sábado, 1 de noviembre de 2025

1766 - Rock Lobster - The B-52'S


Rock Lobster - The B-52'S

En el panorama musical de finales de los setenta, dominado por el agresivo nihilismo del punk y la frialdad calculada de la new wave, irrumpió un sonido tan excéntrico y colorido como un cóctel tropical. Era la voz de The B-52's, una banda que sonaba a una fiesta en un garaje de los años 60 perdido en el espacio. Y si hubiera que elegir un himno que encapsulara su espíritu surrealista y festivo, ese sería, sin duda, "Rock Lobster". Lanzada inicialmente en 1978 en su primer álbum y luego relanzada con éxito en 1979, esta canción no es solo un tema; es una experiencia sensorial, un viaje psicodélico a una playa de otro mundo.

Desde el primer compás, "Rock Lobster" establece su ADN único. El riff de guitarra surf, nervioso y reverberante, de Ricky Wilson, suena como si Dick Dale hubiera sido abducido por aliens. Es inmediatamente reconocible y crea una atmósfera de ansiedad festiva. La línea de bajo, insistente y casi mecánica, actúa como el motor que impulsa la nave, mientras las voces de Fred Schneider, con su entrega deadpan y casi narradora, nos guían a través del delirio. Pero el verdadero golpe de genialidad llega con los coros de Cindy Wilson y Kate Pierson, cuyos "oohs" y "aahs" no son meros adornos, sino sirenas que cantan desde las rocas de un mar de plástico.

La letra es un catálogo de absurdos marinos que desafía cualquier interpretación literal. No se trata de una protesta ecológica ni de una historia de amor; es un pop-art sonoro. Pasamos de ver a una chica debajo de un sedal a ser testigos de una danza frenética de criaturas como langostas, anguilas, pulpos y peces de cristal. La genialidad reside en cómo la música refleja este caos controlado. La canción se construye sobre un ritmo hipnótico y repetitivo, pero los detalles —el glissando de teclado, los efectos de sonido, los gritos— se acumulan creando una tensión creciente. Es una fiesta en la piscina que, de repente, se llena de fauna prehistórica.

El clímax de la canción es uno de los momentos más gloriosamente extraños de la historia del pop. Las voces de Wilson y Pierson se convierten en un desfile de imitaciones animales: gritos de delfín, cloqueos, chillidos. Lo que podría ser simplemente ridículo se transforma en pura euforia. Se dice que John Lennon, al escuchar esta parte en una discoteca, reconoció en su espíritu libre y absurdo un eco del surrealismo de los primeros Beatles y sintió que el rock aún tenía espacio para la imaginación, un impulso que influiría en su propio regreso a la música.

"Rock Lobster" es, en esencia, la perfecta encarnación de la filosofía de The B-52's: la idea de que la música pop puede ser inteligente, vanguardista y profundamente tonta al mismo tiempo. No es una contradicción, sino una celebración. Rompió las reglas sin la arrogancia del punk, abriendo la puerta a la nueva ola estadounidense y allanando el camino para toda una legión de artistas que no tenían miedo de ser diferentes y divertidos. No es solo una canción; es un viaje de seis minutos a un universo paralelo donde el sol siempre brilla, el mar es de vinilo y las langostas rockeras son las reinas del baile. Una obra maestra del disparate que, décadas después, sigue sonando tan fresca y vital como el primer día.

Daniel 
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