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viernes, 20 de junio de 2025

Disco de la semana 435: Down By The Jetty - Dr. Feelgood

Down By The Jetty, Dr. Feelgood


     En 1975, una banda de Canvey Island, un rincón olvidado de Essex, Inglaterra, irrumpió en la escena musical británica con un sonido tan visceral como una pelea en un bar a medianoche. Dr. Feelgood, con su debut Down by the Jetty, fue capaz de plantar cara a la pomposidad del rock progresivo y al brillo del glam, dando todo un puñetazo en la mesa del circuito londinense del rock que se respiraba en los pubs, un movimiento que se movía fuera de los márgenes de la industria musical, "Éramos nosotros (Lee Brilleaux, Wilko Johnson, John B. Sparks y The Big Figure) contra un mundo que parecía preferir sintetizadores y capas de purpurina". Este álbum, grabado en mono como un manifiesto de autenticidad, fue toda una declaración de guerra: rhythm and blues crudo, sudoroso y sin pretensiones de una banda que peleaba por hacerse un hueco en una industria que no siempre estuvo dispuesta a escuchar a esta banda.

Formados en 1971, Dr. Feelgood nació de las cenizas de bandas locales de R&B. Lee Brilleaux (voz y armónica), Wilko Johnson (guitarra), John B. Sparks (bajo) y John Martin, alias The Big Figure (batería), éran un cuarteto que no encajaba en el panorama de los setenta. Mientras el rock progresivo llenaba estadios con solos interminables y el glam rock dominaba las listas con maquillaje y lentejuelas, estos chicos tocaban en pubs abarrotados de humo, frente a audiencias que querían cerveza barata y música que les golpeara el pecho. El nombre de la banda se inspiró en un tema de 1962 de Willie Perryman y también en la jerga callejera para referirse a médicos de dudosa ética que recetan fármacos libremente o a la heroína. Con el nombre de la banda ya daban pistas de su actitud, iban a ser forajidos del rock.

Valga como curiosidad que Wilko Johnson, el guitarrista, de nombre real John Wilkinson, adoptó ese nombre para sonar más rockero, inspirándose en figuras como Bo Diddley. Su estilo de tocar combinaba acordes rítmicos y solos cortantes sin púa, usando los dedos para dar un sonido percusivo. Wilko solía decir que tocaba como si estuviera "apuñalando" a alguien. Lee Brilleaux, el vocalista y armonicista, era conocido por su ímpetu e intensidad en el escenario. Y el baterista conocido como The Big Figure, recibió su apodo de forma irónica: era el miembro más delgado del grupo. Según Wilko, el nombre surgió de borma durante una partida de póker,  cuando alguien dijo que Martin parecía una "figura grande" (Big figure) en el juego, a pesar de su físico.

En 1973 ya eran los reyes del circuito de pubs londinense, tocando en lugares como el Lord Nelson, pero el salto al estudio era otra historia. La industria discográfica no sabía qué hacer con ellos y como hacerlos encajar; su sonido, influenciado por Johnny Kidd & The Pirates, los primeros Rolling Stones y el R&B americano, no parecía propio de aquel momento. Sin embargo, hubo una compañía discográfica que se atrevió a apostar por ellos, United Artists, y en 1974 entran a grabar Down by the Jetty con el productor Vic Maile. La banda tenía muy claro que quería capturar la energía de sus conciertos en vivo, así que insistieron en grabar en mono, una decisión que levantó ampollas pero que definía su esencia: sin adornos, sin trucos. Este álbum no era solo un debut, era una manera de decir que Dr. Feelgood no necesitaba seguir las reglas para ser escuchados.

En plena era del rock progresivo y del glam rock, con portadas coloridas y conceptuales, Down by the Jetty es todo lo contrario, muy simple: una foto en blanco y negro de los cuatro miembros de la banda (Lee Brilleaux, Wilko Johnson, John B. Sparks y The Big Figure) en un muelle industrial de Canvey Island, despeinados por el viento. Esta imagen reflejaba su estética cruda y directa, como "chicos malotes con chaqueta, recién llegados de un funeral de gánsteres". La portada fue todo un alegato contra las tendencias exageradas de los 70, anticipando la actitud punk.



