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domingo, 21 de octubre de 2018

El disco de la semana 11: Jack White - Blunderbuss



Nunca he sido un gran fan de los "White Stripes", lo poco que había oido no estaba mal, al margen de ese himno generacional en el que se convirtió "Seven Nation Army", pero digamos que Jack White no había terminado de romper la muralla defensiva y tirar la puerta abajo para formar parte de mis preferencias musicales.

La muralla a la que me refiero no es todo lo sólida que yo quisiera, de hecho tiene algunas fisuras o puntos débiles por los que se cuelan discos que normalmente no habría escuchado. Una de esas fisuras es que me atrae mucho un disco que tenga una buena portada, y por alguna razón la portada del debut de Jack White me pareció enigmática y llena de significados.

Jack White aparece solo (primer disco en solitario) y delante de lo que parece una central eléctrica (¿guiño a un sonido más eléctrico que el de los Stripes?). Ni rastro de los rojos, blancos y negros que marcaban los discos de su grupo de referencia, solo una foto en blanco y negro degradada hacia tonos azulados.

Por ese hueco en mi muro se coló Jack White, despertó mi curiosidad y atracó mis defensas a punta de trabuco (traducción de "Blunderbuss") hasta derribarlas completamente y hacer que me rindiera a este genio de la música, que bebe de las aguas del rock de los Zeppelin, el country, el blues, el rock y la psicodelia entre otros muchos registros.


El disco comienza con “Missing Pieces”, medio tiempo blues rock a lo Zeppelin, marcado por el ritmo del piano eléctrico y el órgano. Una paranoia o un sueño en el que se despierta y está sangrando por la nariz en la ducha, no puede ver sus manos y sus piernas, porque una mujer se las ha robado junto al corazón que es un órgano en el que son mucho más habituales estas sustracciones entre las parejas que rompen.

“Sixteen Satines” sube el volumen hacia el hard rock de riffs potentes, más cercano a ACDC que a Zeppelin, el tema gira de nuevo en torno a las relaciones de pareja, los celos. Gana en intensidad pero no es tan brillante como el tema de arranque.

“Freedom At 21” es para mí una de las joyas del disco, todas las piezas encajan en este tema en el que nuevo se rinde a los Zeppelin como principal influencia. Percusión pegadiza, riff abrasivo. Vuelta al blues rock a lo grande.

“Love Interruption” es una canción más minimalista a dúo con la cantante Ruby Amanfu. Explora en esta ocasión el terreno de la balada pseudo country o folk de raíces sureñas, aderezada con clarinete y piano eléctrico pero marcada sobre todo por el tono acústico de la guitarra de Jack. Muy popular en sus conciertos, se aleja de mis gustos musicales al acercarse peligrosamente a lo que eran los White Stripes.

“Blunderbuss” es el trabuco que da nombre al disco, moviéndose de nuevo entre los límites del folk y el country. El aderezo aquí se basa en el piano y los violines, para darle sabor a un buen tema.

“Hypocritical Kiss” tiene el tono agrio e irritado del que no soporta los besos hipócritas. Más melódica que las anteriores, de nuevo con un piano clásico y meritorios arreglos que la sitúan entre las mejores piezas del disco.

“Weep Themselves To Sleep” marca el regreso al rock, o incluso a lo que podría considerarse "opera rock" tras un tramo más folk. Vuelven las guitarras rasgadas y se mantiene el piano que da cuerpo y constancia a muchas piezas del album.

"I’m Shakin" es una versión de un viejo tema de Rudolf Toombs que tuvo repercusión en los años 60 de la mano de Little Willie John, un tema de rock and roll que se queda en rareza dentro del disco.

La parte de más influencia de los Rolling Stones comienza con “Trash Tongue Talker”, buen tema rock con solera que recuerda a la guitarra de Richards o de Wood (tanto en los Stones como en los Faces)

“Hip (Eponymous) Poor Boy” podría recibir los mismos calificativos que la anterior, de nuevo  se notan las influencias de los Rolling, con un piano digno del mismisimo Stone en la sombra (Ian Stewart, pianista de sus satánicas majestades) que se mezcla con detalles folk y country.

“I Guess I Should Go To Sleep” es un blues interesante, un alto en el camino entre los temas stonianos y el cierre final del disco.

“On And On And On”, vamos llegando al final y llegamos a otro de los temas lentos del disco, en esta ocasión cerramos el círculo de las influencias reseñadas más arriba, le toca el turno a la psicodelia que esconden las elaboradas atmósferas oscuras de esta canción.

El disco cierra con “Take Me With You When You Go”, llévame contigo cuando te vayas.
Te digo una cosa Jack, si me lo dices con un tema tan brillante como este y a punta de trabuco, da por hecho que incluiré este disco en mi petate en cada viaje. Grandes teclados psicodélicos, toques blues rock, ecos a Hendrix, y el olor a pólvora de un trabuco todavía humeante que deja entrever que el atraco se ha consumado y no hay vuelta atrás. Ya soy un fan.