizo White. Incluso con ese enfoque crudo, su comprensión de cómo crear una gran canción se muestra plenamente aquí. Como no hay lista de canciones ni etiquetas además de los títulos de cada lado del disco, es un poco más difícil de lo habitual entrar en detalles sobre ciertas canciones de este disco, prácticamente todo destaca por igual. No por ser extraordinario o alucinante, sino simplemente por estar bien escrito y ser un rock and roll rudo y despojado de todo.

Cada canción rezuma tensión, sabes que habrá un momento en el que todo se descontrolará. “That's How I'm Feeling” comienza a medio tiempo antes de despegar y la guitarra de Jack es tan melódica en la canción que es una de sus favoritas. En "Archbishop Harold Holmes", White hace su mejor imitación de un predicador paranoico que intenta frenéticamente llevar a la gente a la salvación con algunos de los riffs más abrasadores del álbum. A esto le sigue el éxito de punk de garaje "Bombing Out", que es irresistiblemente catártico. No se puede decir lo suficiente de las actuaciones de White aquí, tanto en voz como en guitarra, que son algunas de las mejores de su carrera. Su voz en el tema de apertura "Old Scratch Blues" se siente tan apasionada, como si estuviera luchando para que lo escuches. Le da a estas canciones la cantidad perfecta de energía que requieren, están tan completamente realizadas de una manera muy poco convencional. Algunas de las cosas que hace en la guitarra aquí son simplemente geniales, simples y sencillas. Como hace que su guitarra suene como un tono de marcado en "That's How I'm Feeling" o los riffs mareados en el pre-estribillo de "It's Rough On Rats", es simplemente increíble. Aparte de los trucos ocasionales, cada riff aquí tiene mucho peso, diablos, cada instrumento aquí tiene un peso considerable. Sientes todo, es envolvente. Hay una urgencia aquí que no ha estado presente en su trabajo en mucho tiempo emparejado con algunas de las canciones más emocionantes que ha escrito. El álbum termina con una canción rockera de ritmo rápido, “Missionary”, seguida de una pista atmosférica que es lo más cercano a una balada que se puede encontrar en el álbum, “Terminal Archenemy Ending”, que es un título fabuloso. Después de que el álbum termine, no puedo esperar a ponerme de pie y dirigirme al tocadiscos para comenzar de nuevo. Este es un rock n roll glorioso y divertido y Dios, lo necesitamos ahora mismo.

No Name es sin duda uno de los mejores discos de rock del año. Es infinitamente emocionante a un grado casi embriagador, nunca te decepciona ni un solo segundo. Simplemente no puedo tener suficiente de él. Uno de esos álbumes que salió en el momento justo. Hay tanta mierda sucediendo todo el tiempo, a veces todo lo que necesitas es un disco de rock de garaje estridente para sumergirte. ¡Pulsa play en esta cosa y tócala a todo volumen! Puede haber belleza en la simplicidad, pero Jack White se deleita en la fealdad. Realmente no hay mucho más que decir sobre este disco. El tono de guitarra en todo momento es asombroso. Escuchar a Jack hacer música punk es asombroso. La consistencia que se muestra aquí no solo es asombrosa, sino que parece un milagro en comparación con otros lanzamientos en solitario de Jack. Estoy muy feliz de que esto exista y estoy emocionado de ver cómo me va gustando.

domingo, 21 de octubre de 2018

El disco de la semana 11: Jack White - Blunderbuss



Nunca he sido un gran fan de los "White Stripes", lo poco que había oido no estaba mal, al margen de ese himno generacional en el que se convirtió "Seven Nation Army", pero digamos que Jack White no había terminado de romper la muralla defensiva y tirar la puerta abajo para formar parte de mis preferencias musicales.

La muralla a la que me refiero no es todo lo sólida que yo quisiera, de hecho tiene algunas fisuras o puntos débiles por los que se cuelan discos que normalmente no habría escuchado. Una de esas fisuras es que me atrae mucho un disco que tenga una buena portada, y por alguna razón la portada del debut de Jack White me pareció enigmática y llena de significados.

