
Para contestar a tan existencial pregunta, tengo que remontarme a un disco de la semana anterior. Hace ya muchas lunas, recomendé en esta sección el álbum "Whatever people say I am, that's what I'm not" (2006), el glorioso disco de debut de los Arctic Monkeys. Tanto me gustó al escucharlo por primera vez, que comencé a buscar el resto de su discografía, y me cuidé mucho de hacerlo cronológicamente, para poder vivir la evolución musical de la banda a través de sus trabajos. No estuve solo en esa búsqueda y descubrimiento, y cuando en el cd del coche empezó a sonar "Brianstorm", el furioso y vertiginoso primer single, y la pieza con la que abre Favourite Worst Nightmare, mi mujer y mis hijos fueron también testigos de aquella tremenda tormenta sonora. Tras escucharlo entero, comenzó una pauta que se ha repetido hasta la saciedad en todos y cada uno de los viajes familiares, en los que llevar el segundo disco de estudio de los Arctic Monkeys en la guantera ha sido un requisito imprescindible.

A veces pienso en que la mal llamada "pesadilla" habría sido uno de mis grandes sueños cumplidos (el de encontrar alguno de esos escasos discos que son perfectos de principio a fin), si la segunda parte del álbum hubiera sido como el torrente sonoro y creativo de esas cinco primeras canciones, pero el segundo tramo de lo que, hasta ese momento, es un tren a toda velocidad, tiene vagones que siempre acabamos desenganchando. Es lo que ocurre con "Only Ones Who Know", balada minimalista e inoportuna que rompe la atmósfera del disco e interrumpe el subidón de adrenalina al que los Monkeys te llevan en los temas anteriores. Tras saltar ese tema, el jurado popular de mis viajes en coche indulta siempre a "Do Me A Favour", que comienza tranquila y va creciendo progresivamente, con cambios de ritmo y dos partes muy diferenciadas, y que sin llegar al nivel de las "big five" del arranque del disco, entra sobrada en la Q3 de un álbum que, por lo general, transcurre a velocidad de bólido de Fórmula 1.

En conjunto, lo que más impresiona del segundo disco de los Arctic Monkeys, quizá sea el talento y el derroche musical de un grupo de adolescentes que aún estaban superando el acné juvenil, comandados por el desparpajo de la voz de su líder Alex Turner, las afiladas guitarras del propio Turner y Jamie Cook, el efectivo bajo de Nick O'Malley y, sobre todo, el descomunal trabajo de batería de Matt Helders. Entre todos, consiguen mezclar de manera brillante garage-rock, brit-pop, rock alternativo y post-punk, soltando ramalazos de punzantes guitarras sin perder con ello el gusto por la melodía, los cambios de ritmo y los estribillos efectivos. Algo así debió pensar mi hijo mayor cuando, al dejarle elegir en mi lugar el disco de la semana, optó sin dudarlo por Favourite Worst Nightmare. Para un "adolescente en plena fluorescencia", la respuesta a la pregunta que abría esta reseña era muy clara: Es el "mejor medio disco" que ha escuchado, y una "peor pesadilla favorita" imprescindible en cualquier viaje.