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El disco "An American Prayer" es una obra singular dentro del repertorio de The Doors. Lanzado en 1978, siete años después de la muerte de su icónico vocalista Jim Morrison, representa una interesante fusión entre la poesía recitada y la música blues rock característica del grupo californiano, todo un experimento artístico que trasciende los límites convencionales del género musical para convertirse en una experiencia sensorial y filosófica.
La canción que le da título encaja a la perfección con ese concepto de poesía recitada por Jim Morrison, a la que se le acompaña de la música del resto de supervivientes de la banda. La grabación original de la voz de Morrison data de 1969, cuando el cantante grabó una serie de poemas en un estudio de Los Ángeles. Desde el primer verso, la canción se presenta como una plegaria moderna, una invocación cargada de crítica social, existencialismo y simbolismo. Morrison cuestiona la dirección de la sociedad estadounidense, sugiere una desconexión entre el ser humano y la naturaleza, y denuncia la corrupción de las estructuras de poder.
"An American Prayer" es también una profunda e introspectiva reflexión sobre la muerte, la espiritualidad y el propósito de la vida. En uno de los pasajes más memorables, sugiere que la muerte nos da “alas donde teníamos hombros”, una metáfora poderosa sobre la transformación y la trascendencia, a la que la banda dota de un acompañamiento musical atmosférico y envolvente, marcado por los etéreos teclados de Ray Manzarek, la suave guitarra de Robby Krieger y la sutil percusión de John Densmore. No es una pieza que suene en la radio ni que se pueda incluir en una playlist del grupo, pero es un gran testamento artístico de la obra de un poeta metido a cantante, una joya tan peculiar como brillante, muy valorada por los fans de Jim Morrison y The Doors.