Jack White aparece solo (primer disco en solitario) y delante de lo que parece una central eléctrica (¿guiño a un sonido más eléctrico que el de los Stripes?). Ni rastro de los rojos, blancos y negros que marcaban los discos de su grupo de referencia, solo una foto en blanco y negro degradada hacia tonos azulados.

Por ese hueco en mi muro se coló Jack White, despertó mi curiosidad y atracó mis defensas a punta de trabuco (traducción de "Blunderbuss") hasta derribarlas completamente y hacer que me rindiera a este genio de la música, que bebe de las aguas del rock de los Zeppelin, el country, el blues, el rock y la psicodelia entre otros muchos registros.


El disco comienza con “Missing Pieces”, medio tiempo blues rock a lo Zeppelin, marcado por el ritmo del piano eléctrico y el órgano. Una paranoia o un sueño en el que se despierta y está sangrando por la nariz en la ducha, no puede ver sus manos y sus piernas, porque una mujer se las ha robado junto al corazón que es un órgano en el que son mucho más habituales estas sustracciones entre las parejas que rompen.

“Sixteen Satines” sube el volumen hacia el hard rock de riffs potentes, más cercano a ACDC que a Zeppelin, el tema gira de nuevo en torno a las relaciones de pareja, los celos. Gana en intensidad pero no es tan brillante como el tema de arranque.

“Freedom At 21” es para mí una de las joyas del disco, todas las piezas encajan en este tema en el que nuevo se rinde a los Zeppelin como principal influencia. Percusión pegadiza, riff abrasivo. Vuelta al blues rock a lo grande.

“Love Interruption” es una canción más minimalista a dúo con la cantante Ruby Amanfu. Explora en esta ocasión el terreno de la balada pseudo country o folk de raíces sureñas, aderezada con clarinete y piano eléctrico pero marcada sobre todo por el tono acústico de la guitarra de Jack. Muy popular en sus conciertos, se aleja de mis gustos musicales al acercarse peligrosamente a lo que eran los White Stripes.

“Blunderbuss” es el trabuco que da nombre al disco, moviéndose de nuevo entre los límites del folk y el country. El aderezo aquí se basa en el piano y los violines, para darle sabor a un buen tema.

“Hypocritical Kiss” tiene el tono agrio e irritado del que no soporta los besos hipócritas. Más melódica que las anteriores, de nuevo con un piano clásico y meritorios arreglos que la sitúan entre las mejores piezas del disco.

“Weep Themselves To Sleep” marca el regreso al rock, o incluso a lo que podría considerarse "opera rock" tras un tramo más folk. Vuelven las guitarras rasgadas y se mantiene el piano que da cuerpo y constancia a muchas piezas del album.

"I’m Shakin" es una versión de un viejo tema de Rudolf Toombs que tuvo repercusión en los años 60 de la mano de Little Willie John, un tema de rock and roll que se queda en rareza dentro del disco.

La parte de más influencia de los Rolling Stones comienza con “Trash Tongue Talker”, buen tema rock con solera que recuerda a la guitarra de Richards o de Wood (tanto en los Stones como en los Faces)

“Hip (Eponymous) Poor Boy” podría recibir los mismos calificativos que la anterior, de nuevo  se notan las influencias de los Rolling, con un piano digno del mismisimo Stone en la sombra (Ian Stewart, pianista de sus satánicas majestades) que se mezcla con detalles folk y country.

“I Guess I Should Go To Sleep” es un blues interesante, un alto en el camino entre los temas stonianos y el cierre final del disco.

“On And On And On”, vamos llegando al final y llegamos a otro de los temas lentos del disco, en esta ocasión cerramos el círculo de las influencias reseñadas más arriba, le toca el turno a la psicodelia que esconden las elaboradas atmósferas oscuras de esta canción.

El disco cierra con “Take Me With You When You Go”, llévame contigo cuando te vayas.
Te digo una cosa Jack, si me lo dices con un tema tan brillante como este y a punta de trabuco, da por hecho que incluiré este disco en mi petate en cada viaje. Grandes teclados psicodélicos, toques blues rock, ecos a Hendrix, y el olor a pólvora de un trabuco todavía humeante que deja entrever que el atraco se ha consumado y no hay vuelta atrás. Ya soy un fan.