Down by the Jetty
contiene 13 temas, una mezcla de originales escritos mayormente por Wilko Johnson y versiones que rendían homenaje a las raíces del grupo. Cada canción era una batalla, un intento de trasladar la electricidad de sus conciertos al vinilo. Abre fuego 
She Does It Right (Wilko Johnson), un disparo directo al corazón. Es puro Dr. Feelgood: el riff staccato de Wilko, cortante como una navaja, se entrelaza con el bajo de Sparko y la seca percusión de The Big Figure. La voz de Lee, áspera como el whisky barato, canta sobre una mujer que lo hace todo bien, con un doble sentido que no necesita explicación. Esta canción era su grito de guerra en los pubs, un tema que resumía su filosofía: simple, directo y con groove. Paul Weller y Joe Strummer adoraban esta canción, y no es difícil entender por qué. Boom Boom (John Lee Hooker), versionar a John Lee Hooker no era tarea fácil. La armónica de Lee lidera el ataque, mientras Wilko desata un riff que parece electrificado. Aunque esta versión no acaba de capturar del todo la profundidad bluesera del original, para la banda era una reverencia a sus raíces tocada con la urgencia de una banda que necesitaba ser escuchada. En The More I Give (Wilko Johnsonbajamos un poco el ritmo, pero no la intensidad. Estamos ante una queja de amor no correspondido, con Wilko rasgueando acordes que suenan como si estuvieran a punto de romperse. La voz de Lee destila frustración, y el órgano invitado de Bob Andrews añade ese toque de melancolía necesario. Esta canción mostraba que Wilko y compañía también podían contar historias que dolían. Roxette (Wilko Johnson) es uno de los grandes momentos del álbum. La letra, sobre un hombre celoso que espía a su chica, tiene esa mezcla de rabia y vulnerabilidad que definía el estilo directo y visceral de estos chicos. En vivo, este tema hacía que la gente saltara, y en el estudio lograron que sonara igual de incendiario. One Weekend (Wilko Johnson), con un ritmo algo más pausado, es un lamento sobre un amor fugaz. La guitarra de Wilko crea una atmósfera tensa, mientras Lee canta con una mezcla de resignación y deseo. Es uno de los temas menos explosivos del disco, pero en un disco lleno de energía, esta canción los daba un respiro, además de demostrar su capacidad para jugar con matices. That Ain’t the Way to Behave (Wilko Johnson) es un tropezón en el disco, suena torpe, como si estuvieran probando algo que no termina de encajar, aún así, tiene ese encanto desaliñado que los hacía únicos. Cierra la cara a I Don’t Mind (Wilko Johnson); el riff de Wilko es puro nervio, y Lee canta con esa arrogancia que hace que quieras subir el volumen mientras canta sobre no preocuparse por las consecuencias. Todo un reflejo de la mentalidad del grupo en aquella época.



La cara B comienza con Twenty Yards Behind (Wilko Johnson). La guitarra de Wilko asume el liderato, mientras que la sección rítmica de Sparko y The Big Figure mantiene el pulso. La letra va de estar un paso atrás. Eran una joven banda que corría para alcanzar su lugar en la industria de la música, siempre a unos pasos de conseguirlo. En las sesiones de grabación Lee Brilleaux mostró todo su ingenio. En la grabación la armónica que usó estaba rota, así que improvisó tapando los agujeros defectuosos con los dedos para sacar las notas correctas. Keep It Out of Sight (Wilko Johnson) está inspirada en Johnny Kidd & The Pirates. Esta canción, cargada de puro ritmo y actitud, influyó en bandas como The Jam. All Through the City (Wilko Johnson) es un retrato de la vida urbana con Wilko dibujando imágenes de Canvey Island y Londres. La voz de Lee, cantando al son de la afilada guitarra de Wilko, es desafiante. Estamos ante uno de los grandes momentos del álbum. Escuchándola me hace sentir como si caminara con los cuatro músicos por las polvorientas calles de su tierra natal. Cheque Book (Mickey Jupp) es puro rock and roll. En esta versión del tema de Mickey Jupp, el grupo nos recuerda que aunque eran una banda de R&B, también sabían divertirse con un buen ritmo. Oyeh! (Mick Green) es otro de los momentos del disco que nos da un respiro, con una melodía con un toque casi surf, un guiño a las influencias del grupo. Cierra la cara B y el disco la explosiva Bonie Moronie/Tequila (Larry Williams/The Champs), una mezcla de ambas canciones. Es una celebración, con los saxofonistas invitados Bob Andrews y Brinsley Schwarz. La canción, grabada en vivo en Dingwalls, Londres, quería capturar la energía del grupo en vivo, y vaya si lo consigue. La química entre el grupo y la audiencia es pura magia.

Tras lanzar Down by the Jetty, el grupo se embarcó en una incansable gira por pubs y clubes del Reino Unido, tocando hasta cinco noches por semana. Cuenta una anécdota que, en un show en Londres, Lee Brilleaux se quedó afónico a mitad de concierto, terminando el mismo cantando con gestos y gruñidos, mientras la banda subía el volumen de sus instrumentos para compensar. El público, lejos de quejarse, lo ovacionó por su entrega total. Estamos ante una perla oculta que anticipaba el sonido punk un par de años antes de su llegada. Su mezcla de temas originales de Wilko Johnson con versiones de clásicos de R&B, ofrecía una frescura y autenticidad que contrastaba por aquel entonces con el rock progresivo y el glam. Aunque las ventas fueron modestas, recibió elogios por parte de la critica especializada, permitiendo a la banda pasar de pubs a pequeños teatros. La crudeza del álbum fue comparada con los primeros discos de los Rolling Stones, y figuras como Paul Weller, Bob Geldof y los Ramones lo citaron como una influencia clave en su sonido. Se decía que Dr. Feelgood eran demasiado simples y demasiado ruidosos, pero ellos demostraron, sin rendirse nunca, tocando como si cada noche fuera la única, que el R&B podía ser tan poderoso como cualquier canción de rock progresivo.