
El cantante y guitarrista quería huir de la vida que había llevado en Los Angeles durante los últimos dos años, un período en el que el alcohol y los excesos estaban a punto de hacerle tocar fondo. Sintiendo que "no tenía nada más que perder", la construcción de un estudio de grabación en el sótano de aquella casa era para él una vía de escape y una manera de enfocar su vida de nuevo. Grohl llamó a aquel lugar el "Studio 606", en referencia al número de apartamento en el que vivía su padre, y a una conversación que tuvo con él en 1985, siendo solo un adolescente. En aquel apartamento, su padre le sermoneó y le lanzó la pregunta: "¿Qué quieres hacer con tu vida", a lo que Grohl respondió que lo que realmente quería era ser músico.

El ambiente relajado y distendido se contagia y se transmite a temas como el pegadizo y luminoso "Gimme Stitches", el evocador "Generator", el melódico y taciturno "Aurora" o el intenso "Live-In Skin", pero si hay una canción en la que más queda manifiesta la calma y la positividad de aquellas sesiones, esa es sin duda "Next Year", el cuarto as de la baraja de un disco claramente ganador, que surgió de una terrible sensación de no tener ya nada más que perder.
Canciones como "Headwires" o la delicada "Ain't it the life", de suave y evocador tono acústico, ahondan en ese sentimiento de liberación y despegue tras haber tocado fondo, y "M.I.A" cierra con intensidad de himno una obra memorable que consiguió alzarse con el Grammy al mejor disco de rock en 2001, algo que no habían conseguido hasta entonces, pero que repetirán hasta en tres discos posteriores, convirtiendo este disco en el auténtico punto de inflexión de su carrera.